El segundo cuatrienio de Luis Fortuño

 

CLARIDAD

Luis Fortuño fue gobernador de Puerto Rico por sólo 4 años, siendo derrotado en su intento de reelección. Pero el segundo cuatrienio que el pueblo le negó a Fortuño parece que de todos modos ha llegado de la mano de Pedro Pierluisi, su compañero de fórmula en 2008 y 20012. Todo lo que representó aquella administración en cuanto a mal gobierno y corrupción pública está de vuelta, y con el mismo desparpajo que tanto indignaba entonces.

Uno de los departamentos que más ensombreció el cuatrienio del binomio Fortuño-Pierluisi fue el de Educación, que tuvo cuatro secretarios, sin contar los interinatos. Casi todos llegaron a la crucial dependencia exhibiendo pomposos títulos académicos, pero en cada caso sólo sobresalió la incompetencia. El primero, Carlos Chardón, no completó un año y, a la carrera, se nombró a una tal Odette Piñeiro, que llegó desde el Capitolio de la mano de Thomas Rivera Schatz. Ésta apenas estuvo siete meses, que transcurrieron entre fracaso y burla. Su sustituto, otro desconocido llamado Jesús Rivera, estuvo unos cuantos meses más y su incompetencia fue de antología. También de forma apresurada tuvo que abandonar el cargo tras sospecharse que provocó un fuego en su vivienda buscando encubrir el uso indebido de energía eléctrica.

Después de todo, la incompetencia de aquella camada era lo de menos porque su objetivo real no era educar la niñez. Mientras los secretarios y secretarias se sucedían, el enorme presupuesto de Educación era distribuido pedazo a pedazo entre una jauría de contratistas identificados con el PNP. El festín de contratos y las dentelladas fueron tan evidentes que desde el gobierno de Estados Unidos se impuso una sindicatura que limitaba el uso de fondos, pero a pesar del probado despilfarro la fiscalía federal no actuó. Entonces estaba dirigida por Rosa Emilia Rodríguez quien durante todo el cuatrienio sería la principal protectora de Fortuño.

El segundo cuatrienio de la misma administración está en marcha, esta vez con Pierluisi de director y Fortuño en el entorno. Una vez más es el Departamento de Educación el principal teatro de operaciones. Los mismos depredadores, con otros nombres e iguales dentelladas, se han lanzado tras el jugoso presupuesto, mientras el gobernador nombra secretarias que sobresalen, como los anteriores, por su compromiso político y su disposición a abrirle paso a la depredación.

Apenas han trascurrido tres meses y por la crucial dependencia han pasado dos secretarias “designadas” y dos interinos, junto a un subsecretario que antes fue el comisionado electoral del PNP. Estos nombramientos van y vienen, entreteniendo a los legisladores responsables de la confirmación, pero la depredación no cambia. Alcaldes y legisladores derrotados en la última elección, junto a los “asesores” desplazados por el cambio de mando en la Legislatura, ya crearon las corporaciones que sirven de parapeto y empezaron a repartirse el presupuesto.

Para asegurarse que todo siga igual, la segunda secretaria designada por Pierluisi, Magaly Rivera, se parece mucho a la también segunda de Fortuño, la risueña Odette. Exhibe un título académico relacionado con educación, pero sobresale más por su activismo político que por su desempeño educativo. Para conocer ese presente partidista no ha sido necesario investigar mucho porque ella lo proclama, y quien la designa cree que no es impedimento. Por lo tanto, no sólo seguirá el reparto de contratos entre la legión de nuevos “consultores”, sino que los reclamos históricos para la despolitización de la educación pública han sido enterrados de forma oficial.

Otra similitud entre Fortuño y Pierluisi es por la indiferencia que condona la corrupción que otros denuncian. Una investigación del diario El Nuevo Día expuso el tráfico de influencias de la secretaria Elba Aponte en Educación y, de inmediato, Pierluisi le reiteró el apoyo, ratificando sus actuaciones. Hace unos días la senadora Marially González destapó actos a todas luces ilegales de otro funcionario que sigue de lo más tranquilo en su cargo.

El denunciado por la senadora es Enrique Volcker, quien está a cargo del Servicio de Tecnología del gobierno. Entre todos los favoritismos de este individuo sobresale un contrato de casi un millón de dólares por seis meses a quien fuera su socio hasta el día en que ocupó el cargo. Este robo evidente de fondos públicos no ha preocupado a Pierluisi y, con toda probabilidad, será el Senado el que disponga de Volcker, tal como ocurrió con Elba Aponte.

La similitud entre Fortuño y Pierluisi resalta tras conocerse el interior de solo dos agencias. En las otras debe estar ocurriendo lo mismo porque la legión de depredadores crece cada día alimentada por la impunidad. En el caso de Educación, la norma la impuso el primer Rosselló cuando nos regaló a Víctor Fajardo. Luego tuvimos los cuatro secretarios de Fortuño hasta llegar a la “gringa salvadora”, Julia Keleher, que produjo el segundo Rosselló. Ahora Pierluisi confirma la tendencia con dos secretarias designadas y dos interinos en tres meses. En el proceso se han despachado unos cuantos billones de dólares, y todavía hay quien se sorprenda porque la educación pública esté permanentemente rezagada.

La disponibilidad de fondos – otra similitud entre Pierluisi y Fortuño – estimula a los depredadores. Durante el primer cuatrienio de este binomio, se dispuso de los llamados fondos ARRA, con los que la administración de Barack Obama intentó estimular la economía tras la crisis financiera de 2008. Los que se signaron a Puerto Rico los repartió Fortuño ya sabemos cómo. Ahora llega otra buena suma para el impulso económico tras la pandemia, que se junta con los fondos de reconstrucción post huracán que Donald Trump tenía congelados. Ante tanta comida disponible en la sabana las fieras están excitadas. Las más atrevidas ya devoran su presa mientras las otras, salivando a todo dar, se preparan.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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