La Masonería y el Grito de Lares

Uno de los escritos más completos y cercanos al acontecimiento del Grito de Lares de 1868, fue el publicado en 1872 por José Pérez Moris con el titulo Historia de la Insurrección de Lares. La lectura del mismo no deja duda de la influencia y el trabajo organizativo realizado por la Masonería y las sociedades secretas en este movimiento. Curiosamente quedó prohibida su circulación por la lucha del entonces gobernador de Puerto Rico general Simón de la Torre, ensañado contra la sedición derechista. (1)

Después de quedar olvidado para publicación pasaron 102 años para que se reeditara lo que su prologuista Kenneth Lugo del Toro consideró que “a pesar de lo hoy llamaríamos un protofascista, es el mejor libro producido hasta ese día sobre el tema revolucionario decimonónico boricua”. Este historiador subrayaba que el escrito “va más allá de el Grito de Lares y se convierte en un manual de contrainsurgencia y pacificación imperialista. (2)

Lo cierto es que trae consigo un acopio documental desde la persecución más despiadada que realizaba el régimen español contra el laborantismo y las sociedades secretas que impulsaban el movimiento revolucionario y la libertad de nuestro pueblo. Sobre todo arremetía irracionalmente contra la masonería boricua regocijándose de logias clausuradas por el estado católico – imperialista – español. Asimismo era el más consecuente perseguidor de las figuras de Ramón Emeterio Betances y Segundo Ruiz Belvis. (3)

José Pérez Moris fue un periodista español que ocupó la dirección del periódico oficialista el Boletín Mercantil, que circulaba desde 1839, convirtiéndose en portavoz de los intereses españoles del gran comercio, merceros, almacenistas, y detallistas de víveres, quienes serán la espina dorsal de los “Voluntarios”, partido armado del imperialismo español en Cuba y Puerto Rico. Era el ideólogo por excelencia de la filosofía derechista en la segunda mitad del siglo 19 y aún después de ocurrido el Grito de Lares concluyó en su libro lo siguiente:

“Todos los signos exteriores de la, al parecer, latente conspiración no eran más que las arterias de un cuerpo cuyo cerebro era invisible. La gran manufactura, el cerebro del laborantismo que precedió a los acontecimientos de Lares y Yara, estaba en las sociedades secretas, sociedades que a la hora en que estas líneas trazamos existen reorganizadas en Puerto Rico.” (4)

Como veremos la estructura administrativa sobre la logística del movimiento revolucionario de Lares se sostenía orgánicamente en la Masonería. De hecho Pérez Moris cuando describe las bases generales de las asociaciones secretas, se sostiene en un documento que se le ocupo al presidente de la Sociedad Lanzador del Norte titulado “Reglamento formado por nosotros los fundadores de la Asociación para la libertad e independencia de la Isla de Puerto Rico.” (5) En el mismo se especifica que miembros de la Asociación serán de tres clases: maestres priores y hermanos. Hermano es el apelativo que identifica al masón prescindiendo del título del rango que ostenten. Maestre identifica a la suprema autoridad de una obediencia.

El reglamento informaba que “cualquier hermano que haya proporcionado a la Asociación el ingreso de otros diez será reconocido como prior.” Según sus funciones sería este un cargo análogo al de “Venerable Maestro” encargado de dirigir los trabajos de la logia, en este caso, de la sociedad secreta, y que estaría a cargo de los hermanos de su jurisdicción.

Tres priores reunidos en cualquier partido acordarían entre si el nombramiento de un maestre. Esta base ternaria, conocida como La Trinitaria constituía la estructura general: comité, juntas en los pueblos y legaciones en los barrios.

De manera que – según Pérez Moris – si no hubiese sido arrestado el 21 de septiembre don Manuel María González, presidente de la sociedad secreta de Camuy, (Comité Lanzador del Norte numero 1) ignoramos del todo la organización general de estas numerosas organizaciones. La prisión de este prominente cabecilla – dice Pérez Moris “ha sido el motivo principal de que abortase el movimiento general que se tenía acordado hacer el 29 simultáneamente en toda la Isla.” (6)

Sabemos hoy que las causas del llamado “fracaso de la revolución de Lares” pudieron haber sido de distinto orden. El historiador Lidio Cruz Monclova en su Historia de Puerto Rico (Vol. 1, 1958) llegó a sugerir que se debió a “un complejo de causas”, (7). El historiador Francisco Moscoso realizó una reflexión crítica sobre las causas que han señalado históricamente varios autores, entre ellas la precipitación con que actuaron los revolucionarios; que hubo mala dirección; no había ambiente popular; falta de armamientos adecuados; falta de entrenamiento militar; ausencia de auxilio del exterior, y la desorientación producida por la súbita e inesperada prisión de González ( jefe de la sociedad secreta de Camuy), y la propaganda anti-separatista desplegada por los gobiernos coloniales desde los tiempos del general Miguel de la Torre (1823-1837). (8)

Pérez Moris expone la manera de reconocerse entre sí que tenían los miembros de las sociedades secretas. Relata que “al estrecharse la mano ambos conspiradores se daban dos golpecitos o presiones con el dedo índice en el huesillo inferior que está en prolongación del dedo menique o pequeño. Como estas presiones se hacían con extremada ligereza, si el uno de los dos interlocutores no era hermano, no percibía la seña del laborante; si lo era preciso convencerse mutuamente de ello y entablaban al efecto el siguiente dialogo, que venía a ser como el santo y seña de los laborantes: ¿En que se emplea? En trabajos útiles, contestaba el interpelado. _ Deme V. una letra._ la L, respondía, _ M, replicaba el otro, la L y la M significaban Libertad o Muerte, la misma divisa que han adoptado los secuaces de Céspedes.

También se reconocían en el saludo, levantando la mano a la altura de la cara y poniendo el dedo índice y el pulgar en forma de ángulo, figurando la letra L Libertad.” (9)

Pérez Moris además explica que “los jefes tenían un modo especial de darse la mano, y al dialogo anterior agregaban el siguiente: ¿A qué cuerpo perteneces? – al de un cacique – Dime su nombre. – Agueibana.” (10)

La atención prestada por Pérez Moris a las sociedades secretas lo llevó a descifrar claves entre los maestros y priores incluyendo comunicados entre Manuel Rojas con Betances y con el jefe oculto que funcionaba en la capital. (11) En el caso de Ramón Emeterio Betances, se tiene constancia de su filiación masónica y de su participación en la organización logística del movimiento revolucionario en Puerto Rico. No hay duda que en 1866 ingresó en la Logia Unión Germana de San Germán, auspiciada por la Gran Logia Nacional de Santo Domingo. Ese mismo año después Betances funda la Logia Yaguez para lograr: “…la demolición del régimen absurdo que hacía imposible la vida digna del país.” Con él se iniciaron Segundo Ruiz Belvis y Santiago R. Palmer, este último fundador de la Gran Logia Soberana en 1885. Félix Ojeda Reyes señala que la gestión de Betances “requirió y obtuvo la adhesión de varios de ellos con los cuales se preparó para fundar en 1867 la Logia Yaguez para trabajar independientemente cada hombre consagrado a la causa de la libertad de la patria.” (12)

En el 33 Luminarias (1932) de José González Ginorio se describe esta Logia Yaguez del modo siguiente: “La Logia Yaguez nunca tuvo solar. En el monte, en el llano, entre los cañaverales, a orillas del rio Añasco, donde hallaba asilo, siquiera fuese momentáneo, allí se levantaban las columnas del taller donde el patricio (Betances) moldeaba el carácter de su pueblo y preparaba la demolición del régimen absurdo que hacía imposible la vida digna en el país. Con el laboraban Segundo Ruiz Belvis, Juan Sagardia, los hermanos O’Neill, el corso Carolina y otros, En aquella logia se plasmó la idea de la revolución que debía estallar simultáneamente en varios sitios estratégicos de la Isla.” (13)

La actividad conspiradora que culminó en el Grito de Lares constituyó un gobierno provisorio de la Republica de Puerto Rico, donde tres masones ocuparon tres importantes carteras: Aurelio Méndez Martínez, la de Gobernación, Clemente Millán, la de Gracia y Justicia; y Bernabé Poll, la de Secretario de Gobierno. Los tres fueron arrestados y encarcelados por los sucesos de Lares. (14)

La conclusión obligada a la que podemos llegar es que sin duda el desarrollo histórico del movimiento revolucionario del siglo 19 y el Grito de Lares, específicamente recibieron el mayor apoyo e influencia de las logias masónicas que guardaban celosamente secretos recabando la solidaridad en los proyectos de liberación nacional. Así también resulta claro que en Betances se fundían en un solo hombre el revolucionario y el masón.

*El autor es Historiador y Profesor universitario

Referencias

José Pérez Moris. Historia de la Insurrección de Lares. Editorial Edil, Inc. Rio Piedras, 1975. 2da Edición, pág. 75.

Op. Cit., pág. 7

Prólogo, Op. Cit., pág. 9

Pérez Moris, pág. 77

Ibidem

Ibidem

Lidio Cruz Monclova. Historia de Puerto Rico (Vol.1, 1958)

Francisco Moscoso. “Acerca de las causas de la derrota de la Insurrección de Lares (1868)” en El Grito de Lares, Revista Homines, UIA, núm. Extraordinario-1999. págs. 109-119

Pérez Moris, Op. Cit., págs. 83-84

(10)Ibid.

(11)Ibidem

Félix Ojeda Reyes. Betances entre Nosotros, 1989.

Citado en Oscar G. Dávila del Valle, “Presencia del ideario masónico en el proyecto revolucionario antillano de Ramón Emeterio Betances”. https://ngsm.org/aleph/Hostos

(14)José Paralitici. “La masonería y el Grito de Lares,” Conferencia ofrecida en la Logia Faro de Borinquén de Lares. 23 de sept. 2009 en “Apuntes sobre la vida masónica de Ramón Emeterio Betances.” Revista Lumen. Edición #1. Agosto 2014. Pág. 40.

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