Lo antinacional isleño

 

Por Chiqui Vicioso

Una de las tragedias del COVID es que ha puesto en evidencia la inmensa fragilidad del ser dominicano.  A una economía de papel, que depende fundamentalmente de remesas y  turismo, se suma el menosprecio (basado en la más absoluta ignorancia) de la dominicanidad promedio hacia la imagen del país, y nosotros, fuera de nuestros bordes.

Cada hecho que se registra aquí tiene una consecuencia fuera y en el exterior tenemos una imagen de brutos, incultos, atrasados políticamente y ¡para colmos! de racistas, con una población donde sesenta de cada cien dominicanos son negros que se creen indios, y treinta de cada cien son mulatos que intentan no parecerlo por todos los medios posibles.

Es la realidad poblacional de casi todas las islas del Caribe, excepto que ellos si se asumen, por eso en este artículo me limito a mencionar tres hechos que de vuelta nos han colocado en el mapamundi:

1.-Mientras en todo el mundo los blancos se han manifestado en masa contra el asesinato de George Floyd, aquí un grupúsculo que se autodenomina “Antigua Orden Dominicana” (¿imagino que la de la esclavitud?) se permite agredir  a un grupo que expresaba su solidaridad contra la violencia policial a los afroamericanos, con el apoyo de policías negros.  Los mismos policías negros que viven asesinando a jóvenes negros en los barrios populares, en una forma de Apartheid barrial, ampliamente conocida y difundida en el exterior.  De hecho me enteré por una agencia internacional de noticias.

2.-Lo mismo sucede con la violencia policial contra los barrios.  Escuché en televisión la denuncia de una señora de Capotillo contra las unidades Swat y Lince de la policía que invadieron los barrios supuestamente para decomisar marihuana, pero que según los habitantes lo hicieron para aumentar el peaje que pagan los dealers de droga.  La señora denunció que entraron a su casa, le robaron la alcancía y hasta le tomaron un jugo que tenía en la nevera.

3.-Y después nos quejamos del desprecio que siente la región del Caribe contra esta medio isla.  Dice mi hermano Rafael Emilio Yunén:

“Un día, en Gainesville, en un curso sobre tendencias culturales caribeñas,  yo  era el único dominicano, pero me di cuenta de que  no era lo único dominicano invisible en esa clase, sino que mi país entero era desconocido o ignorado por los profesores y hasta por algunos estudiantes caribeños…”…Aún creo que debemos abordar con más decisión las razones de nuestra relativa invisibilidad o subvaluación cultural en El Caribe y el mundo”.

Quizás la respuesta la sigamos encontrando en Don Pedro Mir, cuyo 109 aniversario pasó desapercibido, cuando anunció:  “Este país no merece el nombre de país, y esta es mi última palabra”.

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