LA CELAC y la Tierra que florece

 

Especial para En Rojo

En muchos países del continente, en el 12 de octubre se conmemora “el día de la raza”. Desde 1992, del norte a sur, en diversos países, los movimientos sociales organizan el Grito de los Excluidos/as; una articulación continental de movimientos de base que retoma el sueño de Simón Bolívar y José Martí de una sola «Patria Grande», «Nuestra América».

En la primera década de este siglo XXI, bajo el liderazgo del presidente Hugo Chávez, gobiernos más vinculados a las bases han creado diversos organismos de articulación y diálogo, no sólo de mercado común, sino de colaboración en las áreas de salud, educación y culturas. Ahora, hace unos días, López Obrador, presidente de México, convocó una nueva cumbre de la Confederación de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC) en su país. Así, retomamos un camino común que, en los últimos años, había sido interrumpido por la acción deletérea de gobiernos golpistas.

Al mismo tiempo, en todo el continente, se fortalece la articulación de los pueblos originarios. Abya Yala fue el nombre que el pueblo kuna, originario de Sierra Nevada, en el norte de Colombia y actualmente residente en la costa oriental de Panamá, da al conjunto de tierras de la actual América. Abya Yala significa «tierra viva», o incluso «tierra que florece».

Para los pueblos andinos, desde la conquista, el mundo está al revés y es necesario reconstituir el Pachacuti, es decir, el equilibrio del amor, representado por la energía de la Pachamama, (que los afrodescendientes llaman Axé) el amor que fecunda el universo.

En nuestros días, la civilización occidental se hunde en una crisis multifacética de trágicas consecuencias. Para la sostenibilidad del planeta y la justicia ecosocial entre los pueblos, necesitamos una nueva alianza de la humanidad. El redescubrimiento y el diálogo con las culturas de los pueblos originarios puede ser fuente de sabiduría y buen vivir para todos los seres humanos. Para que este diálogo sea justo y fructífero, es fundamental que asumamos la historia y realicemos una purificación de la memoria.

Celebremos este 12 de octubre como día de resistencia y de nuestra identidad común. Somos pueblos unidos en el nuevo bolivarianismo que consiste en la liberación del imperialismo, integración solidaria de todos los pueblos del continente y camino hacia un nuevo socialismo, basado en una democracia radical del Buen Vivir, inspirada en los pueblos originarios. Como lo expresó el obispo Hélder Camara en una carta circular en 1965: «El nuevo bolivarianismo merece el apoyo de las iglesias cristianas y de todos los pueblos que quieran dar testimonio del amor divino a la humanidad».

 

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