El Grito de Bois-Caïman: Haití, 1791

 

Por Francisco (Pancho)Moscoso/ Especial para En Rojo

Antecedentes históricos

         En el viaje de descubrimiento de América en 1492 Cristóbal Colón  puso el nombre Española a la isla de Haití. Colón tomó posesión de ella, como hizo con todas las demás  islas, en nombre de los monarcas de España.  A su regreso a finales de 1493 con 17 barcos y 1,200 hombres comenzó la colonización. Por supuesto, esto se efectuó sin mediar un plebiscito para preguntarle a los taínos si querían subordinarse al imperialismo europeo que los invadía y expropiaba su propia tierra. Esto lo digo irónicamente, pues, la libertad de los pueblos no se pone en discusión: se reconoce y respeta.

España mantuvo el control de la isla Española, formalmente, hasta finales del siglo 17.  Desde el siglo anterior los rivales de España, es decir, Francia, Inglaterra y Holanda incursionaron en el Caribe procurando su tajada imperialista de América. Aparecieron como piratas y corsarios, y luego con ejércitos conquistadores. La España feudal mercantil no pudo competir con los adelantos de la manufactura burguesa de sus enemigos. La insuficiencia económica española fue suplida por las nuevas potencias mediante el comercio clandestino. El contrabando se convirtió en modalidad de intercambio en todas las colonias españolas.

En la Española el contrabando adquirió tales proporciones que salió por completo del control de las autoridades. El gobernador Antonio Osorio puso en práctica en 1605 y 1606 una política llamada de “devastaciones” de poblados. Ordenó el desalojo y relocalización de los pobladores de todo el oeste de la isla hacia el centro y más cerca de Santo Domingo. Creyó ingenuamente que con eso podía controlar mejor la colonización y ponerle fin al contrabando. En resumidas cuentas, lo que hizo fue abrirle el camino a colonizadores franceses que para mediados del siglo ya ocupaban diversos territorios del occidente de la isla.

A pesar de que los españoles y criollos dominicanos intentaron en diversas ocasiones expulsar a los intrusos en enfrentamientos armados, nunca contaron con fuerzas militares y respaldo suficiente de la Corona española para retener toda la isla. En la obra De Cristóbal Colón a Fidel Castro: El Caribe, frontera imperial(1ra ed. 1970), el historiador y expresidente dominicano Juan Bosch elabora en detalle todo el proceso de las rivalidades de las potencias europeas y las colonizaciones. A fin de cuentas, el futuro de la Española se decidió en el escenario de las guerras en Europa. Como resultado de la Guerra de los Nueve Años (1688-1697), y mediante el Tratado de Ryswick de 1697, Francia devolvió Cataluña y zonas del País Vasco que había ocupado a España, y a cambio sucedió lo que Bosch señaló que ya era una realidad de facto (o de hecho): España cedió a Francia el tercio occidental de la isla ya ocupado por miles de franceses. Así nació el Saint-Domingue colonial bajo la dominación de Francia.

Incluso desde su ocupación de la isla de Saint-Christophe (St. Kitts cuando pasó a manos de Inglaterra en 1713) en las Antillas Menores, en la década de 1620, los franceses ensayaban con el cultivo de caña de azúcar y ya introducían esclavos negros al Caribe. Desde finales del siglo 17, y especialmente a lo largo del siglo 18  Saint-Domingue fue transformada en una colonia de miles de plantaciones de caña de azúcar, indigo (añil), café y algodón. Su base laboral fue la importación masiva de esclavos de África.

La historiografía de Saint-Domingue colonial y de la revolución haitiana es inmensa y rica en detalles y temas diversos. Una de las fuentes primarias fundamentales es la obra del oficial francés Méderic L. E. Moreau de Saint-Méry, originalmente publicada en francés en 1797.  El Archivo General de la Nación de la República Dominicana ha publcado una magnífica traducción, Descripción topográfica, física, civil, poíitica e histórica de la Parte Francesa de la Isla de Santo Domingo(2017), Tomo I (671 páginas) y Tomo II (673 páginas).

Para 1789, Saint-Domingue contaba con 793 haciendas azucareras; 3,150 plantaciones de añil, 3,117 haciendas cafetaleras; 789 factorías de algodón y 182 destilerías de tafia (ron aguardiente). Hay diversos estimados de la población, de los que refiero aquí el de Moreau deSaint- Méry para dar una idea de la magnitud: 40,000 blancos (9%), 28,000 gente de color o mulatos libres (5%); 452,000 esclavos mulatos y negros principalmente (86%).  La composición esclava incluía gentes de 38 etnías de África.

Grito de Bois-Caïman

Como en todas partes donde se implantó la esclavitud, los esclavos resistieron y combatieron este régimen de explotación del trabajo y negación humana desde que fueron cautivos y arrebatados de sus patrias. Continuaron luchando  insesantemente mediante fugas individuales o colectivas (cimarrones), protestas, brazos caídos, enfermedades fingidas,  rebeliones aisladas, hasta la revolución. En 1789 se inició la Revolución Francesa que proclamó libertades individuales y derechos civiles para todos. Los esclavos reclamaron su aplicación en Saint-Domingue empezando con la abolición de la esclavitud. Al ver que la “liberté, egalité et fraternité” era para los blancos, y parcialmente para los mulatos libres,  los esclavos definieron su camino  de emancipación con la revolución.

Precedido por un tiempo de cuidadosa organización el 14 de agosto de 1791 alrededor de doscientos esclavos delegados, muchos de ellos commandeurso capataces, de varias plantaciones de la provincia del Norte de Saint-Domingue  se reunireron en la  hacienda de Lenormand de Mézy. Esa noche fijaron para una semana después el día del levantamiento armado. En The Making of Haiti: The Revolution from Below (1990), la historiadora Carolyn Fick acertadamente caracteriza aquella reunión como una asamblea política revolucionaria. Entre sus líderes se encontraban el  zambaBoukman, dirigente principal, Jean-François, Georges Biassou y otros. La designación de nzamba, deriva de un término congolés que significa elefante y grande.

Boukman nació en Jamaica y luego fue vendido por su amo hacendado británico. También era un Papaloi, o sumo sacerdote de la religión del vudú que practicaban los esclavos negros. Aunque el vudú tiene por referencia creencias animistas del país africano de Dahomey (actual estado de Benin), debido a las diversas procedencias de los esclavos, sugiere Fick, el vudú en Saint Domingue colonial articuló una base plural de ideas y ritos, y se transformó en “un importante instrumento organizativo para la resistencia”.

Después se llevó a cabo una ceremonia secreta en el bosque de Bois-Caiman (bosque del caimán), en la cual participó la mulata criolla Cécile Fatiman, mamboo sacerdotisa, donde todos hicieron un juramento de sangre. Entre las fuentes de información sobre el evento tal vez la principal es la de Antoine Dalmas, Histoire de la Révolution de Saint-Domingue, publicada en 1814. Dalmas (1757-1830) era un médico francés residente en el Norte al tiempo de la revolución quien transmitió lo relatado en interrogatorios a esclavos apresados. Antes del estallido revolucionario, según Dalmas, en una de las haciendas de Monsieur Gallifet, nombrada la Gossette, se celebró “una especie de fiesta o de sacrificio, en medio de un terreno boscoso y sin cultivar de la hacienda Choiseul, llamado le Caiman”.

Boukman realizó una oración que terminó diciendo, ‘Couté la liberté li palé coeur nous tous’– «Escuchen la voz de la libertad que habla en el corazón de todos nosotros». Ello es citado en la obra del abolicionista francés Victor Schoelcher, Vie de Tousdsaint Louverture (1982). Ese fue el grito de libertad de los esclavos de Saint Domingue. En el Capítulo 6 The Bois Caïman Ceremony, de su libro Haitian Revolutionary Studies(2002), el histotiador David Patrick Geggus subraya la importancia de la obra de Dalmas, que considera la más fiable. Geggus realiza un  estudio crítico de las versiones sobre este evento (incluso algunas que la niegan) y concluye que en un lugar pantanoso llamado Lagon à Cayman es uno posible donde pudo llevarse a cabo la ceremonia. Dice que “sin duda un juramento fue administrado”, y que “sirvió para sacralizar un movimiento político”. Según él la ceremonia política se llevó a cabo el 21 de agosto de 1791.

El término gritocon el significado de proclamación de libertad e independencia se empleó en España al tiempo de la invasión francesa en 1808 e inicio de la guerra de reconquista de su independencia: por ejemplo, el Grito de Oviedo. Asi mismo se usó en la América colonial española y portuguesa en sus guerras de liberación (Grito de Tinta, en Perú; Grito de Dolores, en México; Grito de Ipiranga, en Brasil; Grito de Lares en Puerto Rico; y Grito de Yara en Cuba). De ahí que concibo la asamblea de esclavos revolucionarios complementado con la ceremonia y juramento de los días 14 y 21 de agosto de 1791 como el Grito de Bois-Caïman. El mismo, en mi opinión, forma parte del contexto histórico de las guerras de liberación de la América Latina colonial.

La noche del 22 de agosto de 1791, la revolución de los esclavos comenzó en la plantación Noe, distrito de Acul.  Según Dalmas, “una banda, que tenía por jefe a Boukman, se propagó como un torrente por esta parroquia” y rápidamente sucumbieron a las llamas las haciendas de Denort, Decourt y de Vergnenes, entre muchas otras. Durante el primer mes de insurgencia doscientas plantaciones azucareras y 1,200 haciendas cafetaleras, con todas sus instalaciones y maquinaria, fueron incendiadas y destruidas. Las pérdidas para los hacendados blancos franceses ascendieron a 40 millones de livres(moneda francesa).

La Asamblea General colonial, en oficio al Rey francés, a mediados de septiembre le expuso la situación así: “Cien mil negros se han sublevado en la parte Norte: más de doscientas haciendas de azúcar han incendiado; los dueños son despedazados, y si alguna triste mujer se encuentra descarriada, su cautiverio es un estado peor que el de la muerte; ya los negros han ganado las montañas; el hierro y el fuego está con ellos; un número inmenso de cafetales es también materia del furor de las llamas; las que restan esperan el momento de su destrucción”. (Oficio de la Asamblea General de la Parte francesa de Santo Domingo al Rey. De Cadush, Presidente. Porsignon, vice-presidente. Guarico, 13 de septiembre de 1791, texto en José Luciano Franco, Historia de la Revolución de Haití. Tercera edición, 2008).   Decenas de líderes locales comandaban a los rebeldes  diseminados en bandas armadas.

Como indica el historiador Philippe R. Girard en The Slaves Who Defeated Napoleon (2011), bajo amenaza directa a su vez estaba la ciudad portuaria de Le Cap François, al norte de la colonia. Le llamaban la “Perla de las Antillas” y “la pequeña París”  – capital y urbe cultural por entonces contando con 18,000 habitantes.

Casi tres meses después en noviembre Zamba Boukman murió en combate defendiendo el puesto rebelde de Fond Bleau. Las autoridades francesas ordenaron cortarle la cabeza y la exhibieron en la plaza pública de Le Cap François, acto sanguinario con el que pretendían escarmentar a los esclavos. “Su cabeza fue hincada en un poste en medio de la Plaza de Armas”, señaló Schoelcher, “con una identificación que leía: Cabeza de Boukman, jefe de los rebeldes”. Posteriormente, cabezas francesas rodaron y fueron hincadas en postes o colocadas en techos de casas de esclavos rebeldes como trofeos.

Esto fue apenas el inicio de la larga y complicada revolución haitiana. Quedaba por delante la unificación de las fuerzas esclavas por Toussaint Louverture, la lucha entre sectores de mulatos libres contra esclavos negros, la intervención armada de Inglaterra de 1793 a 1798, el decreto de una Constitución Colonial por Louverture en 1801, la ocupación louvertureana de Santo Domingo español, la cesión de Santo Domingo a Francia producto de otra guerrra (1793-1795), la ofensiva militar de Napoléon Bonaparte contra los esclavos rebeldes enviando sobre 50,000 tropas a la antilla, el entrampamiento y prisión  y muerte de Toussaint en Francia en 1803, y la ofensiva final que transformó y conjugó la lucha por la abolición de la esclavitud con la de la liberación total. Entre las muchas obras sobre el tema, una buena introducción es el clásico del historiador oriundo de Trinidad, Cyril L. R. James, Los Jacobinos Negros: Toussaint Louverture y la Revolución de Haití(1938 en inglés; digitalizado y accesible en internet).

Todo ello culminó con el triunfo de los esclavos revolucionarios sobre el imperialismo francés en la final Batalla de Vertières el 18 de noviembre de 1803. A ello siguió la expulsión de los  diezmados soldados franceses (quedaban 8,000, y de ellos la mitad enfermos de fiebre amarilla) y la proclamación del Estado Independiente de Haití el 1ro de enero de 1804.

Historiador; fmoscoso48@gmail.com.

 

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