Kobe

Por Elga Castro Ramos/Especial para CLARIDAD

Esta semana, debatiéndome sobre de qué tema escribir en la columna, desde la publicación del decreto antiprotestas políticas del Comité Olímpico Internacional hasta la financiación del Comité Olímpico de Puerto Rico dentro de la crisis y el control de la Junta de Control Fiscal, hoy domingo 26 de enero, todo cambió con la noticia de la repentina muerte del canastero estadounidense Kobe Bryant en un accidente de helicóptero. 

Kobe Bryant fue sin duda uno de los mejores baloncelistas de las últimas décadas y, definitivamente, el mejor después de Michael Jordan. Dentro de la cancha dejó un gran legado, con un sinnúmero de estadísticas impresionantes y todas con un mismo equipo en la NBA, los Lakers de Los Ángeles. Fuera de la cancha también trascendió, no solo en Estados Unidos, sino en todo el mundo, gracias a una combinación de lo globalizado que estaba ya el baloncesto, la explosión comercial de la NBA por Michael Jordan y su personalidad y su interés en diferentes culturas. Así, Kobe fue un ícono que traspasó las fronteras del deporte tanto como las fronteras estadounidenses. Y ahora, luego de su retiro, siguió una impresionante carrera fuera de la cancha, con una productora, enfocando su trabajo baloncelístico en el baloncesto femenino, en parte gracias a sus hijas, una de la cuales, Gianna, de 13 años, también falleció en el accidente. 

Kobe Bryant comenzó su carrera en la NBA en la temporada del 1996-97, viniendo directamente de escuela superior. Fue el primer armador en hacerlo. Ese mismo año ganó el premio de Novato del Año. En 20 años en la NBA, Kobe promedió 25 puntos por juego, 5.2 en rebotes, 4.7 en asistencias y 1.4 en robos por juego, lo cual si duda lo hacía un jugador muy completo, pues también dominaba ambos lados de la cancha al haber sido escogido 12 veces al equipo de todos defensa. Pero además de sus estadísticas, lo que lo convirtió en una leyenda y en un futuro miembro del Salón de la Fama del Baloncesto fue su liderato, que lo llevó a ser un ganador. Todos alababan su ética de trabajo y perfeccionismo. En su carrera con los Lakers ganó cinco campeonatos, dos premios al Jugador Más Valioso de la Final, fue seleccionado 18 veces al Juego de Estrellas y fue dos veces el campeón anotador. En su carrera internacional Kobe también fue un ganador, obteniendo dos medallas de oro olímpicas en los Juegos de Beijing en el 2008 y en Londres en 2012. 

Desde su retiro en el 2016, Kobe estuvo muy activo demostrando que sus intereses iban más allá del deporte de baloncesto; pero sin abandonarlo, solo que en esta nueva etapa estaba envuelto en otros aspectos. Por ejemplo, en su faceta de padre a casi tiempo completo se metió de lleno en la carrera baloncelística de su segunda hija Gianna, no solo siendo dirigente de algunos equipos de niñas, sino entrenando con ella y sus amigas en su casa. Además estuvo muy envuelto con la WNBA. Pero casi todos sus esfuerzos se centraron en su creación artística y creativa. Hizo un cortometraje, Querido Baloncesto (Dear Basketball) por el cual ganó un Oscar en 2018. También creó una casa productora, Granity Studios, para producir películas, series, libros y material en distintos medios, incluyendo un programa radial. Además tenía una serie televisiva de análisis, titulada Detalles (Details), en la cual analizaba diferentes aspectos del baloncesto. Pero, según él mismo relataba, nada lo apasionaba más en esta nueva etapa que la faceta de narrador de historias (storytelling). Así, escribió dos libros y comentaba que luego de llevar las niñas a la escuela, le encantaba sentarse frente a la página en blanco y pensar en la historia y los personajes. 

Kobe creció en Italia. Además de aprender italiano, esto influyó en su amor por el fútbol, de ahí su admiración por Leo Messi y otros futbolistas. En su tiempo libre se le veía en algunos partidos de fútbol, además de estar aprendiendo español, francés y serbio y ser uno de los embajadores de la FIBA. 

Con Kobe falleció su hija Gianna, quien compartía su pasión por el baloncesto. En varias ocasiones se les veía juntos en juegos, comentando y analizando. Los videos de la adolescente de 13 años mostraban una habilidad prometedora. Incluso, hace varios días, en un programa nocturno, él mismo comentaba cómo le encantaba estar con ella cuando venían fanáticos a saludarlo y a preguntarle cuándo iba a tener el varón para continuar su legado y ella siempre respondía: “No se preocupen, déjamelo a mí”. Y él, en eso, siempre fue bien claro, en no diferenciar por cuestiones de género y en su creciente apoyo al baloncesto femenino desde categorías menores hasta el institucionalizado de la WNBA. Así lo demostró. 

Luego de su súbita muerte, las muestras de apoyo, amor y dolor han sido masivas y vienen de todos los ámbitos deportivos, musicales, artísticos, políticos. Curiosamente en su casa, el Staples Center en Los Ángeles, se celebraba los Grammy en la noche de su fallecimiento. Ahí se le rindió tributo a quien jugara por veinte temporadas en ese tabloncillo. Mientras adentro se homenajeaba la industria musical, afuera se congregaban cientos de fanáticos que se dieron cita espontáneamente a rendirle tributo a su ídolo. Gritando su nombre y con cánticos desahogaban su tristeza y admiración. Allí, donde por veinte años brilló dentro de un tabloncillo, hoy, afuera, se despidieron de él sus seguidores, aún incrédulos ante la pérdida del Black Mamba. 

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