Elizam Escobar: Entre la sabiduría y el conocimiento

Por Giancarlo Vázquez López

gvazquez@claridadpuertorico.com

Pasado el medio día del viernes el artista Elizam Escobar nos recibió en su casa. Cuadros, serigrafías, sombreros y otras tantas curiosidades por todas partes. Por ejemplo, el reloj de arena en medio de la mesa del comedor para medir el tiempo de la entrevista. Nos invitó a tomar asiento. Se arregló la boina y se sentó.

El tiempo fluyó de un vidrio a otro en un lapso de dos horas. La arena ya había comenzado a escurrirse cuando comenzó la entrevista; cuando el bulbo superior estuvo completamente vacío aún no habíamos acabado. Los segundos comenzaron a caer de nuevo.

El nihilismo, la voluntad de poder, el eterno retorno, fueron algunos de los temas de los que habló Elizam, en forma de broma y enserio, antes de contarnos algunos detalles de su vida. Ese tono prevaleció durante la entrevista, haciendo de la misma una amena, jocosa, cool. También habló del arte –por supuesto– lo que para él es “la diferencia entre sabiduría y conocimiento”.

A partir de tal definición mencionó que, luego de 20 años como profesor en la Escuela de Artes Plásticas, ha visto dos tendencias dominantes entre los estudiantes: los que quieren ser estrellas y los que tienen un compromiso, más o menos, con la cuestión social-política. Sin embargo, mencionó que ha notado en los estudiantes inclinados a la segunda un vacío entre la cuestión de los estudios artísticos y la historia, especialmente aquella sobre la lucha política.

Como activista cultural y ex prisionero político –solo dos de sus varias facetas– advirtió que hay que tener cuidado y saber distinguir la lucha política de la lucha artística y cultural, porque se puede terminar haciendo arte propagandista y aunque hay buen arte propagandista y, a veces, hay que hacerlo, “ese no es el propósito del arte. El arte va más allá de eso”.

Todavía guarda algunas de las obras previas a su arresto en 1980. Las que se salvaron de los agentes federales que entraron a su apartamento en Manhattan, Nueva York, y pretendían arrancar las telas de los bastidores. No lo hicieron porque el abogado Abby Lugo intervino, pero recuerda que le viraron el apartamento “patas arriba”.

Antes de establecerse en N.Y.

Elizam vivió en Ponce hasta los 10 años. Su papá trabajaba en construcción y tenía que estar viajando todos los días y “en una de esas, decidió que se iba a mudar”. Su desarrollo continuó en Bayamón y en el 1964 visitó por primera vez la ciudad de Nueva York. En el 1969 entró a la Universidad de Puerto Rico, en Río Piedras, e ingresó a los cuadros universitarios de la Liga Socialista, donde estuvo hasta 1971.

Para esta última fecha viajó por segunda vez a Nueva York. En ese entonces empezaban los programas de estudios puertorriqueños. Tuvo la intención de ingresar pero, en cambio, terminó trabajando en un programa de la comunidad, barriendo, luego haciendo letreros de basura, exterminando ratas, hasta que se graduó.

“Unas monjas me hablaron de un programa en el edificio Federal Plaza y fui para allá… Da la casualidad que me estaban buscando en Puerto Rico; los vecinos decían él se fue, y yo trabajando en el Federal Plaza. Pero llegó el momento en que dije yo no puedo estar mucho tiempo aquí porque me van a descubrir. Me metí en un programa bilingüe que había, terminé el bachillerato, empecé a dar clases y me quedé en Nueva York”.

En ese programa se podía estudiar y dar clases simultáneamente. Comenzó a ejercer como maestro en una escuela elemental. Después de terminar el bachillerato fue maestro de escuela superior “así estuve un tiempo hasta que nos cortaron los fondos (arrestaron)”, bromeó.

Trabajó como maestro sustito hasta que la persona que dirigía el programa bilingüe y cultural en Lincoln High School, le ofreció un puesto de profesor sustituto-permanente. “Yo dije ¡diablo! Eso es un medio mixto bien heavy”.

Aunque sin entender muy bien de qué se trataba lo aceptó. Allí tuvo que dar la clase de geometría. Estuvo un año. Después apareció un programa de arte que formaba parte de la Asociación Hispana del Arte, que era como la sombrilla. En el programa había artistas de todas las disciplinas: escritores de teatro, músicos, cantantes, pintores, fotógrafos.

“Entré. Me dieron una plaza que si yo no la cogía me quitaban la licencia. Entonces, fue que me arrestaron”.

¿Conocías a alguno de los arrestados?

“De amistad así, a Dylcia (Pagán) […] Había gente que yo nunca había visto en mi vida porque eso es una de las cosas del clandestinaje, conoces los menos posibles. Si te cogen no puedes decir nada pero sí había alguna gente que yo obviamente conocía”.

“Muchos de los compañeros estuvieron en las gangas. Cuando nosotros llegamos a la prisión ya nos tenían preparado cepillo y pasta de dientes, jabón… nos trataron como héroes. Mandaron mensajes a todos los jefes (de gangas), a esa gente (a los prisioneros políticos) hay que respetarlos”.

“Freddy Méndez, era un chamaco buena gente, inteligente, de Chicago, que estuvo en las gangas. Desde el principio, por culpa de él fue que nos arrestaron. Eso es lo que yo digo, porque él tenía un bigote falso encima de su bigote y se le empezó a caer. Ese día había dos guardias tomando café. El más joven estaba sospechoso y cuando le vio el bigote a Freddy, dijo, no esto está mal aquí. Y ahí fue que nos jodimos. El quería correr, yo le dije: “Chico, no corras que te van a matar”.

“En la prisión yo le dije a Carlos, ese hombre está mal. Carlos insistió en que no, que Freddy estaba bien. Está bien fue que me lo pusieron a mí en la prisión. Yo estaba en la unidad y él en otra, en donde la gente trabaja y tiene más flexibilidad; yo estaba en donde casi nadie trabaja, estaba encerrado todo el día. Nos veíamos en la iglesia y en la biblioteca”.

Freddy se la pasaba diciéndole: “Elizam, tenemos que escapar”, musitó Elizam imitándolo.

“Él quería buscar los síntomas de una enfermedad que no la podían tratar en la prisión y tenían que llevarte a fuera a lo que llaman un Fort Lawn. Supuestamente, (Freddy) desapareció. Entonces, los Latin Kings me dijeron: “No, Elizam, si ese hombre ha salido tres veces de la prisión a un Fort Lawn, pues obviamente estaba haciendo contacto con el FBI”. La gente en Chicago (en la prisión) pidió hacer una huelga de hambre porque pensaban que lo habían raptado. Yo les dije: “Yo sé que ese hombre está cooperando, pero si quieren hacer una huelga de hambre vamos a hacerla; pero vamos a hacerla controlada porque no vamos a morir nosotros y ese hombre comiendo bistec”.

“Me mandaron para el hospital… yo dije: ‘Si tú me quieres sacar me tienes que cargar’. Me echaron en una silla y me cargaron. Todos los presos me aplaudieron. Cuando llego al hospital había un guardia. Mandó a pedir una pizza, se echa a reír y dice ‘¡Mira qué!’, y empezó a decir, ‘Pero ¿tú no quieres pizza? Cómete una, mira si ya sabemos que está cooperando y tú aquí pasando hambre”.

Elizam se resistió. “No voy a comer”, le decía al guardia. “Fíjate que tácticas, son unos canallas”. A los diez días la gente afuera se dio cuenta de que Freddy estaba cooperando.

“La prisión es el peor teatro que yo he visto, pues tú tienes que bregar. De ahí fue que yo salí con eso de crear espacios de libertad, pero es difícil… Tuve que aislarme mentalmente para poder seguir.

¿Cuándo te prohíben pintar?

“A mí me movieron de Wisconsin. Estaba al lado de los grandes lagos. En invierno los tubos se congelaban, se metía a 40 grados bajo cero. De ahí me sacaron y me metieron en una prisión en Denver y después para El Reno, Oklahoma. Yo llegué allí y pensé que estaba en la Edad Media. Eso era una prisión vieja y toda desgajada. Los tipos allí estaban locos. Por primera vez estuve en una unidad que no había celdas. Bueno, eran unas celdas, pero abiertas, cincuenta aquí y cincuenta allá. Aquello es una tortura, yo dije aquí me voy a volver loco”.

“El dirigente de la unidad la cogió conmigo. Me metieron en segregación porque me llamaron a trabajar el día que no me tocaba. Trabajaba el día entero en la cocina y solo tenía un día para descansar. Yo dije que no. Ahí me escondieron mis materiales. Estuve un año sin pintar. Ellos decían que era porque no había espacio para pintar. Fue cuando empecé a escribir más ensayos, iba a la biblioteca de leyes a escribir de arte, mientras los presos se estaban rompiendo la cabeza a ver como salían. Me hice amigo del bibliotecario que era un boricua que se había casado con una mexicana. El tipo se portó bien conmigo. Me regaló Poeta en Nueva York, de García Lorca. Ese libro tenía una introducción donde hablaban de la experiencia de Lorca en Nueva York”.

“Los presos puertorriqueños me pidieron que les diera una clase de historia. Hablé con el bibliotecario, lo aprobó, después del primer semestre me dijo que no podía seguir. Yo me dije, Coño ¿por qué será?

Elizam, cuenta que se sorprendió con los libros que pudo encontrar en las bibliotecas de las prisiones, especialmente en la primera que estuvo. En la prisión de Pontiac, en Illinois, Chicago, encontró un libro sobre la historia del partido comunista de la Unión Soviética y trabajos de comunistas “porque había gente que iba a las prisiones que eran de izquierda que llevaban esos libros. En esa biblioteca yo me encontré muchos libros. En el norte había unas poblaciones que venían de esa tradición, que eran sindicalistas anarquistas”.

¿Qué recuerdas de cuando llegaste a P.R. y cómo lo comparas ahora?

“Cuando salí de la prisión nos estaban esperando un montón de periodistas en el aeropuerto de Oklahoma City. De ahí nos fuimos para Chicago. El hijo mío llegó y luego cogimos el avión para Puerto Rico. Me llevaron a casa de la vieja en Lomas Verdes, Bayamón. Me tenían un letrero que decía ¡Bienvenido!”

Llegó en septiembre del 1999. En enero del 2000 empezó a dar clases en la Escuela de Artes Plásticas y a conocer gente. Veinte años más tarde, Elizam critica que en los últimos 20 años el discurso de liberación de Puerto Rico “trata de evadir” el asunto de la lucha armada.

“No se puede negar eso. No se puede decir que las manifestaciones del verano eran pacíficas. Los videos están. Tú ves los ataques con las bombas de gas, los tiros, la gente golpeada. ¿Cómo me vas a decir que eso es pacífico? Lo que pasa es que ellos tienen que suavizar la cosa porque les conviene, a la prensa le conviene. Entonces ellos quieren decir que todo eso se puede hacer pacíficamente”.

“Existe la violencia reaccionaria y la revolucionaria, y tú haces uso de todos los medios necesarios, incluyendo la lucha armada, para derrotar el colonialismo, que es un crimen contra la humanidad. Si nosotros vivimos todo eso, ¿por qué lo voy a negar? Yo creo que desde que yo estoy en Puerto Rico mucha gente de la izquierda se ha movido hacia al centro, mientras que mucha gente del centro se ha movido hacia la derecha. Muchos posmodernos radicales decían que eso (de la lucha armada) son cosas del pasado, y entonces, ¿qué está pasando en Yemen, Palestina, Afganistán, Latinoamérica y en Siria? Eso es perder el sentido histórico”.

En relación con esto manifiesta “yo tengo mejor identificación con los jóvenes, que con nadie más. Creo que ellos tienen la energía de asumir esa responsabilidad, como la gente de Se Acabaron las Promesas. Hay unos fenómenos nuevos que no hemos podido asimilar. Todavía no hemos visto las cosas que pueden pasar”.

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