¡Estamos en el devenir!: sobre Obra poética (1980-2016) de Elizam Escobar

 

Estamos aquí celebrando la publicación de la Obra Poética (1980-2016) de Elizam Escobar que recoge 36 años de poesía en 5 libros y dos apéndices en edición de Joserramón Melendes para la editorial Qease, con ediciones terminadas en octubre del 2016 para La Campechada, como dice el colofón “con apagones y todo”. Más de treinta años después de que estos poemas comenzaran a ser escritos en prisiones estatales y federales, nos llega este testimonio del exilio involuntario del muy admirado amigo, poeta y pintor ponceño Elizam Escobar.

No es la primera vez que debemos esperar treinta años o más para leer el trabajo de nuestros poetas. Otro caso ineludible en este contexto es el del poeta y profesor de matemáticas nacido en Ceiba José María Lima, cuya obra La sílaba en la piel reunió por primera vez casi cincuenta años de poesía y salió, también por la editorial Qease, en el 1982, cuando Elizam comenzaba a cumplir su condena y a escribir los poemas del primer libro de la serie “El sueñista o El ocaso de las telarañas”.

Se conoce muy poco de la historia literaria de nuestro país, esa que da cuenta no sólo del poema, el libro o la obra, sino del estilo de vida, de lo que comprende un “estado poético”. Che Melendes ha sido el mejor centinela de esta memoria. Una memoria que no sea un “ayes que se gaste”, sino un “ay que madure y vuelva a ser”, como dice el poema de Lima “Estoy unido a la extensión del cielo” del 1963 y que forma parte de La sílaba en la piel.  

Para hablar de la poesía de Elizam, o de la de Lima, me interesa el hallazgo de una voz poética que trae el mensaje, su claridad y guía cuando vence a la desmemoria. El hallazgo de la poesía de Elizam llega casi 20 años después de conocerlo y 38 después de que comenzara a escribir los poemas. Qué escritura estuvo ahí en el lugar de Elizam todos esos años en que Elizam no estuvo, qué efigie de palabras se queda en el nombre del poeta exiliado involuntariamente, qué pasa con el pueblo para el que este poeta escribió.

Esto que estamos celebrando hoy es, como en el verso de Lima, un “ay que maduró y volvió a ser”. Así afirmamos la importancia de una voz poética imprescindible en este momento histórico. Elizam nació el 24 de mayo de 1948, así que faltan apenas unas semanas para su cumpleaños. Elizam creció en la calle Miramar del Barrio Segundo de Ponce, al igual que sus padres. Su tío de parte de madre, Arturo Ortiz, fue asesinado por la policía en la primera confrontación nacionalista en el Barrio Macaná en Peñuelas durante la insurrección Nacionalista del 1950. Esto es, el poeta que es Elizam es cronista, testigo, observador de la experiencia política de este pedazo de la isla desde muy joven.

El 4 de abril de 1980, cuando arrestaron a Elizam junto a otros nueve puertorriqueños de la Fuerzas Armadas de Liberación Nacional en Evaston, Chicago, yo tenía apenas una semana de nacida. En cambio, tenía 19 años cuando regresó Elizam. Dice Elizam en una entrevista con Carlos Gil en 1998, justo antes de obtener su libertad, que tomar el camino de la militancia fue una forma de catarsis necesaria para existir existencial y políticamente. Dijo que era eso o volverse un “férreo bohemio” (hardened bohemian) (236), devenir que de algún modo ha caracterizado su regreso como profesor universitario, pintor y jangueador frecuente del Viejo San Juan y que propicio que nos conociéramos.

Ahora bien, leer la poesía de Elizam y ver el desarrollo de su poética en esos años en que fue prisionero político es acceder a una de las voces que mejor ayuda a pensar la posibilidad de liberación que ofrecen el lenguaje y la creación artística en contextos de encierro. Los versos en esta Obra Completa son testimonio del encierro, del misticismo, del insomnio, de la crisis de la abstracción, de la multiplicidad del ser, del lenguaje, del amor al hijo, a la amada que escucha y -como conjunto- guía, camino a la libertad. Los libros se suceden y van abriéndose en significados

“El sueñista o El ocaso de las telarañas” contiene poemas del 1980 al 1983. En ellos se ve la transformación del amor en melancolía y luego en aceptación, el reconocimiento de los camaradas y de la mística del grupo disgregado por las prisiones del imperio, la fantasía del nosotros/ del pueblo, la oda y la épica, la escritura de las formas bíblicas, como las Once Bienaventuranzas o como “Hay dentro de cada cosa un poema”, que van creando una telaraña de motivos que se irán afinando y que se expandirán en el pensamiento de Escobar a lo largo de los años. Existe en este primer libro el hallazgo de Trilce. La realidad necesita un nuevo lenguaje, que forme nuevos órdenes para la verdadera libertad:

“Hay que piquetear al idioma

a ver si produce una nueva palabra

una nueva invención para ti”(29).

Ya en este libro surgen algunos personajes y situaciones que se verán más adelante, como la obsesión con los personajes de Crimen y Castigo, el dilema moral de Raskolnikof como crisis de espejos, de espejismos, o Sonia Semenovna como testigo de la libertad figurativa, y a Kafka y Nietzsche como interlocutores. La risa del animal, los animales espirituales del poeta –el murciélago y las personificaciones para crear juegos en la percepción y para plantear problemas inherentes de la política, como la escisión entre praxis y teoría como se ve en el poema Madre Praxis: “¡Ay, Praxis, que será de mí!/ teórico vital, heteróclito, con ojos de éter/y anchas sienes errantes”// ¡Apiédate de Mí-y-Tú, Praxis!”. (50)

En “El otro sueñista” (1984-1985) la voz poética da rienda suelta a la fantasía de la conciencia del hijo, de la voz del hijo, la mirada que el hijo arroja sobre el padre. La conciencia del hijo a partir de la experiencia del exilio del padre. La realidad como un exilio. Se me ocurre también que la posibilidad de esta conciencia en el futuro, la potencia del hijo en voz, es la posibilidad de lo cósmico y de la voz de Elizam en nosotros. “Es cierto que soy más cósmico que tú?”, le pregunta la voz del hijo. Esta sección enternece y recoge la que me parece una de las mejores secuencias de su obra poética. La voz poética del hijo niño le habla con una sabiduría ensoñada al padre en la cárcel. En esta sección el poeta apalabra la ausencia de su yo padre, como apología o acaso homenaje al hijo que tenía solo cinco años cuando el padre fue encarcelado. La sección se acompaña por dos imágenes de su hijo Elizer: una recién nacido y otra con su padre, 30 años después en Philadelphia.

En “Discurso a la noche y Sonia Semenovna” (1982-1983) la voz cuestiona los límites espaciales de la libertad, las geometrías. Aquí, entiende el poeta, “Las paredes son de goma”. Y, como en la poesía de Anjelamaría Dávila, aquí hay “textos sintonizados con la hembra”  porque es la humanidad lo que estamos tratando de cuadrar”(Entrevista a Angelamaría Dávila en De Pez Ida, de Irizelma Robles). Así Sonia tampoco será la de Raskolnikof, esta Sonia es Semenovna, no “Semionovna” o como dice un verso: “Y es otra Y”. Esta Sonia será como Penélope, pero será algo más: “Me tortura su amor/ porque es abstracto/ y sus besos son figurativos” (113). Al final del segundo prólogo, se sale de Sonia a través de un homenaje a Klemente Soto Vélez, quien también amó en su tiempo tras las rejas : “¡Qué mucha lluvia hay en mi garganta!// Sólo kráteres, Klemente. Las kamisas de fuerza/ Las kruzadas del hombre” (115).

Los “Poemas Nietzcheanos”, que al igual que “Discurso de la noche”, tuvo una primera edición por editorial Quimera, editada por Néstor Barreto, contiene poemas escritos en el 1984. En esta sección como en “Heurística del Laberinto” se destacan las reflexiones filosóficas del poeta, su búsqueda e impulso a hallar sentido. Se crea un universo paralelo de metáforas. En todos estos libros/capítulos se van redefiniendo las palabras y los signos. . Aquí, estos versos que escojo en referencia a la paloma de la portada:

La paloma universal

está nerviosa en mi país

el sueño está nervioso

el ojo

la angustia

la formar de mirar

el ego colectivo

está nervioso. (129)

Y es que este es también, como su obra plástica, un universo lleno de animales interiores. El pensamiento va organizando su multiplicidad junto a la paloma, el lobo, el sapo, la oruga y un genio nostálgico “niño envejecido atormentado por la inmensidad del mundo/mundo interno [que] quedará inédito/ y sin realidad” (138).

“El antiprofeta” (1986), el último libro compilado, fue escrito como diario cuando le fue prohíbido pintar a raíz del éxito que tuvo la primera exposición que hizo de sus pinturas en prisión. Vemos ahí una toma del espacio de la página, el deseo del lápiz que reorganiza la sensibilidad y las geometrías para deshacer laberintos y calabozos. Es la toma del espiral, del bloque narrativo hemorrágico y que Che Melendes ha respetado como pieza con las impresiones del original, y la escritura a mano de Elizam, como ganancia formal y de contenido. Aquí también vemos que acompaña el autorretrato, recordando las formas cubistas a Lima, las caracolas, la risa, mucha, el poema concreto, el diario, el ensamblaje, la filosofía. El poeta, en su diario, se confronta, como monje, a la caída de su velo. En términos espaciales, este libro está lleno de ganancias y economías, como ha sido el estilo de Qease, y esta juntilla y “En elucubraciones del tiempo y una piquiña” el poeta dice:

Muchas veces no sé ni lo que digo. Es sólo después de mucho tiempo que comienzo a entender mis cosas. Entonces, comienzo a descubrirme. Es un proceso lento,  pero esos descubrimiento me ayudan a sostenerme en el presente. Vivo en el presente solo y solamente. Desconozco lo que es el futuro (186).

El libro no se queda acá. Suceden dos secciones, apéndices, de poemas concretos, anotaciones, poemas sueltos, conversaciones con Julia y con Pietri, numeraciones, conversiones de José Debacle-Oneiros en Santo, que acercan cada vez más a Elizam al presente—“a mí me obsesiona el porvenir” (189)—y que forman el humus de su actual presencia y su sabiduría entre nosotros. Henos aquí, a punto de escuchar más poemas, con la seguridad de que el pueblo se está despertando, con manifestaciones y arrestos a compañeras casi detrás de la casa de Elizam en Baldrich, y con esta Obra Poética, que documenta, celebra y afirma su vida en libertad, como entrega a los lectores del futuro. Un futuro que Elizam no profetizó pero que nunca ha dejado de crear. Y como dice uno de sus versos “¡Estamos en devenir!”.

 

-Texto leído en la presentación de Obra poética (1980-2016) en la Librería El Candil, en Ponce, Puerto Rico, el 04 de mayo del 2017.

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