El gótico caribeño de Ana María Fuster

En Rojo

Ana María Fuster Lavín es una escritora incansable. Ha sido colaboradora de En Rojo desde que comenzó su carrera literaria. Y su trabajo ha resultado en numerosos libros y aportaciones significativas en antologías en América Latina y Europa. Además es editora, correctora, redactora de textos escolares y columnista de prensa cultural.

Fuster es poeta y narradora. Hoy nos ocupa su más reciente libro: La marejada de los muertos y otras pandemias. Se trata de una colección de microcuentos. El género no es nuevo para ella. Hace apenas un año se publicó Carnaval de Sangre, en dos volúmenes al cuidado de la Editorial de EDP University. Sobre este libro ha dicho el escritor Emilio del Carril:

Con un marcado acento poético que la distancia de otros microcuentistas, y un libro integral finamente redactado y conceptualizado, Ana María Fuster nos empuja hacia una comparsa en la que las máscaras sobran y los instintos se apoderan de nuestra voluntad para hacernos esclavos de nuestra inconsciencia. Los microcuentos se entrelazan, fisgonean entre ellos adjetivos, verbos y sustantivos como hilos conectores de una ambientación siniestra. Al final emergen dos consignas: en la vida, el placer y el amor tienen fecha de caducidad, y que la peor pesadilla es perder el potencial de acuñar sueños. Este es un libro perturbador y doloroso que encierra en un castillo de sombras a los protagonistas y al lector.

A mí me gustaría decir que Fuster Lavín ha venido construyendo una obra que nos permite pensar en algo que puede llamarse “gótico caribeño”. Por supuesto, no están aquí las ruinas medievales ni las criptas o el exotismo propio de la mentalidad romántica. Lo que la escritora logra es crear relatos de horror, absurdo, erotismo y poesía en escenarios caribeños.

Me recuerda este libro una producción reciente y de calidad en la isla, novelas cortas de Francisco Velázquez y microcuentos de Gretchen López y Christian Ibarra. Junto con Ana María, van construyendo un impresionante castillo que no es el de Otranto sino el de la imaginación con el canto perfumado del azul.

Esta nota es un invitación a su nuevo libro y a su obra.

 

EL HOYO

Por Ana María Fuster Lavín

“aunque sé que es complicado, porque hay muchísima vigilancia, 

 saltar a la atmósfera sin que te vean es casi imposible” 

Bob Giordano

 “¿Cuál es mi delito, señoría? El fiscal presentó demasiadas acusaciones. Yo solo pretendía regresar al universo. Entiendo que en las redes se rían de mí diciéndome desgraciado, loco.  Declaro que cavé durante veinte años, todas las madrugadas. Necesito llegar al otro lado y ser rescatado por los de mi especie, seres de luz. Nosotros somos incapaces de comernos el hambre del otro. Somos incapaces de robarnos el futuro de los demás, tampoco adoramos seres invisibles. Ustedes no entienden la verdad de las estrellas fugaces. ¿Ve señoría?, aquel alguacil, aunque use mascarilla, se está burlando. Lo escucho en mi mente. Leo en mi cerebro todo lo que ustedes piensan. Mi abogado de oficio insiste en que estoy incapacitado mentalmente, que alucino. Testifico que sabía que cavaba en la finca vacacional del gobernador, pero la galaxia es pública. Por favor, faltan solo dos metros para escapar. Señoría, la secretaria de sala acaba de pensar que, además de loco, soy bruto, que la Tierra es redonda y ni siquiera llegaré a su centro. Me rio de su ignorancia, que solo trabaja escribiendo lo que otros dicen. Sí, su señoría, me disculpo con la señora. ¿Que cómo me declaro? Yo estoy aquí por error, en esta corte, en este planeta. Esa es mi declaración.”

Días después, logró huir del sanatorio donde lo ingresaron. Se robó una bicicleta y pedaleó durante horas. Llegó a su hoyo. Cavó hasta desfallecer. En la mañana, la prensa reseñó la más potente y hermosa lluvia de estrellas jamás vista.

 

*Este microcuento pertenece a la cuarta parte de “La marejada de los Muertos y otras pandemias”, titulada IV. La marejada de los muertos y de nosotros, los extraterrestres.Ed. Sangrefría, 2020

 

 

 

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