Julia & Nick y el almacén que coronó el caos

Julia Keleher, primer arresto. Foto: Alina Luciano

Por Manuel de J. González /CLARIDAD

A veces se torna complicado comentar lo que ocurre en Puerto Rico porque los sucesos se encadenan con demasiada rapidez. Tan pronto se madura un tema, aparece otro que lo desplaza. El sábado 18 de enero en la mañana el tema obligado era el de Julia Keleher y Nickolas Poutry, el nuevo capítulo de la eterna corrupción, pero en la tarde apareció el almacén con suministros en Ponce y la incompetencia criminal del gobierno volvió a primer plano. Mañana, cuando se publique este artículo, tal vez estemos en medio de un nuevo capítulo que resuma los anteriores. 

El primer tema sigue siendo el de Julia & Nick porque nos obliga a recordar el colonialismo clásico, el que comenzó con el llamado “descubrimiento”. O, mejor, el que se inició en Puerto Rico después que las botas militares entraran por Guánica en 1898. El proceso de colonización siempre ha comenzado con el arcabuz o el fusil, pero una vez estos aseguraran la “pacificación” del territorio, hacen su entrada dos tipos de funcionarios. Unos, los más importantes, vienen a explotar los recursos de la nueva tierra conquistada y los otros, que antes bajaban del mismo barco, son los encargados de adoctrinar los nativos con las ventajas de la nueva civilización. Para explotar con efectividad es necesario un ambiente tranquilo y cooperador, y por eso ambos tipos de funcionarios deben complementarse en todo momento. 

Nicholas Poutry es del primer tipo. Llegó, como los buitres, detrás de la carroña, tras el apogeo de la crisis económica durante el gobierno de Luis Fortuño, atraído por la nueva ley de la colonia que les garantizaba impunidad frente a los impuestos. Venía (decía) a invertir en la economía, pero se limitó a adquirir importantes inmuebles y negocios ya establecidos a precios de remate asegurando enormes ganancias con la especulación. Así llegó a la Marina Puerto del Rey en Ceiba y al complejo Ciudadela en Santurce, cuyo desarrollador original estaba quebrado.

Luego Poultry aparece como incorporador de la aún misteriosa “Education Foundation” y así es como se vincula a la “educadora” también llegada del norte, Julia Keleher. Ella había venido – según sus propias expresiones en una charla en la Universidad de Yale – “a ser la adulta del grupo”, es decir, a educarnos. A principios del siglo XX Martin Brumbaugh desembarcó en San Juan con la misma misión e igual que Julia también provenía de Pennsylvania. 

A diferencia de Brumbaugh, Keleher no impuso el inglés como vehículo de enseñanza ni purgó el currículo del sistema educativo para ajustarlo a su misión “civilizadora” (hasta donde sabemos), sino que de inmediato quiso imitar a Poutry enriqueciéndose con rapidez. La codicia, más que su misión, la vinculó al colonizador del siglo XXI alejándola del que llegó a principios del XX.

Sobre la “Education Foundation” se conoce poco. Sabemos que fue incorporada por Poutry y por el inmigrante cubano Manuel Cidre, y que colocaba grandes sumas de dinero en el Departamento de Educación que dirigía Keleher. Sabemos que esa entidad sospechosa paga los salarios de nueve “supervisores”, casi todos también traídos de Estados Unidos, que controlan las regiones del DE. Además, según el último pliego acusatorio contra Keleher, la entidad le reembolsaba al gobierno los $250 mil anuales que le pagaba a la funcionaria. Esto último fue negado por el actual director de la agencia que hacía el pago afirmando que el récord contable no aparece el reembolso. ¿A dónde entonces iba al dinero?

Otro misterio es el origen de ese dinero que repartía de la “fundación” que, además de los emolumentos de Keleher, pagaba los nueve “supervisores” que sin ser funcionarios del DE, controlan sus operaciones regionales. Cuando se divulgó la información hace más de un año, Cidre alegó que el dinero venía de otra fundación estadounidense cuyo nombre no podían revelar.

Obviamente queda mucho por averiguar sobre la vinculación entre Poutry y Keleher. Con tanto dinero corriendo cuesta trabajo creer que el único beneficio de la última en sus traqueteos con el primero sea el alquiler de un apartamento en Ciudadela por un dólar durante seis meses. También falta por conocer sobre el verdadero propósito de la llamada fundación y el origen del dinero que gasta en el DE. Desenredar la madeja será un poco difícil porque los federales dejaron fuera del pliego acusatorio al resbaloso Poutry. La empresa de éste fue la que se benefició con el terreno de una escuela que le regaló Keleher, pero se acusó a la persona que sirvió de intermediaria, el también inmigrante cubano Ariel Gutiérrez, no al que se benefició. Su ausencia del proceso judicial hará más difícil conocer los traqueteos del gringo. 

Implosión gubernamental 

en segundos

Como los edificios enfermos que se derrumban desde adentro, el gobierno que el pasado agosto comenzó a regentear Wanda Vázquez se cayó en cuestión de segundos. Tras la revelación de que casi al lado de donde cientos de afectados por el terremoto dormían bajo el sol y la lluvia había un almacén lleno de catres y toldos, lo que quedaba en pie del gobierno de Ricardo Rosselló se derrumbó frente a los ojos indignados del pueblo. Ese derrumbe provocó aplausos, pero es incompleto. 

Frente a las noticias que dramatizan ¡una vez más! la pasmosa incompetencia gubernamental la gobernadora Vázquez actuó a la desesperada, buscando salvar antes que nada sus aspiraciones para ser electa gobernadora en propiedad el próximo noviembre. Afirmando, a modo de excusa, que ella “heredó” el gabinete que preside, dirigió la culpa del desmadre hacia tres de sus miembros – Manejo de Emergencias, Familia y Vivienda – y los despidió de un plumazo. Así espera calmar la ira de la gente mientras, de paso, sacó de su entorno a tres subalternos que no la apoyan como candidata a la gobernación. Desde hace más de un mes era un secreto a voces que varios miembros del gabinete gubernamental, entre otros la de Familia, se identifican con la candidatura de Pedro Pierluisi y que Vázquez estaba buscando la ocasión para sacarlos de sus puestos.

El problema que tiene Vázquez en su afán por ganar distancia es que pocos le creen. Nadie hereda algo de lo que forma parte. Ella fue parte fundamental del gobierno de Rosselló y estuvo directamente a cargo de todos los operativos dirigidos a encubrir su negligencia a raíz del huracán de 2017. Ahora pretende repetir la tapadera para tratar de salvarse ella misma, pero sólo consigue proyectar la imagen patética del conspirador que acusa y se esconde. 

En la noche del domingo 19 de enero las cacerolas volvieron a sonar en San Juan mientras en Ponce, donde ocurrió el destape, la gente marchaba. El verano del 19 se repite en el invierno del 20. Curiosamente, las movilizaciones de julio comenzaron tras la primera acusación por corrupción a Julia Keleher y las de enero se dan tras la segunda. 

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