La poesía del tiempo: colección de fragmentos del ser. Acerca de La luz de ciertas horas: Antología personal, de Chiqui Vicioso.

publicado: miércoles, 12 de diciembre de 2018

Xavier Valcárcel

1) A la luz de la definición, una antología es una colección constituida por fragmentos.

2) Si la colección es personal, entonces sus fragmentos son propios o característicos de una persona. 

3) Personal se define como eso que pertenece a la vida privada, algo que es íntimo y particular.

4) Personal es también el lugar o el compartimento donde uno logra estar a solas. 

Escribí estas cuatro cosas como nota al calce en la primera página de La luz de Ciertas horas, la antología personal de la socióloga y escritora dominicana Chiqui Vicioso, publicada recientemente bajo el cuidado de Ediciones Aguadulce (San Juan). Pero lo escribí luego de haber completado varias lecturas, en parte para celebrar y recordar esta antología personal incluso a la luz de su definición, epilogando lo que el libro evidencia. 

Como colección de fragmentos, la antología compila 34 poemas, hilados todos por una escritura adulta, femenina y multidimensional, que enuncia un ser polifónico formado por decires y desafíos, por caminos y signos internos. 

Cuando la que soy se rompe en lunas múltiples/ cristales de ansiosa claridad/ donde otras se configuran/ me alejo porque mi cercanía / hace que estalle.” Dice en el poema Refracciones.

De hecho, es refractándose, estallando, fragmentándose, como Vicioso logra en estos poemas construir su ser, su forma de existir, de tener realidad. De ahí que, en esta antología, hallemos un ser consciente de lo que es. No obstante, en esta antología también se halla un ser entre preguntas y búsquedas constantes, trazando rutas al origen, al ayer, al antes, incluso regresando; a veces le acompañamos en reflexiones atestiguando nomás la luz de ciertas horas, el mar o la lluvia. Esto último, para entender una y otra vez con lo que es, o bien para hacer las paces consigo, como presencia física, en el presente. Con ello digo cuerpo, humana, mujer, poeta.

Así, tal como señala Adalber Salas en el puntilloso prólogo del libro, los poemas de esta antología “exponen una subjetividad singularísima” al tiempo que “dejan entrever una constante búsqueda identitaria”. En ese sentido, los lectores tienen con este libro un inventario rico de las formas de ser, de la poeta, a través del tiempo. 

En el fragmento Eva/sion/es, que abre el libro, por ejemplo, Vicioso se escribe descendiente, heredera, hija de un coro de mujeres, de ayes, de islas, de víctimas. Se reconoce en Eva, en todas las juanas, en Sherezada, en Oyá y sus hijas, Ochún y Yemayá, es cimarrona, prisionera, vendida, nana, sirvienta, prostituta, obrera, exiliada, útero, partija, cúmulo de añicos. Luego, con nostalgia, en Un extraño ulular traía el viento, se repasa niña, inocente en “el amanecer de la conciencia”, en el paraíso de una isla ante el afefe, que no es sino el presagio del futuro, de las tempestades próximas. Seguido se mira joven, en el amor, adulta, madre, cincuentona, ya “en la clara oscuridad del instinto”, ante lo que anuncia un desplome de palmeras. ¿Esto es?, ¿esto somos?, se pregunta en los poemas. Esto eres, esto somos, se contesta, afirmándose.

Lo interesante es que estas afirmaciones, estas búsquedas, estas voces, Vicioso las desarrolla, las escribe, situada en el infinito presente, en la difusa realidad de lo limítrofe, en el interminable hoy en donde uno crece y convive con el pasado, nostalgiando, avistando cuánto hemos sido y cuánto hemos cambiado, como sujetos, como paisajes, como mundos.

“Exilados de lo dual/ somos tránsito y eternidad/ lazo con todo lo existente/ puente con el mundo/ cordón umbilical entre lo que siempre hemos sido/ y a diario asumimos como real. Dice en el poema X, de la serie de poemas que cierran el libro.

Esta serie, en la que además Vicioso, a modo de -ars poética-, enuncia la poesía como “la luz del tiempo”, como “el canal que irriga” y que “descubre al cosmos” a razón de claridades, fue escrito a partir del título del libro. Ya completada la lectura tras esta serie, la luz de ciertas horas se devela, pues, como la poesía del tiempo. Al decir tiempo, sin embargo, no me refiero con literalidad al trayecto de vida de la poeta. Hablo del tiempo que define Chiqui con especificidad en su poética, es decir tiempo como el lugar de la presencia física; donde hemos sido en la espiral de la historia, así también en el cosmos. 

“Somos puerta de entrada al infinito/ allí el tiempo es noción/ y lo conocido es un rústico abecedario. / En cada partícula de lo microscópico/ la poesía descubre al cosmos.”

Frente a esto, más que antología personal, creo que esta es una impresionante colección de fragmentos del ser; humanamente, conscientemente, multidimensionalmente, universalmente hablando. Colección de fragmentos del ser que celebro se haya escrito en el Caribe, o con el Caribe en el interior, con su oleaje, sus mangles, arena, buganvilias, caña, verdes. Celebro también que la haya escrito una mujer que es todas las mujeres y a la vez todos nosotros. Celebro, además, que este libro es en sí mismo poesía, “poesía desde donde ver”, como dice la poeta, “porque con la mirada nacemos al mundo”.

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