Guardina de camino a Santa Dimpna[i]

 

Por Lillian Rebecca Cordero Vega

 

“Guardina, Guardina”, le dice la voz.  “Apresúrate chica, vas a llegar tarde”.  Esa es la voz que la despierta.  Guardina tiene cita hoy en Santa Dimpna  clínica nombrada como una consigna de prohibido olvidar.  Desde ayer planifica su expedición en busca el elixir que alivia sus voces.  Ya no le queda, y corre el riesgo de no poder contenerlas y perderse entre ella y con ellas.

Todavía atolondrada y temblorosa cae sentada al filo del colchón.  En la penumbra de su habitación sólo el movimiento de su sombra en la pared confundida con el pilar de su cama.  Nuevamente la voz, “Guardina, el turno”.  Como un resorte afirma sus pies en el suelo como recuperándose de un encuentro necesario con tierra movediza.  Adolorida con la carga de unos años secos y áridos que aún no le han robado su tenacidad, se sacude y se prepara a toda prisa acompañada de las insistentes voces. Se mira en el espejo de su memoria y se encuentra bella y exacta.  Da el último toque a su falda tubi[ii],asegurándose de que la raja está debidamente alineada con las orillas de lo que en otro tiempo fue redondeado y carnoso. Ya lista para salir, agarra su bolso verde chatré, ¡como olvidarlo!  ¿Qué llevo?, pregunta sin esperar la respuesta de sus voces.  No hay mucho, echa el padrino de refresco y galletas.  Se cerciora de llevar sus papeles, recoge el menudo que le queda, que apenas alcanza para la guagua, y sale como un celaje, despavorida, arrastrando la sombrilla con el bamboleo obligado por su falda tubi.

Jalda arriba se escucha el murmullo de una brisa suave,[iii]su piel se eriza pidiendo abrigo, más Guardina no presta atención.  “Date prisa” dice la voz, “vas a llegar tarde”.  Jalda a bajo con su mano derecha detiene la cabalgata del ruedo de la tubia su cintura.  En su mano izquierda, la sombrilla que tropieza con el pasto, resbala con las hojas mojadas, se arrastra en la tierra, se lima con la acera y la calle con un chasquido al compás de los pasos de Guardina.  Y se despierta su lengua y su lengua le despierta el alma.  Saluda a todos y a todo lo que encuentra en su camino casi solitario.  Va riendo y canturreando el Lamento Cadenas[iv].  Cantío del que no podría explicar su procedencia y que le salía tan natural: “Todo aquel que anda de noche arrastrando las cadenas, lleva un dolor en el alma, y va escondiendo una pena[v].

 Ya brillosita, llegó a la parada, que en aquellos tiempos era un hito amarillo con letras mayúsculas negras. Se apoyó en él, acomodó su sombrilla y tarareaba, peinando con sus ojos el camino para no perder la guagua.  De repente, enmudece, la abraza una marejada de agua ardiente cortejada con el olor ya ácido de la ciruela encandilada, que resucitó brevemente su memoria atropellada.  Sí, la de aquella noche fatídica que la hizo huérfana de un cantazo y en la que se instalaron voces en su cabeza.  Fue entonces cuando una presencia inadvertida, violenta y furiosa le hendía una y otra vez.  “Corre Guardina”, le decían las voces.  El olor mariscoso la enmarañó en aquel claroscuro amanecer.  Ese olor de hoy, que le recordaba su ayer, la sumergía y la tragaba.  Las voces repetían con urgencia:  “corre, corre”.  No pudo obedecerlas.  No notó la mano siniestra que la embistió por la espalda con su cómplice injuriosa, de doble filo, divorciada de su rastrillo y del propósito noble para la que fue creada: una afeitada al ras.  Al ras, Guardina se desvanecía mientras se leliqueabael alma.  Aquella sombra infame, que apenas pudo ver, abandonó la escena bañada de odio y en el puño: de la tubi, un pedazo.  Mientras que el hito, la sombrilla y el bolso chatré quedaban como testigos inamovibles e incorroborables de tal agresión.

Al día siguiente, el titular del periódico resaltado por letras como engordadas con sangre leía:  UN CASO INUSUAL AL ESTILO COMANDO[vi].  Sexagenaria recibió heridas en la parte baja de la espalda, con arma blanca que se presume sea de tipo “navajitas Gem”.  Figura como sospecho Luis Miguel González García, alias el sastre. Descrito por su padre como “mentalmente anormal” razón por la que había sido rechazado por el Ejército y obsesionado con coleccionar retales de cuestionado origen.

 

Muchos días después.  Una voz apagada en su cabeza retumba:  “Guardina, Guardina”,  “Apresúrate chica, vas a llegar tarde”.  Guardina no se da por aludida, hace muchos días llegó a Santa Dimpna, y quedóse en un encuentro obligado como en tierra movediza.

 

, Ed.D.

1 de julio de 2016

Trujillo Alto, Puerto Rico

[i]https://www.es.catholic.net/op/articulos/37210/dimpna-o-difna-santa.html

[ii]https://www.elattelier.com/falda-lapiz/

[iii]https://prpop.org/biografias/benito-de-jesus/

[iv]cantar de un pueblo sufrido

[v]https://www.youtube.com/watch?v=KZ83TngBduUhttps://www.youtube.com/watch?v=KZ83TngBduU

[vi]https://www.academia.edu/20376593/_Al_estilo_comando_mutilaciones_callejeras_del_cuerpo_femenino_en_Puerto_Rico_1945-1956

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