Escuchar a Rojo Chiringa: Ejercicio: Métodos de montaje: Cine y literatura

0. Rojo Chiringa a hecho muchas cosas. El videoclip de iLe, Triángulo, que es casi un cortometraje de fina factura. Quizás han visto ¡Sonó sonó, Tite Curet! un documental que historia parte de nuestra música popular a través del eje fundamental del autor de Juan Albañil. El colectivo;Gabriel Coss, Leandro Fabrizzi, Ray Figueroa, Yara Nazario y Patricia Beato ha ganado varios premios: 2 SunCoast Emmy Awards, 2 Latin Grammy Awards, 3 Francisco Paco Oller Awards, DocTV Latinoamérica Fund, y un Premio Especial: Excelencia en el Periodismo sobre Ecología del Overseas Press Club, entre otros.

1. El asunto es que si usted ha visto el trabajo de Rojo Chiringa sabrá que es de calidad. Y si no lo ha visto esta oración es una invitación a que lo haga. La razón para escribir el resto de las oraciones de esta nota es personal. A mí me gustan los videoclips, como iLe: Triángulo, del que Nazario fue directora de arte; me gustó el documental de Tite, en el que se muestra un Puerto Rico que se parece a otras ciudades del Caribe y Latinoamérica, y me pareció importante que hayan hecho Desagravio, un cortometraje de ficción en base a el cuento de Emilio S. Belaval, Un desagravio al cabrón del barrio Juan Domingo.

Lo que pasa es que me gusta mucho la literatura. Y el cine. Cuando entré a la universidad cayó en mis manos, literalmente, un libro que se titulaba Ways of Seeing, de John Berger. Mirar establece nuestro lugar en el mundo que nos rodea. Mirar es algo muy similar a leer. Miras un libro y lo lees. Entonces, ahí estaba Cuentos para fomentar el turismo, de Emilio S. Belaval. Por pura casualidad la poeta Zaira Pacheco está mirando un cortometraje, Desagravio, aquí, a mi lado. Me intereso. Lo veo, lo miro, otra vez. Hace poco más de un año, el corto participó en el octavo Festival de Cine Europeo de la Alianza Francesa. Arrasó. Cargó con cuatro premios: mejor cortometraje, mejor guión, mejor director y mejor cinematografía, para Willie Berríos. No voy a escribir una reseña. Me gustaría algo mejor. Escuchar a la gente que lo hizo. Rojo Chiringa.

2. Hablo con Gabriel Coss, Yara Nazario y Ray Figueroa. Los primeros dos son conocidos en el ámbito del periódico Claridad. Se criaron prácticamente en aquel edificio de la parada 26 1/2 donde estaba hace unos años el semanario. Los respectivos padres trabajaban en ese proyecto. Ahora, en la calle Borinqueña de Santa Rita, están como parte de un equipo de trabajo al que quiero escuchar. Ray no andaba por aquel edificio de dos pisos. Más bien andaba por Cuba estudiando cine, redacción de guiones, aprendiendo, viajando. Guatemala, Nicaragua. Honduras. Y de vuelta a Puerto Rico.

Lo primero que pregunto es cómo, cuándo y por qué, un cortometraje sobre ese cuento de Belaval. Ray Figueroa es el guionista. Un amigo le habla del relato. Le presta el libro. Se lee ese cuento y los demás. Le gustó y escribió la versión en imágenes. Déjenme decirles a ustedes que no están al día en la comunidad del cine puertorriqueño, que Figueroa tiene a su haber varios trabajos como director y como escritor. Pueblo Chico (corto)  2017; Desagravio (corto) 2016; Irresistible (para la tv) 2016; The Sword and the Hairpin (corto) 2014.

12:16 (corto) 2013; Encuentros (corto documental) 2011 Toque de Queda, 2010 y así, poco más de una década de trabajo. De modo que el guión de Desagravio es parte de una larga trayectoria.

Tanto Gabriel, Yara como Ray reconocen la gran cantidad de material literario que se produce en Puerto Rico como una cantera enorme para la producción de cine de ficción. Eso aparte de la creatividad de los cineastas del país. Escoger a Belaval, que no es un escritor del momento, que aún entre estudiosos de la literatura puertorriqueña no es el más comentado, es un riesgo. Pero a los tres les bastó una lectura para reconocer la genialidad de su acercamiento a una realidad social que resiste la prueba del tiempo y a un tono que lo hermana a otros modos de escribir cercanos a Latinoamérica y el Caribe. Aparte de que sus temas son universales, a pesar de la búsqueda de ese lenguaje oral específico. Figueroa intuyó la necesidad de conservar esa búsqueda de la oralidad popular junto a la posibilidad de adecuarlo a un oído contemporáneo.

3. No existe en el colectivo Rojo Chiringa la idea de que exista una polémica entre la literatura, concebida como un arte, y el cine, calificado de espectáculo. El arte puede ser espectáculo. Lo es cuando es bueno. A la larga o a la corta. La distinción sobre la que se podría polemizar es tan antigua como es de viejo el cine. Piense en Artaud, en los hermanos Lumiere, quienes adaptaron Fausto en 1896 y posteriormente George Méliès en 1899 presenta la primera versión de La Cenicienta basada en la historia de Los Hermanos Grimm y King John basada en la obra de Shakespeare.En las versiones al cine de relatos de García Márquez, en Lo que el viento se llevó. Pero no piense que esa polémica existe en las mentes de los miembros de Rojo Chiringa. Coss, Nazario y Figueroa están de acuerdo conmigo cuando digo que, a fin de cuentas, ambas disciplinas tienen el mismo fin: contar historias. La preeminencia de lo visual en el cine no significa que no tenga el mismo objetivo que un relato. Ahora bien, está claro también que es un reto creativo narrar una historia en un tiempo determinado. ¿Cuántos minutos de film son equivalentes a ocho páginas de un cuento? ¿Cuántas páginas tiene el guión a partir de esas ocho páginas? Es un delicioso reto que se asume con el hambre de hacer cine.

4. Estoy parafraseando. No hago entrevistas con grabadora. Apenas tomo notas. Les aseguro que ésto fue lo que me iban comentando.

5. No todo es literatura, por supuesto. Hay guiones originales y el documental es quizás el género más importante de nuestra producción cinematográfica. Ahí esta El Antillano (de la que Figueroa fue co-guionista), Filiberto (en la que colaboraron), 1950, por dar tres ejemplos recientes. Hace catorce años Gabriel y Freddie Marrero dirigieron Aljuriya, filmada en Palestina. Y como ven, y es motivo de orgullo, hay un trabajo colaborativo que se ha ido enriqueciendo desde que esta generación de trabajadores del cine comenzó a realizar sus obras. Ray trabaja ahora en una serie en la que la figura central es Nicky Jam. Pronto. En Netflix.

6. Rojo Chiringa se mueve haciendo su trabajo en el clima huracanado de Puerto Rico. Esta no es la URSS del 34 invirtiendo millones en la producción de cine. No tendría por qué serlo. El dinero, el capital privado, es el que provee las finanzas para hacer filme, documental o de ficción. ¿Esa inversión determina el contenido del trabajo? Esa es una pregunta que hago y la respuesta de Coss, Nazario y Figueroa es inteligente y sin evasivas. Probablemente la intención de algún inversionista es determinar el contenido. Queda de los realizadores hacer el trabajo con la mayor libertad posible, asumiendo los riesgos, pugnando cuando es necesario. Reconociendo que los espacios de libertad creativa hay que ganárselos peleando, los tres asumen que una de las peleas principales de quienes hacen cine, de quienes hacen arte, es presentar un producto de calidad que les haga sentirse satisfechos de la labor cumplida. ¿Tienen libertad cuando el inversionista es, por ejemplo, el Banco Popular? Coss y Nazario lo enfrentan con plena conciencia de los riesgos. Pero esos riesgos son iguales para todos los artistas. ¿Quién financia el arte en Puerto Rico? Si fuera el estado, ¿lo asumimos como una aceptación tácita de las políticas del estado? Si fuera la Fundación Hernández Colón ¿es una firma a favor de todas las propuestas ideológicas del fundador? ¿Quién hace arte libre en Puerto Rico? ¿En el mundo, quién está libre de la mano larga del capital financiero? Parafraseo. Son preguntas válidas, importantes, necesarias.

7. Eisenstein, uno de los genios fundadores del cine moderno, nos explicaba en su ensayo “Imagen y palabra” que el montaje es el modo en el que los cineastas se enfrentan a la tarea de presentar no solo una narración lógicamente coordinada sino con el máximo de emoción y poder estimulante. Explicaba que jugando con trozos de película los “izquierdistas” del montaje habrían descubierto una propiedad: dos trozos de película de cualquier clase, colocados juntos, se combinan inevitablemente en un nuevo concepto que surge de la yuxtaposición.

El realizador de El acorazado Potiomkin utiliza como ejemplos del proceso de trasladar la literatura a la imagen cinematográfica algún poema de Pushkin, otro de Machado (¡Sorpresa!) y nada más y nada menos que unas notas de Leonardo Da Vinci como “guión cinematográfico”.

En otro de sus ensayos, el profesor y teórico del Instituto de Cine de Moscú, lanza una admonición:

Nuestros grandes maestros de la literatura de Pushkin y Gogol a Mayakovski y Gorki han sido valorados por nosotros no solo como maestros narradores. Hemos valorado en ellos la cultura de los maestros del discurso y la palabra.

Es hora de que con toda agudeza nos planteemos el problema de la cultura del lenguaje fílmico. Es importante que todos los cineastas hablen por esta causa. Y antes que nada, que lo hagan en el lenguaje del montaje y las tomas de sus propias películas. (“El lenguaje fílmico”, 1934)

Claro, no estamos en tiempos de lanzar advertencias sobre asuntos relacionados a cultura y/o espectáculos. Más bien quisiera señalar que veo con buenos ojos el interés de los realizadores de cine en Puerto Rico, como Ray Figueroa, de apropiarse de ejemplos del discurso y la palabra literaria nacional para, con agudeza, ir añadiéndolo al lenguaje fílmico como apoyo importante y fundamental.

No puedo terminar esta conversación, esta escucha, sin pensar en que sería una maravilla tener un espacio en los medios para escuchar a los artistas, cineastas, escritores, charlar sobre sus trabajos en progreso, problemas, producciones, triunfos y fracasos. Escucharlos es un aprendizaje divertido. Les agradezco que me dejaran escucharlos un rato. Quisiera que mucha gente pudiera hacerlo. Es que afuera se escucha tanto ruido.

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