La banca y el sector cuentapropista en Cuba seriamente afectados por el bloqueo estadounidense

 

Corresponsal de CLARIDAD

 La Habana, Cuba Cuando Pedro Pablo Guaty abrió su restaurante Razones y Motivos en el céntrico municipio habanero del Vedado en 2011, nunca pensó que 10 años más tarde todos sus esfuerzos y logros pudieran verse en la cuerda floja. En aquel entonces, el cuentapropismo en Cuba era un sector pujante y en pleno ascenso, gracias a las medidas tomadas por el gobierno de la isla para facilitar la apertura de este tipo de comercios. La entrada constante de turistas extranjeros al país y con ella la llegada de divisas, le había dado las razones para establecer su propio espacio; el gobierno de Estados Unidos, sin embargo, tendría otros motivos.

En diciembre de 2014, Cuba y Estados Unidos anunciaron el restablecimiento de las relaciones bilaterales. Corrían los años de Barack Obama en la Casa Blanca y la buena nueva parecía dar un respiro a una isla asediada por casi 60 años del peor bloqueo económico, financiero y comercial jamás impuesto a ningún otro país en la historia reciente.

Tras el anuncio, los cambios no se hicieron esperar: Estados Unidos permitió a las compañías de cruceros incluir a Cuba en sus listas de puertos a visitar, amplió la cantidad de vuelos mensuales que viajaban al país caribeño y posibilitó el envío de remesas a la isla. Miles de turistas norteamericanos comenzaron a llegar al país caribeño cada mes, atraídos por un mercado cultural que, por décadas, se les había prohibido desde el Norte y del que sólo conocían las propagandas que afirmaban que en el país comunista se comían a los niños crudos y militares desaparecían personas por orden de la “dictadura”.

Con el levantamiento de ciertas restricciones –Obama sólo pudo quitar por orden ejecutiva algunas medidas; el bloqueo nunca se levantó– y la entrada de divisas, vinieron también los nuevos acuerdos comerciales con otros países, la apertura de nuevos hoteles, negocios y restaurantes. Pero el desastre se gestaba en el horizonte. El magnate Donald Trump llegó a la presidencia en 2016 y, azuzado por los sectores más reaccionarios de grupos cubanoamericanos en Miami, fue borrando a plumazos lo alcanzado entre ambos países hasta entonces.

“Nosotros estamos en un lugar donde hay muchos hoteles, hay casas de renta y la capacidad de alojamiento y la concurrencia de ese sector foráneo se ha visto afectada, por lo tanto nosotros también nos hemos visto afectado”, explicó Guaty a Claridad durante una visita de este medio a su negocio.

En cuatro años de gobierno, Trump eliminó los canales legales de envío de remesas familiares a Cuba, endureció los requisitos para viajar a la isla, vetó nuevamente a los cruceros, disminuyó sustancialmente los vuelos desde Estados Unidos y encima incluyó a Cuba en la lista estadounidense de países patrocinadores del terrorismo. Con estas medidas, cayó el turismo y, por tanto, el sostén directo de cientos de cuentapropistas en La Habana, entre ellos, Razones y Motivos.

 “Ahora mismo estamos prácticamente al cero –afirma Guaty– no tenemos ningún tipo de ingreso. Estamos haciendo un pequeño servicio de comida a domicilio, pero ese no es el concepto de nuestra actividad”.

De su restaurante dependen, directamente, 168 personas, hoy el comercio opera sólo con cinco empleados. El resto del personal ha debido buscar otras alternativas de ingreso.

AFECTA EL BLOQUEO AL SISTEMA BANCARIO

Como relación directa de este complejo escenario, el sistema bancario estatal también ha visto afectaciones por el recrudecimiento del bloqueo, en particular la limitación del turismo y la suspensión de los cruceros.

“La denegación de las licencias a la operación de cruceros en Cuba es un impacto muy negativo en clientes nuestros, sobre todo, en esta nueva forma de gestión que son los trabajadores por cuenta propia y las cooperativas no agropecuarias”, afirma Marina Torres García, vicepresidenta del Banco Metropolitano de Cuba.

 La disminución de las solicitudes de créditos y las dificultades de cobro, tanto del principal como los intereses, exacerbadas por la activación del Título III de la Ley Helms-Burton, también son parte de los obstáculos que enfrenta la institución bancaria.

En 2017, la banca estatal otorgó créditos al sector no estatal por concepto de 232 millones de pesos (9,6 millones de dólares); esa cifra se redujo a 136 millones de pesos ($5,6 millones) en 2018 y se desplomó hasta 58 millones de pesos ($2,4 millones) en 2019.

Además, el 81% de los clientes que ya tenían créditos con el banco a finales de 2019 solicitaron una refinanciación.

Sobre la imposibilidad del envío de remesas a la mayor de las Antillas, explica Torres García que “esto de alguna forma afecta directamente a nuestros clientes, pero a su vez es un servicio que se limita en nuestras oficinas bancarias y son también ingresos con comisiones que dejamos de cobrar.”

 Como alternativa a este panorama, el Banco Metropolitano ha optado, entre otras alternativas, por extender los plazos de pago de los préstamos para apoyar al sector cuentapropista “y no dejarlos fuera de la atención del sistema bancario”, puntualizó la vicepresidenta de la institución.

La pregunta es hasta cuándo pudieran aguantar estas medidas paliativas, teniendo en cuenta que la nueva administración de Joe Biden ha dado pocos –o ninguno– pasos por revertir las políticas de su antecesor y acercarse nuevamente a La Habana.

MÁS RAZONES PARA ELIMINAR EL BLOQUEO

Con todas estas dificultades, derivadas del bloqueo estadounidense, coincide también Héctor Mario Palacios Alejo, presidente de la cooperativa Tropical en 12 y 21 en La Habana. Su negocio, una cooperativa no agropecuaria de 13 socios, dedicada a la venta de alimentos ligeros y comida rápida, y rodeado de hostales y casas de alquiler para turistas, opera con lo justo desde que Washington comenzó a apretar el nudo en el cuello que rodea a la isla.

 “Si no tenemos turistas, pues no podemos vender y bajan mucho los ingresos de la cooperativa […] Eso nos afecta tanto los ingresos de los trabajadores como los ingresos de nosotros a la hora de contribuir al gobierno”, explicó el propietario.

Palacios Alejo concuerda en que “la parte turística, como política del país, es una de sus mayores industrias y es una de las mayores entradas de divisas”, por lo tanto, “si no tenemos el turismo, tenemos afectaciones en todo.”

Actualmente, las ventas obtenidas de Tropical apenas dan para mantener en pie la cooperativa, entiéndase pagar los salarios de sus trabajadores y cumplir con las contribuciones al estado. El regreso de los turistas a Cuba es preciso para levantar el negocio.

Pero las restricciones al turismo y la prohibición del envío de remesas son sólo la punta del iceberg de una política hostil obstinada en rendir al pueblo cubano por cansancio o matarlo de hambre –la que llegue primero. En el pasado cuatrienio, se impusieron más de 240 medidas unilaterales desde el gobierno de Estados Unidos que abarcaron desde los viajes, el comercio y el sector financiero, hasta la cooperación médica cubana y el suministro de combustible al país.

 Según datos oficiales, sólo entre abril de 2019 y marzo de 2020 Cuba sufrió perdidas por 5 mil 570 millones de dólares, producto del bloqueo y de las más de 200 medidas aprobadas durante la administración Trump. Una cifra exorbitante que se hace aún más dolorosa en medio de la terrible pandemia que enfrenta el mundo y que ha obligado a los cubanos –una vez más– a hacer de tripas corazones.

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