Juan Mari Brás

JUAN MARI BRAS

Por Antulio Parrilla Bonilla, SJ, Obispo Titular de Ucres

La historia será mucho más justiciera que la actual generación en aquilatar el liderato de Juan Mari Brás, que ha ejercido en casi tres décadas en la política puertorriqueña. Su personalidad y su patriotismo han dejado hondas huellas impresas, que ya son imborrables, ha trabajado para causar cambios significativos en la colonia, y lo ha logrado. Su liderato no ha sido de tipo caudillista –por más que el caudillismo, por lo menos como se manifiesta en algunos rasgos, no acaba de dejarnos, pese a que se han  hecho grandes progresos-, sino que su quehacer ha sido dentro de un equipo de trabajo, principalmente desde el Movimiento Pro Independencia (MPI) y luego desde el Partido Socialista Puertorriqueño (PSP).

Si Juan Mari Brás sigue como indiscutido líder dentro de su organización política, ello se debe al consenso general dentro del PSP, desde todos los niveles del Partido, tal como son discutidas y analizadas todas las materias en el PSP. El mismo ha querido retirarse de sus altas posiciones, pero siempre ha encontrado el escollo del consenso democráticamente obtenido, que se le opone e insta que siga en su función protagónica.

¿Qué es lo que contiene el carisma de este líder puertorriqueño? Primero, se sale de serie,  pues siempre dice lo que tiene en su intelecto brillante, lo que siente interiormente; está comprometido con la verdad. Segundo, tiene una gran sencillez en el decir, de modo que todos le entienden, aunque no estén de acuerdo con él. Tercero tiene un extraordinario poder de análisis y de síntesis: sus columnas en CLARIDAD lo dicen casi todas las semanas. Cuarto, nunca hace acusaciones si no está bien documentado, y puede probar lo que dice. Quinto, sus profundas convicciones, su sabiduría, su cultura y rectitud, loasen muy elocuente y tiene una admirable capacidad de persuasión.

Juan Mari Brás tiene otras cualidades que pasan desconocidas para el que lo mira solamente desde su vida pública. Privadamente prefiere escuchar más que hablar; a cualquiera le parecería que es tímido. No es tanto timidez como respeto a las ideas de los demás. Sabe escuchar, no solamente oír: esto es precisamente uno de los factores o elementos imprescindibles de diálogo. A cuno no le da la impresión que él quiere llevar la suya adelante, cuando se barajan las verdades de cada quien. Para llegar a tener esta virtud se requieren otras ya adquiridas, tales como paciencia, humildad (como conocimiento propio –nunca apocamiento- como algunos falsamente entienden), serenidad y cortesía (que no es virtud de sólo los burgueses), paz e integridad.

Juan Mari Brás es siempre noticia: sea por lo que dice o hace, o sea por lo que representa dentro del contexto político puertorriqueño. Tiene enemigos: nada menos que todo el imperio de Estados Unidos y los que en alguna forma y por las razones que sean defienden el status quo o su perpetuación. Pero Juan no es enemigo de nadie, salvo de la injusticia, la explotación, el engaño, la enajenación, la rapacidad, la mentira, el eufemismo, la hipocresía… en fin, todas las principales características del dominio y de la dependencia que invariablemente impone el imperialismo.

Mari Brás ya es más aceptado, sin que ello implique comunión con su ideología, que a nadie él le esconde. La razón de esta aceptación es su empeño en la unidad patriótica puertorriqueña contra el colonialismo. En días recientes se ha ganado en la ONU una batalla decisiva –aunque todavía no la guerra- con la Resolución que este año aprobó el Comité de Descolonización. Este año dicho Comité acordó solicitar del Plenario de la ONU, que discuta el caso colonial puertorriqueño. No entro aquí en pormenores acerca de este triunfo de los puertorriqueño; bastante se ha escrito en la prensa. Muy poco más que hay que decir que sea original. Ahora empieza otra importante ofensiva; lograr que Estados Unidos no impida la discusión de nuestro caso en 1982.

Sin que el Comité de Descolonización deje de entender en el futuro, pase lo que pase en el Plenario con nuestro caso colonial, la lucha en la ONU llegó a un punto culminante gracias  al liderado de Juan Mari Brás. Con esto no pretendo restar méritos ni a los demás líderes puertorriqueños que han luchado en la ONU, mucho menos a los que empezaron a roturar el terreno hace varias décadas en la recién creada ONU; e incluso desde antes de crearse este Cuerpo Internacional. Fue el doctor Pedro Albizu Campos quien rompió el cerco colonial durante los años veinte y treinta, e internacionalizó el caso colonial de Puerto Rico, subsiguientemente, mediante el Partido Nacionalista.

Ahora la lucha en la ONU no es de Juan Mari Brás, de Rubén Berríos y de los nacionalistas: tampoco de los demás líderes, que se cuentan por decenas del independentismo. Ahora la lucha es de todo Puerto Rico. El año 1980 marcó en este sentido un importante hito: el año 1981 produjo un cambio cuantitativo. Tan contundente, que ha puesto al Departamento de Estado a preocuparse… que lo está, y muy significativamente. Se ha golpeado duro el corazón del imperio y se oyen las repercusiones.

Los movimientos de “diálogo” y de “descolonización” que se empiezan a percibirse en la colonia es una de las más claras señales de la contundencia del golpe que se ha dado al imperialismo. El mentado “diálogo” no tiene ni pizca de eso, de diálogo, pues el primer paso en cualquier diálogo formal es sentar las reglas del juego por l os mismos dialogantes, no por quien represente la colonia o llame al diálogo. Además, se puede uno preguntar ¿por qué se excluye de cualquier diálogo políto a Juan Mari Brás? ¿Por qué no tiene Partido? ¿Por qué es minoría? Todas estas razones que se dan son argucias; es Juan Mari Brás quien mejor comprende toda la intríngulis subyacente en toda esta cuestión.

No puede hablarse de descolonización en Puerto Rico sin que se hable de la reciente Resolución del Comité de Descolonización; ni dialogar sin las ricas aportaciones de un político formado precisamente en el diálogo. Por haberse fraguada en las luchas más duras. No hay puertorriqueño ni residente puertorriqueño que se declare abiertamente independentista que no tenga el FBI, en la CIA y en las agencias de espionaje de las fuerzas armadas de Estados Unidos. Juan Mari Brás logró obtener su récord en el FBI, y hemos descubierto su valía por el ensañamiento con que lo ha acosado.

Si alguno ha tenido que sufrir (lo ha hecho con gran entereza) por ser independentista, por ser socialista y por ser marxista en nuestra patria, es Juan Mari Brás. Es sumamente doloroso pensar que uno de sus hijos fue asesinado como una venganza del FBI, para crearle problemas, para hacerle sufrir, para castigarle en donde más torturante es la aflicción, en sus profundos sentimientos de padre. Duele pensar además que este crimen ha quedado impune, pues el gatillo lo apretó el FBI, no el intermediario irresponsable a quien puso la agencia de espionaje. Tampoco en esta cuestión  pretendo ignorar o empequeñecer la grandeza del resto del liderato independentista,  que por serlo, es también es hostigado continuamente por las fuerzas represivas y de espionaje de Estados Unidos y ha tenido que sufrir cárceles, persecución, difamación, marginación y muerte por sus ideales.

Felicito a Puerto Rico por el triunfo en la ONU y por tener a un líder del calibre de Juan Mari Brás. 

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