Gobernando desde el privilegio y para el privilegio

Eduardo A. Lugo Hernández

Especial para En Rojo

Son muchos los factores que influyen en la formulación y aprobación de políticas públicas. Estos incluyen la influencia de diversos grupos de presión, las necesidades apremiantes del país, los intereses económicos y sus influencias en legisladores y legisladoras, jefes de agencia y el propio gobernador/a y en nuestro contexto colonial, la influencia del gobierno federal. Un factor que frecuentemente está ausente de la discusión son las creencias, valores y posicionamientos ideológicos de estas personas. Esta última debe preocuparnos significativamente ya que estas ideologías nos dan una ventana a como estas personas piensan acerca del mundo, acerca del pueblo.

 

Durante los pasados años hemos tenido mensajes contundentes acerca del posicionamiento de algunos de nuestros líderes gubernamentales acerca de la mayor parte del país. En el 2019, el chat nos dio una ventana a su manera de pensar. So mofa de los empleados públicos, el uso del #F…laIsla, su menosprecio por la pobreza y la famosa frase que alude a un PR sin puertorriqueños mostró un gran desprecio por la mayor parte de la gente del país. La semana pasada tuvimos otra muestra de su pensar. En esta ocasión, el actual gobernador, Pedro Pierluisi expresó que le instruyó al Secretario de Hacienda a eliminar la tasa de arbitrios a los autos de lujo para que en las carreteras del archipiélago haya carros más lujosos para dar una mejor impresión a los y las turistas. Ayer la Contralora, Yesmín Valdivieso, tildó a los jóvenes estudiantes de la Universidad de Puerto Rico como niños y niñas, desempolvó el estereotipo del puertorriqueño vago y exhortó al cierre de la UPR, institución de educación pública que debe ser el motor de movilidad social en un país que se sume más y más en la pobreza. ¡Para muestra, basta un botón!

Estos ejemplos indican como muchos de los funcionarios del país legislan desde su privilegio social con desprecio a la gran mayoría de nuestra sociedad. En un país como el nuestro en dónde la pobreza y la desigualdad son rampantes y van en aumento, esto debería ser de gran preocupación. Si usted no lo sabe, Puerto Rico es el tercer país más desigual del mundo. Esto quiere decir que la diferencia entre los que tienen mucho y el resto de las personas es abismal. Además, el 23% de la población vive bajo pobreza extrema y el 35.6% de la población menor de 18 años experimenta estas condiciones. Ha sido establecido por el Instituto de Desarrollo de la Juventud que 6 de cada 10 niños viven en pobreza y tenemos Municipios como Vieques en donde esta cifra alcanza el 83%. Este panorama requiere de acciones urgentes de funcionarios que entiendan y les importen las consecuencias severas de la pobreza. Sin embargo, en los pasados años hemos tenido una hemorragia de acciones que incluyen medidas de austeridad, estímulos económicos para los ricos, el desmantelamiento progresivo de la universidad del Estado y aumentos en matrícula que cada día la hacen más inaccesible y el ignorar o minimizar los factores que nos han llevado a estas tasas de pobreza.

Los tres ejemplos que ofrezco nos dan la explicación de sus acciones. No se legisla para lo que se desprecia. No se legisla para lo que se desea esconder o eliminar. No se legisla para lo que no entiendes o no quieres entender. La forma de pensar de estas y otras personas es significativa, no porque sean insultos, sino porque lo que dicen influye en sus acciones. Estos y otros ejemplos nos indican que tenemos muchos funcionarios públicos que legislan desde sus intereses y sus prejuicios. Esto es alarmante. Puerto Rico necesita funcionarios con sensibilidad, cabal entendimiento de las condiciones sociales, económicas y políticas del archipiélago y con el corazón para sentir el sufrimiento de las personas. De no tener estas características, son inútiles para nuestro bienestar. Iba a culminar esta columna exhortando a los funcionarios públicos, pagados por el pueblo a reflexionar sobre esto, pero puede ser inútil. Exhorto al pueblo a reflexionar sobre el desprecio con que algunos legislan y hacen política pública para que voten distinto en las próximas elecciones. La vida de muchos y muchas está en juego. No exagero. Un Puerto Rico sin puertorriqueños está en construcción.

 

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