El Topo: poeta fundamental y juglar de la patria

 

 Rodeado de mí mismo

sin evasión posible

tejo con mis pisadas

mi propio laberinto

(El Topo. Penúltima salida)

 

El poeta nacional Francisco Matos Paoli, prologando el poemario Penúltima Salida (1978), destaca que “La obra de este autor pone de relieve a un poeta de elevadas calidades de arte, cuyo verbo lírico, nutrido en el espíritu de las esencias isleñas, se mueve con ademán de entronques surrealistas por las rutas del reino de la ensoñación. Su voz de poeta nuevo, forjada al calor de multitud de lecturas en sus tiempos de estudiante —los autores clásico españoles de la época aurea, Neruda, Vallejo, Lorca, el francés Rimbaud, etc.— se vierte en realizaciones de acentos líricos de indudable personalidad propia. En lo formal externo, dice Matos Paoli materializa el verso de Cabán por cauces de libertad métrica y estrófica, sin rima, pero montado sobre cursos expresivos de rítmico fluir. (Ver F. Matos Paoli, “Penúltima salida”, Rio Piedras, 1978).

Por su parte Josefina Rivera de Álvarez en su Antología de Literatura puertorriqueña, nos señala que otro aspecto del que hacer poético de Cabán Vale, asociado a la música, lo constituye su obra vertida, como sabemos en multitud de canciones. Como hecho trascendental de la carrera de El Topo, a quien ubica en la generación del sesenta, subraya que “comparte este cancionero suyo iguales inquietudes y motivaciones, y parecidas fervores del trabajo literario, que su poesía vertida en libros  y revistas”. Añade que “esta transición de la poesía escrita cantada que se opera en nuestro escritor viene a enlazar con el antecedente de la poesía cantada que impulsará en Brasil principalmente el bahiano Caetano Veloso por los finales de los años sesenta del presente siglo, a su vez afín a técnicas y procedimientos de la llamada poesía concreta brasileña, << desarrollados en un sentido precipuamente oral, de relación voz-música>>(Josefina Rivera de Álvarez. Literatura Puertorriqueña: su proceso en el tiempo. Ediciones Partenón, S.A. Madril. 1983).

Haciendo referencia a los poetas concretos (brasileños) esta autora—en acotación bibliográfica— es un movimiento (el concretismo), que “sin miedo de la aparente paradoja que había en ese traslado de campo (literatura/música) y también en la mudanza de esfera (de la producción o del consumo restringido como es el caso de la poesía—, hacia la del consumo de masa—como en el caso de la música popular… (Ver H. de Campos “Superación de los lenguajes exclusivos”,América Latina en su literatura, México, D.F., 1980 págs. 297-300, citado en Rivera de Álvarez, pag.691.

En 1985 José Enrique Ayoroa Santaliz en un artículo titulado El Topo: poetaapuntaba que Antonio Cabán Vale “es lo más importante que le ha ocurrido a nuestra canción popular durante los pasados veinte años”. Es un estudioso,—decía Quique en ese momento—un conocedor de la poesía culta, en cuya obra “me parece adivinar a ratos validas influencias de Cesar Vallejo Rafael Alberti y Miguel Hernández que disimula el dominio de ese oficio con sus arranques de salao humor pueblerino. (El Reportero, sábado 13 de julio de 1985, pag. 14).

Por otro lado apuntaba Quique que “no se precisa de gran intuición o agudeza para adivinar que hay también en ese Topo, jocoso de cara al público, la profunda pena oculta que —-como el grano de arena en la ostra, provoca la secreción que da a la luz la perla—- acucia a tantos de los creadores inmortales. No empecé todo ello—-que ya sería bastante por mucho—la nota característica sobresaliente en Antonio Caban Vale El Topo, es su rabiosa autenticidad. En una época (sobre todo durante la pasada década) en la que las siempre peligrosas ráfagas de la moda llenaron de impostores-puestos canto terruñal, al Sector Caraima del barrio rural La Cruz del municipio de Moca, presente y pretérito en su importante tradición oral, canta por cada uno de sus poros cuando interpreta su folklore.

Ese genio creativo de El Topo proviene de dos fuentes principales en su formación musical: su crianza en un campo de Moca en contacto con la naturaleza, la agitada vida universitaria en la urbe riopiedrense durante la turbulenta década de los años 60. Pasó una niñez muy difícil por la carencia material y los problemas que arrastraba ser pobre, al amparo de una familia que incluía a tres hermanos menores, su mama y un padre militar que venía de pelear en el Norte de África, con sus consabilidas perturbaciones.

Relata el juglar de la patria –entrevistado por Jósean Ramos para Vidas Únicas, El Nuevo Día, que su ingreso en el 1961 a la Universidad de Puerto Rico y al mundo riopiedrense marcó su vida para siempre. Pues fue allí donde formo parte de la Estudiantina Universitaria y “se unió se unió a un grupo de poetas, bohemios y rebeldes con muchas causas, que habrían de fundar un movimiento renovador en la poesía nacional, al movimiento renovador en la poesía nacional, al amparo de la prestigiosa Revista Guajana, donde publicó sus primeros versos “El Topo”. Fue, precisamente, un integrante del Grupo Guajana, José Manuel Torres, quien le puso el mote con que se le conoce en el mundo entero. Era uno de esos viernes por la tardecita, cuando salían de clase y se reunieron en el colmadito Barrio Chino frente a la plaza de Recreo, al leer poesía y a beber vino “El pavo”, que tomaban caliente porque salía más barato. Es su botellita de vino para cocinar, y en medio de una nota suprema José Manuel se le quedo mirando fijo y luego exclamo: “! Ay, mira un topo!” En adelante a sustituir su nombre de pila” (Vidas Únicas Luz verde a la esperanza… Antonio Cabán Vale “El Topo”: compositor y músico, jueves 31 de mayo de 2007).

Evocaba el Topo  en esa entrevista que la primera canción que compuso fue “Sol” dedicada a una compañera de la Estudiantina que murió de repenten, y para quitarse de encima tanto dolor le escribió y musicalizo sus versos: “Sol eres tú en mi sueño, tu recuerdo es aliento en mi existir, que importa si la luna no aparece, si la luz eres tú”. Ya en verano de 1966 escribió su segunda canción, que lo daría a conocer en el mundo entero, la clásica danza “Verde Luz”, que grabo su nombre en el pentagrama universal.

Ayoroa Santaliz aprecia que en el Topo “se da la feliz dualidad de quien canta nuestro folklore, sobre todo regional, con la autenticidad suprema de un Odilio González y la altura poética de una de las más importantes voces de su grupo generacional, y de un cantor dramático del empaque de un Charles Aznavour o una Edith Piaf”. A renglón seguido señala que por injusto olvido “el común de la gente que le admiran, destacan, bien El Topo folklórico y festivo que podemos significar con Los Lirios del Campo, Flor De Amapola y Solina, Solina bien El Topo patriótico y revolucionario de El Pescador de Culebra, Las Manos de Campo, Verde Luz y Antonia. Rara vez se menciona El Topo hondo, reflexivo, lirico, intimo de En un Café De Estudiante, El Comienzo Del Amor, Pobre De Mi Si Tengo La Suerte, Era Corto El Camino, Después De La Canción, Que Extraño Es El Amor, Julia De Amor Amanecida, Altar De La Ventana Compañera Soledad, Caminando, Caminando o la reciente milonga-criolla Yo Quiero Decir Cantando”.

En las múltiples dimensiones de la figura de nuestro cantor nacional siempre debe recordarse que además de ser forjador del movimiento de la nueva canción puertorriqueña y embajador cultural de nuestra patria a festivales mundiales como el de Alemania, estuvo presente como brigadista en la patria Cubana en eterno gesto de solidaridad. Su verso lo celebramos hoy nuestra generación y todo aquel que siente la trova viva llena del “golpes de ternuras”.

Antonio Cabán Vale es voz de la tierra, calor de conciencia y sobre todo juglar de la patria viva.

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*El autor es historiador y conductor del programa radial Canto Libre desde el Sur que se transmite por WPAB 550 AM.

 

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