Lágrimas pos-Afganistán

 

Decidí hoy cerrar la laptop para ver si descanso mentalmente un poco de estos días terribles.

No ha parado de llover y un huracán llamado IDA ha desbaratado el sur de Norteamérica, iniciando el mismo día que el Katrina. Ira de Dios que se repite, contra la estupidez humana. Pena que esta vez no llegó a Texas, Estado que es una aberración desde su fundación sobre la sangre del pueblo mexicano, al que le robaron ese territorio, y todo lo que es California, hoy bajo la furia del fuego que arrasa bosques y ciudades.

Escuche el discurso del presidente Biden, sobre su justificadísima decisión de salir de Afganistán, donde a su ver USA no tenía ningún interés vital, excepto el de ese aparato infernal que es el complejo corporativo militar de los Estados Unidos. Algo que Eisenhower descubrió y denunció cuando intentaron chantajearlo como presidente.

Las cifras no podían ser más elocuentes.

USA gastó en una guerra sin sentido 300 millones de dólares por día, exactamente dos trillones de dólares en veinte años, y 2,413 vidas, entre ellas las ultimas de trece jovencitos, uno de ellos acabado de enlistar con solo una semana en servicio; dos dominicanos; y un muchacho veinteañero norteamericano que se retiraría en dos semanas y en dos semanas tendría su primer hijo. Los testimonios de los padres son desgarradores, porque ninguno llegaba a 25 años.

Si a esto sumamos que cada día se suicidan 18 veteranos, la inutilidad de este esfuerzo que debió limitarse, según el presidente Biden, a una intervención rápida pos el ataque a la Torres Gemelas, es apabulladora.

Nuestro problema, dijo Biden, “es que nosotros insistimos en la construcción de naciones a nuestra imagen y semejanza, contra culturas que tienen milenios, y esa es una misión imposible. Ya no se trata de Afganistán, sino de un cambio estratégico en nuestras intervenciones militares”.

¡Por fin una reflexión inteligente! en medio del hipócrita vocerío de los republicanos, Partido infernal que hoy exige la dimisión de Biden porque quedaron cien norteamericanos en Kabul sin rescatar, cuando ellos pusieron todo tipo de cortapisas para que el éxodo desde Afganistán fuese desastroso.

Y mientras lloran por lo cien que no quisieron, o pudieron salir, nada dicen de los miles y miles de afganos que han muerto en esta guerra insensata donde ese pueblo ya se había batido y derrotado a los ingleses, y los rusos.

Por eso, también he decidido no ver más noticieros por un mes, a ver si deja de llover en mi corazón, mientras afuera la lluvia alcanza seis pulgadas y hay una alerta contra salir a la calle.

Es la vida la que llora ante tanto desperdicio de vida.

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