Hermanas Rodríguez : A veinte años de su regreso a la Patria

Por Cándida Cotto/CLARIDAD

ccotto@claridadpuertorico.com

Para mí fue como una tormenta, y el cuerpo me respondió físicamente, como si fuera una tormenta. Me dio mareo. Es lo que yo llamo, como un tornado. Salimos de San Francisco como a las tres de la tarde, llegamos a Nueva York como a las 10:30 de la noche y llegamos a Puerto Rico como a las 9:30 de la mañana. Y ahí no hubo descanso físico, lo que hubo fue mucha emoción, muchos sentimientos buenos, muy buenos, y algunos muy difíciles. Eso no se procesa así, de un cantazo, y el cuerpo me dio mareo, me dieron náuseas”.

Al cabo de cumplirse, este mes de septiembre, 20 años de la excarcelación y simultánea llegada a la patria, las hermanas Ida Luz(Lucy) y Alicia Rodríguez comparten en entrevista con CLARIDAD sus reflexiones y parte de sus vivencias durante este tiempo. Comenzamos por el recibimiento en el aeropuerto, evento que sin dudas representó para el pueblo puertorriqueño un momento de orgullo y triunfo. Hoy, a la distancia, Lucy y Alicia ven más claros sus sentimientos sobre el momento.

Su llegada a Puerto Rico

A la sensación física de tornado que describe que sintió, Lucy añade: “Entonces, cuando llego al aeropuerto, le digo a Nieves Falcón: ‘Yo necesito irme’. Yo estaba verde, entonces me dice: ‘No, no te puedes ir porque hay un montón de gente afuera esperando’. Yo dije: ‘Ok, ¿cómo voy a hacerlo sin vomitar?’ Me senté y me dije: ‘Espero’. Pude salir. No hablé mucho, los quise mirar profundamente y sí les di las gracias”.

Mientras, Alicia expresa que sinceramente estaba en shock; “porque nosotros llegamos a Puerto Rico en menos de 24 horas. Era un cambio super drástico para la siquis, imagínate, estar detrás de una reja por casi 20 años. Pero también llegamos con ese periodo bien doloroso de decidir si íbamos a salir o no. Esto no fue una fiesta, ¡fue, básicamente, con todas las huellas de la responsabilidad, de si era correcto asumir esa posición y salir a Puerto Rico! Teníamos que decidir, y eso fue un proceso bien profundo porque teníamos que dar la cara a este pueblo, teníamos que justificar remover esa ropa penal y dejar atrás esa vida que asumimos, así que cuando llego a Puerto Rico todavía no había soltado el golpe, que cogió muchos años para sanar”.

La menor de las hermanas Rodríguez —pero no por mucho— añade que el momento de salir y saludar fue una combinación de muchas cosas: una alegría de sentir el calor humano de su gente, saber que era un recibimiento de mucho amor, la reafirmación del carácter político de su encierro y a su vez, tristeza y coraje, de que no estaban todos juntos. Se refiere a que en el 1999 todavía quedaban tras las rejas Carlos Alberto Torres, Oscar López y Haydée Beltrán.

Ambas hermanas hacen alusión a las profundas conversaciones que sostuvo el grupo de los hoy exprisioneras y exprisioneros para decidir si aceptaban o no la oferta de salida que ofreció la Casa Blanca, a la luz de la responsabilidad política que habían asumido como prisioneros y prisioneras políticos, y afirman que nadie salió corriendo. Lucy confiesa que no fue hasta los seis meses que entendió que esa fue la decisión correcta.

¿A qué ha sido lo más difícil de adaptarse durante todo este tiempo y qué ha sido lo más fácil? La prisión es una experiencia de vida que pesa mucho. Lucy y Alicia entraron jóvenes a prisión; la primera a los 29 años y la segunda a los 26, y expresan que la prisión es un ambiente sumamente hostil, más contra las mujeres.

“Las células de este cuerpo todavía carga sus memorias de la cárcel, así que para mí esa pregunta la veo en el contexto de una dignidad, de una dignidad como mujer, la dignidad de un ser humano y la dignidad de ser puertorriqueña”, reacciona de primera intención Alicia.

Prosigue que en relación con su vivencia en el país, “Para mí lo más difícil es ver el tipo de consecuencias de que Puerto Rico sigue siendo una colonia. Lo veo en los ojos de la gente, lo percibo cuando camino por ciertos lugares de Puerto Rico y veo las áreas de los ricos en comparación con las de la gente pobre. Eso me provoca mucha, mucha ira, y es difícil para mí, porque llegar de allá y llegar a lo de uno… uno sabe que eso no debe existir; no lo veo como algo normal, así que para mí es eso”.

Por su parte, Lucy confiesa en tono jocoso que lo más difícil fue enfrentar las palabras de Nieves Falcón, recién excarceladas, de que tenían que buscar empleo. “¿Cómo?, ¿empleo? No hemos aterrizado, no estábamos preparadas para ir a ponchar reloj, a estar sujetas a supervisores, a un horario de trabajo. Salimos de una cárcel donde todo estaba controlado y a la edad que salimos fue bien difícil”.

En torno a lo más difícil, de cómo reencontrarse y poder decir aquí llegué, este es mi lugar, y dejar atrás la prisión, Alicia expresa que llegar a la isla fue sentirse protegidas, “al tener ese calor que solo este pueblo sabe expresar y sentir”.

La otra parte, de como un ser humano empieza ajustarse a la vida diaria, nos dijo que fue un choque: “Salimos sin tener referencia de dónde uno trabajo. Nosotras no teníamos nada de eso; eso fue sumamente difícil. Mi hermana y yo llegamos, no a un sitio donde podíamos contar con nuestros padres. No teníamos ese apoyo familiar”.

Ambas expresaron que el apoyo y solidaridad que recibieron del Comité Pro-Derechos Humanos, de seres generosos como el maestro Antonio Martorell y José Vega Santana, el conocido Payaso Remi y de organizaciones de mujeres fue lo que las ayudó a caer en tiempo. Para Alicia, “buscamos la manera de ajustarnos, desde el principio. Adaptarse a la realidad fue algo normal”.

Lucy reconoció que para ella fue bien difícil y se preguntaba cada día: “¿Cómo lo vamos a hacer, cómo vamos a ganarnos la vida, cómo vamos a compartir? La familia estaba en Chicago, teníamos que caer en tiempo; pero también sabíamos que no podíamos quedarnos en San Juan. El campo es lo que nos llena, el campo nos da un sostén en momentos difíciles; esa es la naturaleza nuestra”.

Las vivencias recientes

Esa naturaleza las llevó a vivir al sector Guavate de Cayey, a poco tiempo de llegar a la isla. Allí pasaron la experiencia del huracán María en el 2017 y sus consecuencias de no poder salir de sus casas en seis días, la incomunicación y la falta de agua y luz por meses.

“Nosotras salimos como alfareras de la cárcel. Yo tengo una afinidad con el barro y ya llevo seis años dando clases en la Escuela de Bellas Artes en Cayey. Esa es mi vocación, a mí me gusta entrar a las comunidades, me gusta ir a los salones”.

Esa es Alicia, quien el pasado año concibió el proyecto Taller Guaguarey, ante la preocupación expresada por amistades y personas de la comunidad por la posible clausura de los talleres que auspiciaba el Municipio de Cayey. Tras conversaciones con el alcalde, Alicia se comprometió a buscar fuentes alternativas para financiar las clases, mientras el alcalde Rolando Ortiz se comprometió a dar acceso a los salones, equipo, agua, electricidad y el registro estudiantil. Los fondos que procure obtener el Taller serán para la compra de barro, herramientas, algún otro equipo y un estipendio para la maestra. La palabra guaguarey significa barro en el idioma taíno.

Lucy es bibliotecaria en el Recinto de la Universidad de Puerto Rico, en Cayey. Antes, trabajó con el Maestro Antonio Martorell.

Nos quitaron tanto que nos quitaron el miedo

¿Qué les parece la experiencia de este verano 2019 en Puerto Rico?

Alicia es la primera en responder. “Para mí, lo comparo con lo que sucedió con la marina cuando mataron a David Sanes: esa reacción de profunda indignación. Eso fue también un momento de mucho apoyo y una transformación social de la identidad de Puerto Rico. Cuando ves eso y se es testigo de lo que sucedió en julio, que fue mucho más masivo, enfocado en otros temas de este momento, para mí, en un sentido, es que esa transformación empieza no solo a verse en Puerto Rico, sino en el mundo. Otros miran que pudimos cumplir con algo que en otros lugares no han cumplido. También buscando otro ejemplo, la salida de los presos es otro movimiento que otros países ven. Ahí está el pueblo de Puerto Rico logrando unos triunfos, unas victorias. Lo que sucedió se puede seguir repitiendo, el potencial de replicar y exigir cambios está aquí, si se siguen repitiendo. Se hizo en corto tiempo, con el esfuerzo de la gente saliendo a la calle, una articulación verbal de que necesitábamos cambios; no se tuvo que esperar 100 años. En los 20 años en los que he estado fuera, he visto esos triunfos”.

Para Lucy, al reconocer que fue un movimiento masivo por el cual el País se proyectó distinto al mundo, se enfoca en que: “Esto fue algo totalmente distinto porque ya no eran los partidos políticos. Eso era la gente, la juventud e indignados en contra del gobierno. Ricky, ese club, esos, no pueden ser los representantes de este pueblo, no nos representan, representan sus propios grandes intereses. Para mí ese movimiento creo que logró algo grande, pero solo toca lo inmediato. Todavía hay mucho que hacer y se puede hacer. Lograr, como se botó a Ricky. Los partidos son una máquina; esto fue algo totalmente distinto”.

Además, la percepción de Alicia es que se cayó la cortina del colonialismo y permitió que todos los sectores que están siendo afectados, se reconocieran y dijeran pues me tocó a mí también. Aun cuando reconoció que quizás muchos de ellos no están conscientes de que somos un país colonizado y, aunque no puedan articular ese sufrimiento de colonizado, todos los que se tiraron a la calle sí empezaron a identificarse conscientes de que algo está mal, y no porque alguien se los dijo.

Su hermana difiere. No cree que el pueblo lo miró como una expresión contra el colonialismo: “Fue una indignación. Ahí no hubo consignas de independencia, etc. Sí bajó la cortina para mucha gente, es cierto. Perdieron el miedo; ya la gente sabe que puede enfrentarse así”.

Ambas coincidieron en que el independentismo debe cambiar su discurso, dar más participación a las mujeres, “las mujeres somos las que promovemos muchas cosas”, y al trabajo comunitario. También a la luz de la experiencia de este verano expresaron sentirse optimistas frente al futuro de Puerto Rico.

“Yo me encuentro optimista con lo que vimos este verano. Ahora, que siga, porque hay otras cosas que cambiar en este país, y que sea como esa ruta. No puede ser con los partidos políticos. Yo espero que se pueda seguir, que sea la gente, los seres humanos. Me encantó ese lema de Nos quitaron tanto, que nos quitaron el miedo. Me encantó. Ahora, con ese lema, a buscar la liberación, que está en el destino de todos nosotros. Lo que pasa es que a nosotros nos duermen. Nosotros no somos seres insensibles, pero hay muchas cosas que no sabemos o estamos dormidos con la tecnología, entretenidos o estresados, que nos está quitando la paz mental, y a veces tomamos decisiones que no son buenas. Hay que saber que este verano de julio debe ser el comienzo, y lo podemos hacer”, manifiesta Lucy.

Alicia prefiere apuntar primero a la necesidad de la liberación de la mente. “Cuando un pueblo sufre, un ser humano sufre, eso resulta en trauma, y el trauma está en el interior. Y a nosotros, como un país colonizado, el dolor de cada día nos marca. Y sentirse uno impotente crea un círculo del cual creemos que no podemos salir, creemos que es natural; pero no es natural. Muchas veces uno necesita el apoyo de la comunidad. Los políticos lo que hacen es engañar. Los cambios vienen a nivel de la comunidad. Lo que sucedió en julio fue la comunidad, los vecinos. Si María sacudió a la bella isla de Puerto Rico, también sacudió a sus ocupantes. Lo que digo es que existe ese trauma y tenemos que buscar la forma de liberarse para tener la fuerza para actuar y exigir cambios”.

Las hermanas Rodríguez concluyen la entrevista reconociendo los 60 años de CLARIDAD: “El título le cae muy bien porque necesitamos CLARIDAD. La información es crucial para aumentar la conciencia”.

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