El huracán neoliberal llegó hace rato

Según Naomi Klein, el sistema neoliberal aprovecha los momentos en los que las poblaciones están bajo estado de shock para imponer sus recetas económicas que incluyen la reducción de derechos laborales y medidas impositivas que empobrecen a los trabajadores. Una guerra o un desastre natural son momentos en los que la reacción o la capacidad organizativa de un pueblo son escasas.

En el 2008, Marta Iglesias (Fusión) escribía sobre cómo Estados Unidos aprovechó el tsunami en el Océano Índico (2004) para aumentar su presencia militar en la zona, por la que pasa el 90% del petróleo que emplea Japón. El objetivo que perseguía la superpotencia era posicionarse para monitorear de cerca el crecimiento económico y militar de China. Condoleezza Rice, apuntaba Iglesias, lo tenía claro al afirmar que el tsunami supuso una “maravillosa oportunidad” que “ha pagado grandes dividendos para nosotros”. Además amplias zonas costeras en las que comunidades habían paralizado planes turísticos, dejaron de lado sus reclamaciones. Los habitantes de Sri Lanka notaron los efectos devastadores del libre mercado muy rápido. Cuatro días después del desastre, su gobierno aprobó una ley para privatizar el agua y la electricidad. Todo ocurrió sin protestas.

Hoy escribimos mientras nos encontramos en un aviso de huracán. Irma es uno de los huracanes más potentes de la última década. En el contexto en el que nos encontramos la posibilidad de un desastre enorme se amplía. Me refiero a la política de shock impuesta por la Junta de Control Fiscal. En los medios han aparecido poemas anónimos en los que se relaciona el fenómeno natural con el aparato administrativo colonial:

Pues, el huracán Jaresko

llegó junto con la Junta

y desde entonces barrunta

con resultado grotesco.

El Ricky, tan cantinflesco

reparte en medio del lío

quitándole al más jodío

y en situación tan tan tétrica,

en oración quilométrica,

dice pío pío pío.

De este modo se establece ese nexo, la analogía, entre el desastre natural y el que ya está ocurriendo con la instauración de una suerte de dictadura de los buitres cuyos administradores reciben un sueldo mayor que el presidente de los EEUU o la jefa del Fondo Monetario Internacional.

La certidumbre de ese desastre es incuestionable. El shock ha tomado por sorpresa a muchos. La comparación con el huracán es obvia.

Llevamos rato montao

en cono de incertidumbre

y no hay Diógenes que alumbre

cuando la luz han cortao.

Y no es que uno esté salao

–además, no lo merezco–

la tomenta de Jaresko

y el resto de los hijuela

la anunciaba hasta mi abuela:

si manda el rico emprobrezco.

El gobernador y sus jefes de agencia anuncian de manera ominosa que, aparte de las ayudas de las agencias correspondientes, llega a nuestras costas un portaaviones con medio centenar de helicópteros, aviones, y submarinistas para participar en las labores de rescate. No queremos pecar de alarmistas o de conspiracionistas. Sin embargo, la situación en el país es tan precaria que el poder ideológico de esa ayuda militarizada no nos parece inocente. No sólo funciona como un duro mensaje ideológico, sino que funciona como un incremento de presencia militar en medio de una ofensiva contra el gobierno venezolano. No es difícil pensar en que controlar zonas de producción petrolera a partir de ayuda en momentos de desastre son estrategias que pueden repetirse. No es descabellado pensar que Irma puede ser aprovechado por el tsunami neoliberal y como un modo de acercar presencia militar (quizás como una amenaza) a Venezuela.

Lo urgente ahora, en dos días, es que es muy probable tengamos vientos tormentosos y mucha lluvia. Lo que queda es prepararse. Limpiar, en lo posible, alcantarillas y desagües. Recoger escombros. Pertrecharse de agua. Todos vamos a sufrir de alguna manera los efectos del huracán. El compromiso es ayudar al que más lo necesite. Mucha solidaridad. Y mucho ojo avizor y juicio sobre el que se aproveche de esta crisis (propia de ciclos de la naturaleza) para enriquecerse aún más y para imponer medidas más duras al pueblo. Porque el huracán neoliberal llegó hace rato. A Irma la vamos a vencer también.

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