En busca de balance: El Reino (intensidad) y Poms (liviandad)

Por María Cristina

 

Lo fabuloso del cine es que a pesar de la singularidad de temas y estilos que los grandes estudios imponen a sus proyectos más costosos, están los márgenes, las orillas, los lados que nos permiten entrar en otros mundos que pudieran ser repetitivos, fantasiosos, minimalistas, desafiantes pero siempre entretenidos. Por eso a los amantes del cine les encanta el Festival de Cannes con cartelera principal de directores, historias y estilos conocidos o por conocer si aceptamos el reto que nos lanzan. El filme español El Reino, ganador de los Premios Goya por mejor actuación masculina, actor de reparto, director, guion original, música, edición y sonido, y también del prestigioso Premio José María Forqué por mejor actor y Premio Platino al cine iberoamericano por mejor actor y edición, nos incomoda desde el primer momento y cuando estamos acomodándonos a la manera de pensar de su protagonista, nos apagan la cámara. Poms, otro producto con el sello de éxito de Hollywood por su tema y elenco para atraer la población 60 +, incorpora esta vez a las mujeres viejas que supuestamente no tienen ningún “appeal” (piensen en la popularidad de Broche de oro aquí en Puerto Rico con los viejos que pueden atraer mujeres mucho más jóvenes que ellos). 

 (director Rodrigo Sorogoyen; guionistas Isabel Peña y Rodrigo Sorogoyen; cinematógrafo Alejandro de Pablo; elenco Antonio de la Torre, Mónica López, Josep María Pou, Bárbara Lennie, Nacho Fresneda, Ana Wagener, Luis Zahera, Francisco Reyes, María de Nati, David Lorente, Paco Revilla, Sonia Almarcha, Andrés Lima, Oscar de la Fuente)

Todo el filme—historia, personaje, cámara, edición, movimiento, diálogo—se centra en Manuel López Vidal (Manu), interpretado magistralmente por Antonio de la Torre, quien de ser el heredero del reino de las finanzas, económicas y políticas, se convierte en el chivo expiatorio/fall man cuando descubren el esquema de fraude y engaño en que se basa. De la euforia, complacencia y soberbia que todos manifiestan en una de sus muchas reuniones/fiestas de amigos se mueve todo al silencio, desaparición y no disponibilidad de los miembros del grupo. Manu intenta mantener al grupo junto y continuar su trabajo como si nada estuviera pasando. Cuando ve que todos le dan la espalda y que será el único que lo pierda todo y cargue con la culpa, pone toda su energía—al parecer inagotable—a descifrar el enjambre que implica a personas poderosas e influyentes en todas las ramas del gobierno y la política de turno.

Aunque con un panorama mucho más amplio El Reino se enlaza con el filme estadounidense Margin Call de J.C. Chandor del 2011 que se centra en el debacle financiero de los Estados Unidos en 2008. Tiene la misma centralidad—la corrupción interna del poder—y tempo que no se detiene porque los eventos suceden casi simultáneamente y sin pausa. Aparentemente Manu no pierde la seguridad de que será protegido—ya sea por su jefe/mentor como por los representantes del partido en el poder—y aunque no sigue las indicaciones que le dan de quedarse tranquilo y no contactar al resto del grupo, confía que cuando sus amigos/socios dicen que no van a revelar nada cumplen su palabra. Cuando poco a poco descubre que él es el único sin protección, se lanza en una carrera frenética para buscar documentos, textos, grabaciones y jumpDrives que prueben que él solo es una pequeña parte de un esquema que involucra hasta a los medios periodísticos. 

Poms (director Zara Hayes; guionista Shane Atkinson y Zara Hayes; cinematógrafo Tim Orr; elenco Diane Keaton, Jacki Weaver, Celia Weston, Alisha Boe, Charlie Tahan, Rhea Perlman, Phyllis Somerville, Pam Grier, Patricia French, Ginny MacColl, Carol Sutton, Bruce McGill, Alexandra Ficken)

La trama es muy sencilla: Martha decide mudarse del apartamento en Nueva York donde había vivido casi toda su vida a un complejo de seniors/adultos mayores en Georgia. Un cambio tan radical de localidades no parece tener sentido, pero desde el principio nos enteramos que Martha tiene cáncer terminal y que prefiere alejarse de todo lo conocido para poder morir en paz. Pero paz es lo menos que va a encontrar ya que los residentes de este complejo insisten en que tiene que integrarse a la comunidad. Así es como llega a proponer un club de cheerleaders/porristas y con su nueva vecina, Sheryl, recluta a Alice, Helen, Olive, Phyllis, Evelyn y Ruby para formar mujeres en movimientos corporales. En las pruebas se constata que todas pueden moverse relativamente bien pero que el ensayo es esencial para poder presentar un show a la comunidad. Como es de esperarse, el proyecto sufrirá percances que lo atrasen o desvíen, pero llegarán a su meta.

Elementos narrativos que se añaden están bien integrados sin necesidad de desarrollarlos: el nieto adolescente que vive “ilegalmente” con su abuela; las noches de fiesta con póker, bebida y algo más; los maridos que toda la vida han exigido esposas pasivas; los hijos que deciden todo por sus madres sin tomar en cuenta sus deseos; la intolerancia entre generaciones. Aunque Diane Keaton como Martha es la protagonista ya que es su historia la que mejor conocemos, sin duda, Jackie Weaver (Silver Linings Playbook) como la desafiante Sheryl se roba el show. Sus lecciones e intercambios con las estudiantes adolescentes donde enseña de vez en cuando como maestra sustituta son una joyita. 

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