La dimensión social de las fiestas de junio

Por Marcelo Barros/Especial para En Rojo

En todo el continente  junio es un mes marcado por fiestas. A través de los siglos, diversas culturas en todos los continentes estas celebraciones marcan los cambios de estación. Ocurre así, durante el solsticio del verano en el norte y del inverno en el sur.  Mientras los antiguos hacían fiestas al sol, actualmente las comunidades se acuerdan de sus tradiciones y hacen la revitalización de sus costumbres. 

En la cordillera de los Andes, quechuas y aymaras celebran el Inti Rami. En otras regiones, las celebraciones han tomado la forma de fiestas en honor de santos católicos como San Antonio, San Juan Bautista y San Pedro. Por todo el Brasil, las familias hacen fogatas y, en los más diversos sitios, hay danzas y cánticos tradicionales. Hay quien considere esas fiestas como meros residuos de una sociedad rural, fuera de sentido en ese mundo urbano. Sin embargo, ese juicio no es justo. A través de las danzas y fiestas antiguas, las personas que viven en periferias revelan una fuerte resistencia cultural y eso es fundamental en esa sociedad dominadora que impone una cultura de masa comercializada. 

Los propios grupos y comunidades que hacen las fiestas de junio no siempre tienen conciencia de la dimensión socio-política de sus actos. El hecho es que, a través de eses juegos y músicas, manifiestan sus críticas y dicen como juzgan a los poderosos, sean estos políticos, sean curas, sean jueces. Y hacen eso con gran creatividad y de forma muy comunitaria. 

Actualmente, en diversos países de América Latina, tenemos gobiernos puestos por el Imperio norteamericano para desarrollar políticas contra la mayoría de los ciudadanos, especialmente contra las causas sociales y la defensa de los más pobres. Sin duda, esos temas y cuestiones aparecen ahora en las fiestas de junio, como ensayo o expresión de una gran parcela de la población que tiene más dificultad de expresarse en manifestaciones explícitamente políticas. Las fiestas son su forma de manifestarse. 

Todas las tradiciones espirituales insisten en que el Espíritu nos habla por la naturaleza y por la historia. Y el cambio de las estaciones revela o recuerda que somos llamados a renovarnos permanentemente. Según diversas religiones y también la revelación bíblica, esa renovación será más efectiva y profunda si hace de cada uno/una de nosotros, cada vez más, personas llenas de amor y comprometidas a organizar las relaciones sociales desde el amor solidario y la justicia. Los primeros cristianos afirmaban siempre: “Nosotros/as somos aquellos/as que creemos en el amor”.

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