“Fons Sapientiae”

Hace pocos días tomé conocimiento de la existencia de una escultura construida en bronce cuyo nombre en latín significa “la fuente de la sabiduría”. Hemos utilizado como título de esta columna el nombre de esa obra de arte pues, incidentalmente, supe de ella poco tiempo después de haber leído y evaluado el propuesto Plan Fiscal que sometiera el gobierno de Puerto Rico a la Junta de Control Fiscal (JCF). Este Plan Fiscal se fundamenta en una increíble transición, en dos años fiscales, del cese de la recesión prevalente por más de diez años a un crecimiento sin precedentes en muchas décadas de la actividad económica de Puerto Rico. Este señalamiento y otros fueron levantados por la JCF que vetó el documento y ha requerido cambios y ajustes significativos, tanto en el enfoque como el contenido sustantivo de políticas fiscales y laborales. La discusión y reflexión técnica y política de ese llamado Plan no lo consideraremos en este escrito. Lo que me llama la atención es saber el fundamento del conocimiento de los actores (profesionales, especialistas, consultores) que elaboraron dicho documento que, parece, se apoya en una percepción que ignora la realidad del colapso estructural y funcional, tanto físico como socio-económico que abruma a nuestro Pueblo, antes y después del impacto de los huracanes Irma y María.

La estatua a la que aludimos ubica cerca de una universidad en Leuven, Bélgica y fue trabajada por el escultor Jef Claerhout en 1975 para conmemorar la existencia de más de 500 años de esa institución. La obra presenta a un estudiante leyendo un libro mientras vierte agua sobre su cabeza la cual simboliza el ‘conocimiento, la sabiduría, fluyendo dentro de su cerebro’. El libro en la estatua muestra una fórmula matemática con la palabra “Geluk”, palabra que significa felicidad. En conjunto, la obra simboliza el que, a través del estudio riguroso y la reflexión, se logra la sabiduría necesaria para alcanzar la aspiración fundamental de la existencia humana: la felicidad. Cuando miramos el Puerto Rico actual y las actuaciones de sus gobernantes, vemos que hacemos todo lo contrario a lo que propone el escultor de Bélgica pues los procesos de análisis de la realidad, de búsqueda de estrategias y soluciones para superar la crisis, la toma de decisiones sobre política pública de desarrollo y otras actuaciones, se hacen negando el conocimiento, obviando la sabiduría que el Pueblo ha acumulado en su devenir histórico. Bastaría con ponderar las propuestas de recortes fiscales y de reestructuración administrativa que el llamado Plan Fiscal propone para la Universidad de Puerto Rico y para el sistema de educación pública de nuestros niños para tener una idea del incierto derrotero que se nos propone.

Además de los desaciertos de las proyecciones del crecimiento económico contenidas en el Plan Fiscal, la gestión del gobierno muestra una carencia de propuestas concretas y viables para activar sectores productivos de la economía y una ausencia de medidas o gestiones que estimulen la producción de bienes y servicios, así como la creación de empleos. El gobierno sigue dando prioridad a unos proyectos que ellos catalogan “emblemáticos de alto impacto” como el desarrollo de la antigua base naval Roosevelt Roads y el Puerto de las Américas. Estos dos proyectos llevan décadas en su propuesta y no parecen tener viabilidad alguna de activarse en una operación que rinda beneficios concretos al País. Nos parece que se insiste con un énfasis bien marcado en mega proyectos cuando probablemente la estrategia debiera orientarse a múltiples proyectos de menos escala en términos de inversión de capital y de requerimientos de infraestructura, pero orientado a la sustitución de importaciones de bienes y servicios y de productos terminados que podrían elaborarse en el País.

En este contexto, leía con interés una reseña del periódico El País del 8 de febrero de 2018 donde destacaba la solvencia económica del futbolista francés Mathieu Flamini al que se le atribuye ser el futbolista “más rico del mundo”, a pesar que no es el de mayores destrezas deportivas. Flamini no posee una riqueza que deriva de su salario e ingresos como futbolista, sino que el joven atleta de 33 años que declara poseer desde hace varios años una preocupación por el estado del clima y la destrucción ambiental, es co-propietario desde el 2009 de una empresa llamada GF Biochemicals. Esta empresa se dedica a producir ácido levulínico a partir de biomasa (de restos y residuos de plantas). Flamini y su socio contrataron unos expertos y se asociaron con un centro de investigación universitario en Italia para desarrollar la técnica para la producción comercial de esta sustancia. Este ácido levulínico está constituido por una molécula que sirve de plataforma o producto intermedio para múltiples otros productos de alto valor comercial, incluyendo bio-combustible. La molécula del ácido levulínico es una de doce que el Departamento de Energía de los EE.UU. ha catalogado como un Biobloque Químico Fundamental (en inglés, Biobase Chemical Building Block). El valor y significado del ácido levulínico es que permite, a través de su transformación química en múltiples productos, la sustitución del uso del petróleo y otros hidrocarburos fósiles cuya combustión están calentando el Planeta y cambiando el clima. De esta molécula se preparan aditivos de combustible que mejoran la eficiencia de los motores y reducen la emisión de gases de invernadero y gases contaminantes; se producen disolventes químicos de gran utilidad en la industria farmacéuticas; se producen sustancias para el cuidado personal como cosméticos orgánicos, perfumes, acondicionadores de piel y otros; y se producen sustancias para la industria alimentaria que incrementan el sabor y fragancia de algunos alimentos. Se calcula que la valoración monetaria de la empresa de Flamini y su socio, es de alrededor de 30 billones de euros.

El ácido levulínico, como otros Biobloques, se utilizan para construir lo que se conoce como “Plataformas de Azúcar”, y de éstos se producen los biocombustibles y los otros productos bioquímicos. Las “Plataformas de Azúcar” se desarrollan a partir de residuos o productos de la silvicultura (producción de madera), de residuos agrícolas, de macro algas, de desperdicios orgánicos, de pastizales de “energía” (energy grasses), de la caña de azúcar y de desperdicios sólidos orgánicos (“basura”). La viabilidad de producción de este Biobloque y otros ha sido probada en la práctica en cientos de proyectos en múltiples países (p. ej., la experiencia de Flamini) y documentada en la literatura técnica sobre la misma (ver “From the Sugar Platform to Biofuels and Biochemicals. Final Report for The European Commission Directorate-General Energy”, April 2015).

Puerto Rico importa anualmente miles de millones de dólares en combustibles fósiles para la generación de electricidad y para la transportación terrestre y aérea. Una parte sustancial de esos combustibles se pueden producir en Puerto Rico a través de moléculas como del ácido levulínico y otras relacionadas. Esa actividad industrial podría generar una riqueza nacional, crearía una gran cantidad de empleos, sustituiría la importación de productos que enriquecen a otras jurisdicciones del mundo y ayudaría a manejar residuos sólidos orgánicos que hoy descartamos como “basura” en vertederos y rellenos sanitarios o incinerados como se hace con muchos de los cienos de las plantas de tratamiento de aguas usadas operadas por la AAA. Cuando miro el inmenso volumen de materia orgánica almacenada en los depósitos de material vegetativo que se han establecido, como consecuencia del huracán María, pienso en el potencial de convertir esos residuos en productos de alta necesidad, útiles, ambientalmente seguros y de gran valor monetario. Entonces pienso en la estatua de Bélgica, en el “Fons Sapientiae” y me pregunto quién suple el conocimiento a nuestros dirigentes gubernamentales para orientar la toma de decisiones; en qué están pensando para sacar al País de la grave crisis social y económica que nos abruma. Entonces pienso en el éxito del futbolista Flamini y la oportunidad que esa experiencia nos provee para un nuevo paradigma de desarrollo económico para Puerto Rico. Y en esta reflexión me pregunto para qué sirve el Plan Fiscal y qué haremos con el sistema educativo disminuido y privatizado. ¿En qué está pensando este gobierno? ¿Cómo lograremos ser un País que alcance la Felicidad plena?

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