Por Vivian Auffant Vázquez
Este 12 de junio del 2020 se despidió a la eternidad una discípula del Maestro Hostos. Mujer de inquieto pensar, llegó a tener en sus manos la obra del Ciudadano de América, Eugenio María de Hostos. Conoció a su hijo Adolfo y colaborando como estudiante primero y luego como esposa, transcribió a maquinilla la inmensa obra de este mayagüezano universal. Su nombre, María Asunción Olivar Piñero. Años después se le conoció como la Viuda de Adolfo de Hostos.
Su elegante porte la distinguía a donde fuera. Era muy observadora y analítica aplicando el pensamiento y método hostosiano. El lugar en la primera fila de los actos de Mayagüez era de ella, muy merecido por su labor de divulgación y enseñanza del Maestro Hostos. Ese reconocimiento lo ha honrado el Alcalde de Mayagüez José Guillermo Rodríguez dedicando un lugar a la obra del mayagüezano universal. Doña Asunción fue una incansable colaboradora de las obras hostosianas en la cuidad natal del prócer.
La reconocíamos como la Hostosiana Mayor, quien la bautiza con ese nombre es su hija Teresa y luego se reafirma su título por quienes estudiamos los escritos del trascendental pensador puertorriqueño. Su labor fue incesante, comprometía su amor al pensamiento de un prohombre postergado aún hoy día. Hostos tuvo la voz valiente que pese a las situaciones extremas como la ocupación norteamericana, no imponía su criterio de independencia porque reconocía que la decisión de estatus era una de conciencia y voluntades unidas. Lo que no quería era la colonia, la nueva no era diferente de España, es la colonia de un naciente imperio. Esa todavía desconocida potencia cuyos intereses deslumbraban en las horas más oscuras de alternativas, columpiaban la tempestad de intereses políticos que nublan la razón y el bien común. La diplomacia de Hostos en sus declaraciones del 98 ha llevado a opinar que aceptaba la ocupación; nada más lejos de la verdad. Ha sido mal entendido y peormente citado. Doña Asunción dedicó su vida a enderezar esos entuertos producto de quienes trastocan palabras y hechos por intereses partidistas.
Todavía las voces actuales imbuidas en el mar de la política de diversas corrientes submarinas piensan que nada se puede hacer ante la complicada situación histórica. Las circunstancias de todos estos años demuestran que en muchas ocasiones quienes nadan a contracorriente de la libertad, llegan al fondo de un océano abismal y contrario a la las leyes de física que del fondo se sale del remolino, los casos hasta ahora indican que se ahogan en el remolino.
A Doña Asunción nuestro agradecimiento por su ejemplo de conciencia y estudio del Maestro de América, pues nos ilustró la lectura y análisis de las circunstancias al invocar la afirmación inequívoca: ni hoy ni mañana ni nunca, mientras quede un vislumbre de derecho en la vida norteamericana, está perdido para nosotros el derecho de reclamar la independencia, porque ni hoy ni mañana ni nunca dejará nuestra patria de ser nuestra.