La unidad de la humanidad contra la barbarie

 

Especial para En Rojo

Esta semana, las más antiguas Iglesias cristianas celebran la fe de que el Espíritu Divino sopla sobre toda la humanidad para inspirar amor y unidad. También en la semana pasada, las comunidades islámicas han concluido el mes de Ramadán con el día de reconciliación. Otras tradiciones espirituales tienen intuiciones semejantes. Creemos que Dios es esa inteligencia de amor presente en todo el universo, activa en todo el proceso de la vida y que nos guía para vivir en cooperación entre nosotros y comunión con todos los seres vivos.

Quien mira el mundo como está no siente que las religiones hayan ayudado la humanidad a descubrir la paz y amar a la justicia. En las décadas más recientes, en todo el mundo, la concentración de riqueza ha aumentado. Desigualdades sociales se han agravado y generan problemas sociales inmensos. Aunque en abril de 2020, el secretario general de la Organización de Naciones Unidas pidió a los gobiernos que cesaran gastos militares y agresiones, al contrario, en el mismo medio de la pandemia, en todo el mundo, la industria armamentista creció y los países siguen en ruta de guerras.

Es triste saber que los países que más desarrollan una cultura armamentística son aquellos en los que la cultura dominante está ligada a alguna religión. Más triste aún cuando leemos que, durante siglos, el Cristianismo ha sido la religión que más ha hecho guerras y apoyado estructuras de exclusión y inhumanidad.

La actual crisis económica no fue provocada solo por la pandemia. Tiene más que ver con una sociedad indiferente al bien común. En pleno año de pandemia, la riqueza de los más ricos casi se ha triplicado.

Para protestar contra eso, la sociedad civil se está organizando en foros, en ágoras y parlamentos del pueblo. Es urgente que las Iglesias y religiones se unan cada vez más a esta parte más sana de la humanidad por una economía basada en la solidaridad y el cuidado con la vida.

Las Iglesias no pueden más ser cómplices de este crimen que los obispos católicos latinoamericanos, en su segunda conferencia general, en Medellín (1968), han llamado de “violencia institucionalizada.

Aunque en todas las Iglesias ya existen pastorales del cuidado social y campanas de solidaridad, es importante que esas iniciativas no sean vistas solo como consecuencias todavía externas de la fe. Mas bien, la buena noticia de Jesús consiste en la buena noticia (en griego evangelio) de que otra forma de organizar el mundo es necesaria y posible. Juntos y juntas podemos hacerlo.

El autor es monje benedictino y ha escrito más de 40 libros

 

 

 

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