La autogestión agrícola ante el COVID-19

 

Por Giancarlo Vázquez López/CLARIDAD

gvazquez@claridadpuertorico.com

Hay una producción de alimentos en Puerto Rico que no se reporta. Muchos pequeños agricultores participan de una actividad económica informal, por así decirlo. No porque así lo quieran. El problema es la burocracia, o el burocratismo. Estos agricultores no son pequeños porque producen poco. El adjetivo solos los distingue de otros con compromisos particulares.

Lo digo porque son varias, diría que muchas, las veces que he escuchado decir a un agricultor que aquí las ayudas se las llevan los que tienen chavos. Recuerdo la anécdota de un conocido que luego de perder su trabajo intentó obtener ayudas para adquirir una finca. Le fue imposible. Para hacer el cuento largo corto, terminó haciendo hidropónicos. Lleva diez años en la agricultura y el Gobierno le ha dado la espalda en todo momento.

Las ayudas para los pequeños agricultores son difíciles de conseguir. Si no tienes influencia política y económica, que es casi lo mismo, no eres nadie. Es casi lo mismo y no lo mismo, porque de una manera u otra, políticamente hablando, todos los agricultores y comerciantes pequeños aportan a la seguridad alimentaria del país y sientan las bases para un proyecto de soberanía alimentara.

En momentos como el que vivimos vemos a través de las redes sociales cómo los agricultores crean redes de apoyo, tanto para salir del producto que habitualmente se vende a los comedores escolares, supermercados o restaurantes, como para facilitar el acceso de las personas al alimento que produce nuestra tierra y cosechan las manos de nuestros hermanos. Un ejemplo de esto es Apoyo Mutuo Campesino, una iniciativa que surge en la región central de la Isla ante la coyuntura actual del COVID-19, y que prepara cajas con variedad de alimentos de temporada: viandas, frutas, hojas, vegetales y productos confeccionados por los mismos agricultores.

Una característica particular que considero importante resaltar es la diversidad de agricultores que conforman el proyecto. Dos de ellos producen orgánico mientras que el otro lo hace de manera convencional. Estos compran a otros agricultores lo que no tienen en su finca, o algún otro producto. Así garantizan el apoyo a sus colegas y un balance nutricional en las cajas de alimentos. Una dinámica similar se está dando en lo que respecta a la producción de insumos: composta, semillas, germinados y herramientas. También mano de obra.

Como ya he mencionado, no todos los trabajadores de la tierra cualifican para las ayudas del Departamento de Agricultura. Si usted que me lee fuera agricultor y tuviese que escoger entre perder el día solicitando ayudas de las cuales no tiene garantía o trabajar la finca para alimentar a su familia, ¿qué escogería? No se trata de que participar de una economía informal en la agricultura esté bien o mal, lo que está mal es que la parte del gobierno que se supone brinde servicios por igual a todos los agricultores no lo está haciendo.

 

 

 

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