Identidad de habitante planetario

 

Por Marcelo Barros / Especial para En Rojo

En ese mundo, marcado por nacionalismos y discriminación a las personas marginadas, en el 9 de agosto pasado, la ciudad de Rosario en Argentina otorgó una Carta de Identidad Planetaria a Adolfo Pérez Esquivel, premio nobel de Paz de 1980. Bajo la inspiración del científico social Anibal Facciendini, la Cátedra del Agua y la Comisión del Derecho al Agua del Colegio de Abogados de Rosario, en Argentina promueve diversas acciones, dentro de la iniciativa internacional que se llama Ágora de los Habitantes de la Tierra y que, en América Latina, forman la Red Ágora Sur (Brasil, Argentina y Chile). La iniciativa simbólica de dar la carta de identidad de ciudadano de la Tierra a Esquivel está dentro de la propuesta de desmercantilización de la vida, decidida por la asamblea internacional de la Ágora de los Habitantes de la Tierra (AHT) que ocurrió en Verona (diciembre 2018). Sin querer substituir otros movimientos, es más un esfuerzo para crear conciencia de que todos somos ciudadanos de la Tierra, junto con los animales y otros seres vivos, como habitantes del planeta.

Para respetar esa ciudadanía universal y mantener la igualdad básica entre todos, es urgente desmonetizar los bienes comunes públicos. En Rosario, los compañeros de la Red Ágora Sur, dan ejemplos significativos de ese esfuerzo: luchan por derechos que en la ciudad, muchas veces son olvidados: 1 –  el derecho de Jarras de Agua como práctica del Amor, es decir, agua potable, segura, libre y gratuita para el prójimo en situación de caminante de la ciudad, cuando está haciendo trámites en oficinas públicas y privadas, así como en los bares y restaurantes.

2) derecho a los Sanitarios Libres (DSL). Eso supone que el prójimo pueda realizar sus necesidades fisiológicas cuando está en situación de caminante de la ciudad. Actualmente se paga. La propuesta discutida en la cámara de la ciudad pide que todas las personas tengan acceso a baños públicos limpios y higiénicos y puedan usarlos gratuitamente, sea en oficinas públicas o privadas, sea en bares, restaurantes e Iglesias.

Así que el papa Francisco empezó su ministerio de obispo de Roma organizó un servicio de atención a la población pobre y de migrantes que viven en Roma. Más allá de casas que sirven de abrigo, hizo construir, bajo las columnas de Bernini, en la Plaza de San Pedro, baños con duchas y aún una barbería para que los pobres puedan sentirse mejor. Es solo un signo de recordar que todos somos humanos. Simone Weil, pensadora francesa, decía: “Yo reconozco quién es de Dios, no cuando me habla de Dios sino por por su modo de ser con las otras personas”.

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