La fe que nos hace más humanos

 

Por Marcelo Barros/Especial para En Rojo

En tiempos de fundamentalismo religioso, la fe parece hacer con que ciertas personas que se dicen religiosas háganse menos humanas. Durante siglos, en nombre de Jesús, el Imperialismo Occidental ha impuesto sus intereses. Ha perseguido a disidentes y exterminado a pueblos de otras culturas. Hoy, el Imperio Americano se siente imbuído de una vocación divina para dominar el mundo. Como reacción a eso, también en nombre de Dios, grupos que se dicen musulmanes protestan, matando a gente inocente. En Brasil, en nombre de Cristo, grupos pentecostales atacan centros de culto afrodescendientes. En nombre de la fe, ante tragedias como el embarazo de riesgo de una niña de diez años, víctima de abusos sexuales, fundamentalistas religiosos quieren imponer su norma moral y dicen defender la vida. Frente a esto, para muchas personas, parece que por un lado está la religión y sus valores y por otro, está la vida con sus desafíos.

Según el Evangelio, Jesús denuncia la falta de humanidad no de los ateos, sino de los religiosos. A ellos, Jesús condena la excesiva preocupación con su imagen social y una moral que es rigurosa con las reglas, pero no prioriza la justicia y la misericordia. Él había afirmado: La ley fue hecha para los seres humanos y no estos para la ley.

Cada vez más la credibilidad de las Iglesias y de todas las religiones está ligada al compromiso con la justicia y la paz. En América Latina y Caribe, esto ya fue proclamado en 1968, en la 2ª Conferencia general del episcopado latinoamericano y caribeño en Medellín, Colombia.

Hay 52 años, en el inicio de septiembre, esta conferencia divulgaba al mundo esta mensaje: “Que se presente cada vez más nítido el rostro de una Iglesia auténticamente pobre, misionera y pascual, liberada del poder temporal y comprometida con la liberación de cada ser humano en su integridad y de toda la humanidad” (Med. 5, 15).

En nuestros días, el papa Francisco vuelve a insistir en una Iglesia siempre más humanizada y en diálogo con la humanidad. Sin embargo, en muchas Iglesias locales, ciertos obispos y curas no parecen dispuestos a cambiar nada. El papa enfrenta oposiciones en el seno de la misma jerarquía y del clero por el hecho de retomar el espíritu y las orientaciones fundamentales del Concilio Vaticano II, así como la profecía de Medellín para toda la Iglesia. El hace esto insistiendo en el diálogo amoroso con la humanidad y en organizar la Iglesia de forma sinodal, esto es, como comunidades que caminan en común. Solo así las Iglesias retomarán la autoridad moral para pedir que el mundo se organice a partir del diálogo y de la comunión.

El autor es monje benedictino y ha escrito mas de 40 libros. Reside en Brasil

Artículo anteriorCrucigrama: Concepción Arenal
Artículo siguienteMónica Puig busca reencontrarse en la burbuja de Nueva York