La Nueva gran superpotencia: la opinión pública mundial

JUAN MARI BRAS

Por Juan Mari Brás

El Padre Miguel D’Escoto Brockman preside la Asamblea General de Naciones Unidas —que es el órgano más representativo de la organización mundial— desde el comienzo de la sesión de 2009  hasta fines de septiembre de 2010, cuando comienza la sesión correspondiente al próximo año. La amplitud de miras que expresa en su visión del momento crucial por el cual atraviesa la humanidad en la actualidad, junto a la firmeza con que defiende a las grandes mayorías explotadas del mundo, le han ganado el respeto y reconocimiento que hizo posible su elección al alto cargo que está por terminar su mandato. De esa amplitud de misas surgió su idea de que la nueva gran superpotencia será la opinión pública mundial.

Hace unos días, tuve el honor de recibir una copia de su libro “Antiimperialismo y no violencia”, publicado en su primera edición por “Ocean Sur, que es un proyecto de Ocean Press, e impreso en México en 2009. Tuvo la gentileza de escribir una nota manuscrita que dice así: “Para mi gran amigo y hermano de la lucha por la independencia de Puerto Rico y la integración de toda nuestra América Latina y el Caribe-Juan Mari Brás. Fraterno, (firmado), Miguel D’Escoto.” Esa dedicatoria me honra sobremanera, porque es una reiteración de su apoyo a nuestra lucha por la independencia, y refleja la plena comprensión de que ésta se inscribe en la aspiración de todo el movimiento patriótico boricua de que nuestra futura república se una al impetuoso movimiento por la integración de nuestra América y el Caribe, que será la gran patria común de todos nosotros.

El padre D’Escoto pronunció unas palabras de aceptación tras su elección por la Asamblea General el 4 de junio de 208. En las mismas se anticipa su fórmula para presidir “el año de la reconciliación” en la ONU. Agradeció a su Nicaragua, “y a mi patria grande, los países de América Latina y el Caribe, por su generoso endoso por aclamación.”

Comenzó advirtiendo que la ONU tiene que ser precisamente eso “Naciones Unidas —no naciones dispersas y menos naciones sometidas”. La unidad que el mundo exige, dijo, “es una unidad nacida del amor”.

“Pero las Naciones Unidas somos todos, y debemos seguir siendo todos, comprometidos individual y colectivamente con el respeto a los principios y normas de conducta establecidos en la Carta. No tiene ningún sentido suscribir la Carta y proceder a actuar como que no nos obliga; como que obliga a otros, pero no a nosotros.”

“El año 2009”, señaló, “ha sido designado como el año internacional de la reconciliación. Acatemos ese llamado a plenitud. La reconciliación no nos obliga a olvidar el pasado, ya que eso puede ser imposible. A lo que nos obliga es a no permitir que recuerdos de atropellos en el pasado se conviertan en obstáculos para el logro de nuestra unidad de aquí en adelante. Debemos, pues, estar atentos, a no desgastarnos mutuamente en estériles recriminaciones,”

El presidente de la Asamblea General de la ONU termina su alocución, al momento de ser elegido para el alto cargo, con las siguientes palabras: “los vientos de unidad están soplando más fuertes que nunca al sur del Río Bravo. Este 23 de mayo recién pasado, tan solo hace doce días, se suscribió en Brasilia el Acta Constitutiva de UNASUR, la Unión de Naciones de América del Sur.”

“Efectivamente, este es un acontecimiento que nos alegra muchísimo y nos anima a seguir luchando, con mayor ahinco aún, por la unidad que no sólo mi América Latina y Caribe necesita, sino, también, el mundo entero y nuestra organización. Entre más unidas sean las naciones, la ONU podrá con mayor éxito lograr que las guerras, el hambre y la pobreza sean para siempre erradicadas de la Tierra.”

En su discurso inaugural, al asumir la presidencia del ’63 Período de sesiones de la Asamblea General, el Padre D’Escoto Brockman hizo un recuento bien franco y pormenorizado de los asuntos de mayor importancia que debe enfrentar el organismo que pasó a presidir bajo el imperativo general de democratizar a la ONU. “La presente coyuntura en nuestro mundo es aún más seria que la de hace 63 años cuando se creó las Naciones Unidas. No obstante, no estamos fatalmente condenados a seguir hundiéndonos hasta perecer en el pantano del egoísmo demencial y suicida en que nos encontramos, “afirmó como base para todos sus planteamientos. Estos estuvieron particularizados en todos los aspectos de esa coyuntura, con la única excepción de que no hubo referencia alguna a la total erradicación del colonialismo en todas sus formas y manifestaciones, que ha sido un objetivo constante de Naciones Unidas a contrapelo de los intereses imperiales remanentes de Estados Unidos y algunos estados europeos. Esa omisión no guarda coherencia con la franqueza y lucidez con la que trata los demás temas de importancia. Si se van a especificar los aspectos fundamentales de la crisis por la que atraviesa el mundo actual, es incomprensible que una persona tan sensible como el Padre D’escoto haya omitido el tema del colonialismo remanente en el planeta. Sobre todo, cuando el padre está plenamente consciente de la situación colonial de Puerto Rico cuya subordinación a Estados Unidos que por virtud de un tratado de transferencia de poder de España a Estados Unidos, en 1898, que debió ser nulo desde sus inicios con relación a mi patria. Como se demuestra en la dedicatoria que me escribió con su puño y letra en el libro que me obsequió sobre Antiimperialismo y no violencia,  el padre es solidario con nuestra lucha de independencia nacional y nos considera parte de la América Latina y el Caribe que él, al igual que nosotros, entiende como su patria grande. ¿A que se debe esa omisión, para mí inexplicable? ¿Será que él también cayó en la trampa de darle una tregua a Barack Obama, aún antes de su elección como presidente, porque su discurso al que me estoy refiriendo fue pronunciando en 25 de septiembre de 2008? Mi aprehensión se funda, además, en que el Padre tuvo que suspender indefinidamente el foro que bajo su presidencia, iba a celebrar, en su carácter de presidente de la Asamblea General, sobre los temas de democracia, colonialismo y derechos humanos, para los cuales había invitado al ex gobernador de Puerto Rico, Aníbal Acevedo Vilá, a mí y al dirigente sindical Denis Rivera, respectivamente. Los tres ponentes habíamos aceptado su invitación. Hasta hoy, no se nos ha explicado la razón de esa insólita suspensión.

He solicitado una entrevista con el padre, que debe celebrarse días antes de que entreguen la presidencia de la Asamblea General a su próximo incumbente. Espero que en la misma se nos haga una explicación coherente con el resto de su muy lúcida explicación de los problemas que tiene ante sí la humanidad, incluyendo su propuesta de una lucha no violenta. 

Estoy de acuerdo con su enfoque sobre la lucha futura es hoy la fuerza apabullante que ejercen los grandes intereses, minoritarios en el mundo, contra las grandes mayorías empobrecidas bajo la explotación propiciada por el sistema capitalista-imperialista actual. Ciertamente, si la violencia es el instrumento de las minorías dominantes en el planeta, la no violencia debe ser la consigna de las grandes mayorías que somos los pueblos y personas super-explotadas que nos condenan a la servidumbre y la pobreza. Solo así podremos alcanzar la fuerza que convierta la opinión pública mundial en la “la nueva gran superpotencia”, al decir de mi querido amigo y compañero de luchas y esperanzans, el Padre Miguel D’Escoto.

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