Fiestas juninas en el mundo secular

Por Marcelo Barros/Especial para Em Rojo

Junto con eltiempo de pandemia, en elcualestamosforzados a mantenernos lo más posible en cuarentena, el mes de junio es marcado por fiestas y juegos que vienen de tiempos muy antiguos. Son las celebraciones ligadas al solsticio del verano en el hemisferio norte y, en el sur, del invierno.

Desde siglos antiguos, el Cristianismo ligó esas fiestas ala memoria del nacimiento de San Juan Bautista. Así las fogatas encendidas en medio de la noche pasaban derecordar los ritos ala naturaleza o al dios del fuego ala memoria de Juan Bautista, símbolo de la lámpara que hace brillar la luz del Cristo. En los Andes, la fiesta del Inti Rami celebra el Sol como fiesta del año nuevo andino. En países y sitios, en los cuales son más fuertes las culturas negras, danzas y canticos característicos expresan el gusto de vivir y conviviren medio de todas las luchas de la vida.

En estos días que dan que pensar, las fiestas juninas no podrán ser celebradas de la misma forma queen otros años. Sin embargo, podemos ligar estas costumbres tradicionales con la atención ala Madre Tierra y ala naturaleza que más que en otros tiempos, parece urgente. Los cambios climáticos hacen que el frío y el calor no sean más regulares y naturales como antes. Pero, al celebrar la luz y la vida, retomamos el compromiso nuestro con el universo que nos rodea. En el domingo 24 de mayo, el papa Francisco propuso a toda la humanidad que este año sea considerado un tiempo de reposo para la tierra (jubileo) y que podamos profundizar, desde la lectura de su encíclica Laudato si, una Ecología Integral.

En las Iglesias antiguas, orientales y católica, los evangelios recuerdan que San Juan Bautista es hijo de una mujer que era estéril y de un padre que era mudo. Su nacimiento en condiciones extraordinarias reveló que nuestras esterilidades pueden hacersefértiles y nuestra mudez puede transformarseen profecía. Todos nosotros somos llamados/as a transformar desiertos en jardines floridos. Nuestra aridez interior puede ser espacio de comunión y fiesta cuando acoge el amor como dádiva divina que puede cambiar a nosotros yhacer que un mundo organizado de otra forma sea posible. Ese proceso supone que asumamos nuestras raíces culturales más profundas. Independiente si somos o no cristianos, la memoria del nacimiento de Juan Bautista es profecía de un mundo más hermano. Y como promete el evangelio: en todas los tiempos, las personas harán fiesta y si alegrarán.

El autor es monje benedictino y ha escrito más de 40 libros.

 

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