¡Hasta siempre Pucho!

 

obra de Nelson Sambolin

Especial para Claridad

¡Qué fuerte golpea el pecho cuando alguien querido muere! ¡Qué doloroso cuando se marcha de este plano un hombre tan valioso en toda su dimensión como el fotógrafo y patriota José (Pucho) R. Charrón. Un ser especial que dejó su marca en todas las personas que tocó a lo largo de décadas de lucha, de solidaridad, de amistad; de captar magistralmente con su lente imágenes que son legado y quedan como registro histórico de su patria amada.

Las fotografías de Pucho, como le llamamos, hablan de esas luchas y reivindicaciones sociales que poblaron por años las páginas de CLARIDAD, el semanario, el diario y la edición bilingüe. Son imágenes que engalanan portadas de libros inestimables y que brillaron en las salas de exposiciones. Otras estampas quedaron incrustadas en nuestros corazones como recuerdos de las alegrías, tristezas y solidaridades compartidas.

Habría mucho que decir de Pucho, ese hombre discreto, que guardaba silencio cuando entendía que era necesario, que sabía escuchar con atención antes de emitir una opinión, siempre informada. Cuando lo hacía, capturaba la atención de la audiencia con su suavidad, sin grandes pretensiones, con elocuencia y sencillez. A veces con una buena salpicadura del humor que lo caracterizaba.

“Murió Pucho”, me anunció una amiga. Las lágrimas afloraron como manantial. Pierdes otro hermano de la vida que la muerte nos arranca de cuajo. Ya Gladys, su alma gemela, me lo dejaba traslucir: “El mundo se me está derrumbando. Pide para que Pucho supere esta crisis y nos dé fuerza para seguir adelante”.

El mundo se les ha derrumbado y no existe consuelo para Gladys Mercado, su pareja inseparable por 35 años; ni para sus hijas Alicia e Irene, Katsí y su primogénito, Abey. ¡Cuánto se querían y se quiere esa familia tan constante en el amor!

Duele la partida de ese amigo solidario, sensible, gran fotógrafo, corajudo, combativo, tan informado, tan sabio, con tanto conocimiento del que no hacía alarde. Es una pena que crece, se agiganta y estruja el corazón. Tantos tiempos  compartidos, tantos momentos difíciles en los que ofreció su compañía. Siempre prestos él y Gladys para ayudar y más prestos aún para pasarla bien, tomar margaritas, marchar, denunciar y luchar.

Sus amigos, colegas y compañeros de lucha lloran a ese espíritu libre, maestro de la fotografía, al ser afable que “se jugó todo a la belleza, el bien y la alegría; al gruñón adorable, trabajador y comprometido.

Quién mejor que el maestro de la gráfica y la plástica, Nelson Sambolín, para trazar en el lienzo imaginario su retrato: “Pucho tenía el nombre perfecto.De lejos cara de nene travieso, ojo de águila y caminar de pájaro de ciudad.De cerca, bueno. Incisivo e inquieto.

Con esa cara, esos ojos y ese caminar pudo haber hecho lo que quisiera, perodecidió jugarse todo a la belleza, el bien y la alegría”.

Un espíritu libre

“Pucho era un espíritu libre. Esa característica, esa pasta, era como un carimbo genético que le salvó de tantas cosas. Yo lo conocí en la Universidad de Puerto Rico, en el Departamento de Ciencias Sociales. Allí nos hicimos amigos. Ya él era un espíritu libre. Me casé me fui a Nueva York. Allá fue a tener Pucho en busca de otras cosas. Creo que entonces era fotógrafo aficionado. Allá se convirtió en fotógrafo para Claridad bilingüe. Es la primera vez que lo ubico en CLARIDAD haciendo fotos. Sirvió de cronista del semanario. Allí nos hicimos cuates Sonia Marrero (mi hermana), Pucho y yo”, recordó Carmen Ortiz, miembro de la junta de directores de CLARIDAD. “Pucho tenía unas fotos maravillosas”, agregó.

De vuelta en Puerto Rico, dijo, Pucho colaboró en muchos proyectos de su agencia de comunicación, trabajos en los que su “pasta” se manifestaba. “Te mato ahora o te mato horita”, le decía Carmen, mirando las manecillas del reloj “Mátame horita porque si me matas ahora te quedas sin fotógrafo,” le contestaba él.

“CLARIDAD pierde un baluarte porque Pucho ha sido de las figuras constantes en apoyo a CLARIDAD visible e invisible. Luego se incorporó Gladys. Ellos han sido colaboradores brutales. Para mí Pucho era la nobleza encarnada. Gladys fue una bendición para él. Ella es bella por fuera y por dentro. Lo conozco hace 50 años y jamás lo vi hablar mal de nadie. Jamás lo vi iracundo. Era un ser de luz. Yo estoy tristísima de su muerte porque no nos veremos. Yo lo quería infinitamente”, dice en llanto.

Un compañero de primera línea

Motin en la Princesa. Foto Pucho Charrón

La periodista Dixie Bayó, periodista y ex subdirectora de CLARIDAD, recuerda que desde el momento que conoció a Pucho se desarrolló una relación intensa, como fue la de todo el grupo que trabajó en CLARIDAD en el periodo de 1970 a 1976. “Fue la época de los rescates de tierra, mítines, piquetes, de mucha actividad política y mucha represión”, apuntó.

“Lo más destacado que recuerdo sucedió en febrero de 1974. A eso de las siete de la noche me enteré que había un motín en La Princesa. Llamé al periódico y pregunté si había algún fotógrafo disponible. Estaba Pucho. Le pregunté si me acompañaba a La Princesa y no lo pensó un segundo. Me recogió. Allí fuimos tomados de rehenes voluntarios por los jóvenes convictos de distintos delitos. Una vez dentro a mí me rodearon varios confinados para protegerme. No me dejaron mover. Pucho se fue con varios de ellos a tomar fotos. Estaba horrorizado con lo que captaba con su cámara. Llegó hasta los calabozos donde inmortalizó para la historia las condiciones infrahumanas en que se encontraban los confinados. Pucho era un compañero de primera línea, gruñón, adorable, buen compañero, solidario, insobornable, nunca decía que no a la tarea que se le asignase”, indicó Bayó,

 Hay un libro que falta por hacer

Febrero 1974, cárcel La Princesa. Foto Pucho Charrón

El historiador Félix Ojeda, quien fue subdirector de CLARIDAD, guardaba una estrecha amistad con Pucho que se acrecentó tras convertirse en vecinos durante 30 años. Lo conoció a finales del 60. Ya Pucho se había transformado en un maestro de la fotografía. Relató que cuando terminaban de hacer el periódico y lo entregaban para su publicación a altas horas de la noche, Pucho, quien residía en la calle Loíza, lo llevaba hasta su casa en Villa Palmeras.

“Ahí comenzó a fortalecerse esa relación entre nosotros. Ahí comencé a conocer a Pucho, su carácter, su extrema bondad. Yo le debo mucho a Pucho el profesional. Algunos libros míos sobre Ramón Emeterio Betances, las portadas llevan unas imágenes de Betances preparadas con esa maestría del fotógrafo que es Pucho Charrón. Tengo aquí cuatro álbumes de fotografías de Pucho tomadas fundamentalmente para CLARIDAD. Él me trajo esas fotos para que las ojeara porque interesaba publicar un libro de fotografías. Le había redactado unas anotaciones para cómo organizarlas y ayudarlo a conseguir ese libro. Ese es un trabajo que lo tiene que hacer Abey. Yo estoy a la disposición de Abey como sea y donde sea por el cariño que le tenemos a Pucho”, afirmó.

Ojeda puntualiza que a Pucho hay que buscarlo mucho más allá de los libros que se han publicado en Puerto Rico y Estados Unidos, que cargan sus imágenes y fotografías. Mencionó que el libro “CLARIDAD tras el lente” es el verdadero libro de fotografías de Pucho. “Nadie trabajó en ese libro más que Pucho. También hay un libro que se publicó sobre los disturbios en la Universidad que publicamos Luis Nieves Falcón, Pablo García y yo, cuyas fotos son de Pucho”, acotó.

“Hace más de 20 años invitaba a Gladys y a Pucho a que vinieran a mi casa a cenar. Yo era el chef. Coño, se presenta un día con un regalo. Es una foto, una naturaleza muerta. Es una foto de una toronja, coño, pero qué clase de fotografía más hermosa. Tenemos que recordar a Pucho como un maestro de la fotografía. Hay una parte de la que no se puede desvincular, es su calidad humana. Qué clase de ser humano tan decente, tan servicial. Puerto Rico ha perdido un gran fotógrafo y yo he perdido a un gran amigo y hermano”, puntualizó Ojeda.

El fotógrafo tras el lente del fotógrafo

En la grabación del documental de CLARIDAD,Hasta la Victoria de la Idea de Filmes Zapatero. Foto Manolo Coss.

Mientras más testimonios se escuchan sobre Pucho más revelaciones surgen sobre su dimensión humana, su valentía, su sagacidad, su ojo de áquila, como lo describe Sambolín, su maña y gran inteligencia. Se resalta su don para abrazar y acoger en su ala los que lo necesitaban, denotando su gran humanidad. Sus colegas fotógrafos, sus discípulos y aprendices dan fe de la grandeza y sabiduría del maestro.

“Lo conocí la primera vez en el Taller Alacrán, aquel proyecto de Antonio Martorell, en la calle Cerra de Santurce. Fue como en el 1970. Un grupo de estudiantes del Colegio Regional de Humacao fuimos a buscar afiches y ahí conozco a Pucho. Esa primera vez me impresionó su gran bigote negro y su mirada penetrante. Más tarde nos encontramos en el proyecto de Claridad diario donde fue mi director. Me pulió. Yo era un novato. Después Claridad volvió a ser semanario. Cultivamos una gran amistad. Sus hijos se criaron con mis hijas. Nos íbamos de campamento para Vieques y Culebra. No hay duda que era bien incisivo, era bien gruñón, jodón, bien celoso de que el trabajo saliera bien”, expone el veterano periodista, Luis Castro.

Luis recuerda una ocasión en que se fue la luz en Claridad y el periódico se paralizó. Para entonces utilizaban una ampliadora que requería de la electricidad para cambiar los negativos a positivos.

“ Señores esto va a salir”, nos dijo Pucho. “Busquen un flashlight. Luis coge el tiempo. Rafi Roble coge el flash light. La ampliadora tenía una bombilla, ahí se puso el flash light. Pucho puso el negativo en la ampliadora, tomé el tiempo para imprimir la foto y se la dimos a Rafi para que la pusiera en los químicos y salió la foto”, relató Luis muerto de la risa. “Nos impresionó tanto a Rafi como a mí.  La bombilla cuando tenía el negativo, el papel era sensible y en la luz pasas el negativo a positivo y del papel se pasa al químico y a la foto. Para nosotros eso fue mágico”, apuntó.

“Una de las cosas más impresionante fue el tiroteo en la Estación Experimental en los 70, durante la campaña de Cero Rector Impuesto. Se trataba de Ismael Rodríguez Bou. El presidente de la Universidad era Arturo Morales Carrión. En esa manifestación terminó la Policía disparando a los estudiante y la Policía decía que no había disparado y Pucho tenía la foto de un policía disparando y los estudiantes corriendo. Por cierto lo arrestaron pero él había escondido el negativo. Después lo soltaron” dijo.

“Pucho me salvó.”

De izquierda a derecha Freddie Toledo,Ricardo Alcaraz y Pucho Charrón. Foto Juanma Hernández

Un fotógrafo para quien no existe consuelo es Freddie Toledo, quien relató en llanto cómo Pucho lo rescató de las garras de la calle, de la vida sin propósito y del mundo de las drogas luego de su regreso de Vietnam.

“Pucho, ¡ay Dios!, fue siempre quién me salvó y me dio propósito. Su muerte me dolió un montón.”, indicó ahogado en llanto. “Fue mi salvador (entre sollozos). Cuando salí del ejército estaba perdido. No tenía propósito. No sabía que iba a ser de mi vida. No tenía estudios. Entonces me llamaron de Claridad. Mi hermano estaba en el PSP cuando comentaron que necesitaban un fotógrafo para cubrir el área norte. Yo no sabía nada de fotografías. Solo tenía una cámara y apretaba el botón. Comencé a tirar fotos de los juegos de baloncesto de Quebradillas y las protestas. Cuando mandaba los rollos, Pucho los revelaba y me mandaba una copia con el mensajero. Se dio cuenta que yo no tenía una puta idea de fotografía. Cuando pegó a revelar vio fotos borrosas, mal tirás y me marcaba las copias y me decía: “Esto se hace así. Esto lo hiciste mal”. Ahí empecé a bregar con la cámara. Después me llamaron para trabajar en el periódico. Luis Castro se iba para El Reportero. Elliott Castro, otro que también me ayudó tanto, y Carlos Gallisá me entrevistaron. La primera vez que ví a Pucho en Claridad le dije: “Mira loco no tengo idea de la fotografía. Yo jamás he hecho esto”. “ Mira loco no te preocupes. Lo importante es que estas aquí, me dijo. De ahí p’allá fue todo enseñanza. El hombre me tomó en las alas. Me dio atención. No puedo decir otra cosa que Pucho me salvó la vida. Me dio un oficio. Me sirvió de ejemplo.

Freddie también recuerda la gesta de Pucho durante el tiroteo de la Policía en la Estación Experimental. “Me dije, este hombre tiene cojones. Le estaban tirando a los estudiantes y él tiró la foto al policía disparando en medio del tiroteo. Yo puedo hacer esto, me dije. Esa foto me impactó. Esto es hacer periodismo. Yo puedo hacer esto”.

“ Pucho es mi maestro, mi amigo, mi consejero y jamás le podré pagar. Me ayudó como si fuera su familia. Confió en mí y no tengo una foto con él. Era único. Tomó de su tiempo y mira que soy difícil, pero confió” Me dijo: Papá no puedo estar más orgulloso de tí y en lo que te has convertido”, recordó Freddie a lágrima viva. “Pucho me encarriló. De de no ser por él, no sé que hubiera sido mi vida. Me duele y me va a seguir doliendo, como Elliott. Esos dos conmigo…”

Una retrospectiva de su trabajo

 

Presentación del libro CLARIDAD tras el lente en el Taller de Fotoperiodismo, Pucho, Gervasio Morales Luis Castro Lourdes Muriente, Ismaelito Fernández y Rafael Lenin López

Para Alina Luciano la aportación de Pucho al fotoperiodismo es de un valor incalculable. La fotoperiodista recordó su esfuerzo para recopilar las fotos para el libro de los 50 Años de CLARIDAD, lo que le ocasionó la única discrepancia que tuvieron ante la inexistencia de un archivo organizado en el semanario. Fue cuesta arriba. “Esto es CLARIDAD. Es difícil colectar las fotos de 50 años”, le decía Alina. Pero lo hizo. “Coño tenías razón”, le comentó a Alina ya con el libro en mano.

“Pucho era un tipo decente. Era una enciclopedia. Era un tipo culto y bien articulado. Lo voy a recordar en todos sus estilos. Su aportación al fotoperiodismo es incalculable. El archivo histórico que deja es de un valor incalculable. Me gustaría que Casa Aboy haga una retrospectiva de su trabajo. No hay un compendio y sería una pena que se perdiera en la memoria”, expuso.

Alina aludió el estilo silencioso de Pucho cuando tomaba fotos . “El no hacía ruido. Todo lo calculaba en su cabeza y lo ejecutaba. Yo hago mi cálculo también para captar la foto que quiero. En Claridad no estábamos buscando la foto de todo el mundo. Buscábamos nuestra foto. Es capturar el momento”, acotó. Abey, según Alina, es el legado que dejó Pucho a la fotografía. “Él se ha destacado en la fotografía artística y también cuando hace fotoperiodismo. Es tan bueno como su papá”, afirmó.

Ese estilo de trabajo silencioso es el que la periodista y escritora, Wilda Rodríguez, describe: “Cuando empezaba a caminar con su cámara guardaba silencio, en algún momento crítico, como en Vieques durante los actos de desobediencia civil. Comenzaba a caminar con su cámara en silencio. Solo y en silencio. Era un silencio hermoso, tan concentrado con el trabajo que quería hacer, cómo lo iba a proyectar y como se lo quería dar a la gente. Para mí siempre fue una forma muy hermosa de trabajar”.

Es cierto Gladys, el mundo se ha derrumbado con su partida, pero Pucho dejó fuertes cimientos para construir con su ejemplo. Fue un gran esposo y ser humano, “bueno, bueno, bueno”, como lo describes; un gran compañero, un gran padre, un gran amigo y sobre todo un gran patriota con un legado para ser emulado.

¡Hasta siempre querido amigo!

 

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