En la feria

Por Zahira Cruz /Especial para En Rojo

Disfruto mucho venir a Madrid durante La Feria del Libro que toma lugar en el Parque del Buen Retiro. Las librerías de la ciudad se vacían y me puedo regodear a gusto y ganas entre sus mesas y estantes atestadas de libros en lugar que de gente. Hay fresco (dentro de las librerías, y para mi sorpresa afuera no está tan caliente como en otras ocasiones) y comodidades para hojear y seleccionar lo que me interese. Si voy, por ejemplo, a La Central de Callao o a Tipos Infames en Malasaña puedo tomarme allí una cerveza y luego un café, o viceversa. El orden en estos asuntos no me importa mucho, solo depende de lo que me apetezca y del estatus de mi bolsillo. Por supuesto, para algunos, estas actividades mías pueden resultarles una comemierdería yo, en cierto sentido, lo considero un lujo. Soy un ser humano y tengo mis debilidades. No me flagelaré por ello —a fin de cuentas no es algo que hago a costas del sufrimiento ni del trabajo ajeno—. Me gusta leer y tomar mis refrigerios. A veces compro libros a veces no. A veces puedo venir a Madrid a veces no. A veces puede ser en tiempo de feria a veces no. A veces contenta a veces no. En esta ocasión he venido a Madrid en época de feria y por un momento pensé en darme el lujo de no poner un pie en el evento, pero al final vine un rato para poder contarles a mis señoras y señoritas amigas y amigos del En Rojo lo que había por aquí. Contarles que en el Parque del Buen Retiro sigue —el todavía joven— poeta con su silla y su mesa escribiendo poesía por un euro frente al estanque. También la cabra con su badajo luciendo su mejor sonrisa —siempre imperceptible— para la foto y la gitana con sus ramas de romero derrochando originalidad en cada maldición que desperdiga ante la tacañería de los turistas; la orquesta de camara sigue allí y los pájaros cagándose en las mesas de los chiringuitos también. Todo en su lugar, supongo. 

Esta edición de la feria (FLM19) ha sido dedicada a la República Dominicana. En su programa de participación enfatizaron nuestros hermanos dominicanos su herencia española y destacaron las figuras de Pedro Henríquez Ureña, Juan Bosch y Marcio Veloz Maggiolo como intelectuales de fuertes vínculos literarios con España. Además, dedicaron un especial reconocimiento al poeta Pedro Mir. Dicho programa transcurrió entre tertulias, conversatorios, presentaciones de libros, música, documentales. Hubo también un ciclo de cine dominicano, danza, teatro, carnaval y un pabellón infantil decorado con la temática del mar cuyo lema fue ‘Embarcados en los libros’. Hubo sesenta narradores, y merengue y bachata en vivo. La presencia del merengue fue justificada bajo el dato de que dicho género musical es patrimonio inmaterial de la UNESCO pero, quisiera comentar, acá entre nosotros, ¿no les parece que la presencia del merengue en este evento cultural no necesita mayor justificación que la de su mera existencia y pegajoso ritmo y sabor? La agrupación musical de merengue Perico Ripiao y Víctor Víctor con su bachata fueron dos de los representantes de la sonoridad dominicana que encendieron la bulla y atajaron la solemnidad típica de estos eventos que en la mayoría de las ocasiones me hacen morir de tedio. La reina Leticia estuvo el primer día acompañada de sus princesas y fue agasajada con el obsequio de varios libros en su mayoría de literatura femenina. Lo cuento porque sé que la realeza española es tema de conversación entretenimiento y cotilleo en ciertos sectores de nuestro país, ávidos lectores también de nuestro suplemento semanal En Rojo, ¿sí o no? 

Para ir culminando con el relato de mi experiencia me confesaré con ustedes: el motivo promordial, o más bien único, que me sacó de las librerías y me llevó a la Feria en el Buen Retiro fue la presencia del admirado escritor catalán Enrique Vila-Matas, quien estaría firmando libros en la caste de la Librería Méndez. Sobre esto no sé si estará demás decir que me limité a ver de lejos cómo el autor le firmaba los libros a personas con mayor capacidad que la mía para lidiar con las hordas de lectores entusiasmados por obtener su autógrafo. 

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