El ingreso de Gallisá

Gallisá optó por una ruta mucho más escabrosa y de mayor provecho para su pueblo. Temprano en su carrera, la militancia independencia lo sacó de cuajo de la abogacía de los grandes bufetes. Participó activamente en el movimiento de renovación del Partido Independentista y en ese proceso se insertó definitivamente en las inquietudes y el pálpito de su pueblo.

Por Juan Mari Brás

Quizás no haya sorprendido a nadie la noticia del ingreso de Carlos Gallisá al Partido Socialista Puertorriqueño. Y es que a un partido revolucionario no se ingresa sorpresivamente como suele suceder en los partidos coloniales. Lo que se hizo ayer fue, en realidad, formalizar una realidad que venía desarrollándose en la práctica desde hace largos meses y que ya ha cuajado.

Por lo mismo que señalamos arriba, la integración de Gallisá al partido de los trabajadores reviste singular importancia, sobre todo en este momento. Se trata de un dirigente que –como muchos de nosotros– llega al socialismo por el camino de la lucha de independencia patria.

Hace unos pocos años, Carlos Gallisá era un joven profesional instalado en las esferas más ventajosas de la abogacía. Pudo haber trepado alto dentro de este sistema, echando a un lado sus sentimientos patrióticos, como han hecho tantos otros abogados. O sin llegar a los extremos de abyección de los renegados, podría haberse conformado con mantener su patriotismo dominguero –participando en alguna que otra gran concentración y contribuyendo con dinero a las organizaciones independentistas de vez en cuando- sin que tales actividades afectaran su ascenso profesional. Salvaba así la conciencia y el bolsillo, como solía decir un viejo amigo mío, muy cínico.

Pero el compañero Gallisá optó por una ruta mucho más escabrosa y de mayor provecho para su pueblo. Temprano en su carrera, la militancia independencia lo sacó de cuajo de la abogacía de los grandes bufetes. Participó activamente en el movimiento de renovación del Partido Independentista y en ese proceso se insertó definitivamente en las inquietudes y el pálpito de su pueblo.

Forma parte de un amplio de militantes y dirigentes de nuevo PIP, el que empezó a fraguarse en el período de 1970 al 1972 y que, con posterioridad a los últimos comicios, no pudieron triunfar en sus intentos de llevar al PIP a adoptar una ideología y unos principios organizativos que ellos estimaban imprescindibles para el desarrollo de la lucha revolucionaria. No fue la primera vez, y probablemente no sea la última, en que el PIP se estremece en grandes conmociones internas y un sector sale del partido por entender que no cabe dentro de sus moldes.

Al fin de cuentas, las aguas están llegando a sus niveles. Gallisá, como muchos de sus compañeros que salieron del PIP en 1973, ha encontrado en el Partido Socialista la canalización organizativa de su ideario. En verdad, ellos no podían triunfar en el PIP porque –aunque no lo entendieran así en el instante de la pugna interna- lo que estaban planteando era la conversión del Partido Independentista en un partido revolucionario de la clase obrera. Y el embrión de ese partido ya estaba fundado.

El PIP seguirá el curso histórico que le trazaron sus fundadores, como partido que refleja en ideología, composición, actitudes y estilo de trabajo, todas las posibilidades –virtudes y vacilaciones- de la pequeña burguesía patriótica. El PIP ha sido, es y tiene todos los indicios de seguir siendo exactamente eso: el partido de la pequeña burguesía patriota. Nada menos que eso –que es decir bastante- pero nada más.

Gallisá, como muchos otros de sus compañeros en el PIP del ’72, se ha abrazado a la ideología del proletario. La tribuna parlamentaria para la cual lo eligieron los independentistas puertorriqueños ha estado al servicio de la clase obrera. Su práctica profesional se ha tornado en verdadera abogacía proletaria. Es legislador de los trabajadores y abogado de los obreros. Nada más lógico, entonces, que su ingreso al partido de la clase obrera. Por eso, desde el punto de vista del desarrollo de Carlos Gallisá como dirigente obrero, su decisión de integrarse al PSP es un gran acierto.

Para el Partido Socialista Puertorriqueño, por otra parte, el ingreso de Gallisá abre una nueva dimensión a su expansión e influencia como colectividad proletaria. Incorpora a sus filas a uno de los dirigentes independentistas-socialistas de mayor resonancia en el Puerto Rico contemporáneo. Se nutre de una experiencia acumulada poro el compañero que le amplía la perspectiva a nuestro partido, en el momento en que nos proponemos avanzar decisivamente hacia el cumplimiento de metas superiores. Alcanza una tribuna parlamentaria, con anterioridad a cualquier posible participación del partido en comicios electorales, que nos permite ensayar las posibilidades del uso revolucionario de esa tribuna y medir su efectividad en el contexto de la lucha presente.

Fragmento de la columna que se publicó en CLARIDAD en ocasión de Gallisá afiliarse al PSP.

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