Lolita Lebrón Soto: 19 de noviembre de 1919 al 1 de agosto de 2010

LAS LOLITAS EN SU CENTENARIO·MIÉRCOLES,

14 DE NOVIEMBRE DE 2018

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Dolores Lebrón Soto, Lolita, nació el 15 de noviembre de 1919 en el sector Río Blanco, barrio La Torre, en Lares en el hogar formado por Gonzalo [Bernal] Lebrón y Rafaela Soto Luciano  Lolita cursó grados primarios en la escuela Mariana Bracetti[iii] en el barrio La Torre, aunque mientras estudiaba en dicha escuela no conoció la historia de esta heroína independentista del Grito de Lares. Durante su infancia y adolescencia la familia de Lolita se mudó a varias fincas de Lares donde su padre fungía como capataz y administrador.

Cuando Lolita tenía 14 años, conoció a quien fue su primer novio, el poeta Francisco Matos Paoli. Jiménez de Wagenheim relata que Matos Paoli se impresionó con la belleza de Lolita, y comenzó a escribirle cartas de amor y poemas. Lolita correspondía a Matos Paoli en admiración y cariño. Sin embargo, la diferencia de clases obstaculizó el romance, terminando así el incipiente idilio. Años más tarde la militancia de ambos en el Partido Nacionalista y sus efectos, como la persecución y cárcel, retomaron su amistad, esta vez con la compañía de la esposa de don Paco, la educadora Isabel Freire de Matos. Como legado, esta amistad incondicional ha quedado registrada en los intercambios epistolares entre Lolita y Matos Paoli durante los años que duró su encierro.

Cuando Lolita tenía 17 años, su padre la envió a San Juan para que estudiara alta costura. Los estudios se vieron interrumpidos cuando tuvo que regresar a Lares a cuidar a don Gonzalo, gravemente enfermo de tuberculosis. El padre falleció poco tiempo después, por lo que la familia tuvo que desalojar la vivienda que ocupaban; el padre era capataz de la finca y con su muerte perdieron el derecho a ocuparla.

De acuerdo con Jiménez de Wagenheim, los padres de Lolita –don Gonzalo y doña Rafaela–no se casaron por la Iglesia Católica debido a que el sacerdote no se encontraba en el pueblo ese día, por lo que optaron por casarse en la iglesia evangélica. Sin embargo, aunque don Gonzalo no era católico practicante, un sacerdote acudió al hogar Lebrón Soto, donde casó a la pareja y bautizó a sus cinco hijos. Murió al día siguiente.

Sus hermanos mayores lograron emplearse en una finca en Castañer, y se hicieron cargo de sostener a la familia. Lolita tuvo a su hija Gladys Mirna (1940), cuyo padre fue Francisco Méndez, agrónomo.

Con la responsabilidad de sustentar a su hija Gladys Mirna, colaborar con el sustento de su madre doña Rafaela y de su hermana menor Áurea, la imposibilidad de conseguir un trabajo digno en San Juan que le permitiera cumplir con sus responsabilidades como jefa de familia, Lolita emigró a Nueva York sin haber cumplido aún los 21 años. Poco tiempo después de su llegada tuvo a Félix (1942), su segundo hijo, a quien trajo a Puerto Rico para dejarlo al cuidado de su madre luego de que su relación terminara en divorcio. En Nueva York vivió condiciones muy complicadas por causa del discrimen contra puertorriqueños, la explotación de las obreras de la costura –profesión a la que se dedicó–, sus estudios de noche, y la supervivencia en general.

Lolita comenzó a asistir a las reuniones de la Junta Nacionalista de Nueva York en 1946 e hizo su ingreso oficial a dicha Junta un año más tarde debido a “su fe en Dios, su patria, y a don Pedro Albizu Campos, todo con la misma devoción”. Su compromiso con la lucha por la independencia la llevó a escalar puestos muy importantes en el Partido Nacionalista, primero como presidenta del Comité pro Presos Políticos, Secretaria General de la Junta Nacionalista de Nueva York, y luego don Pedro la nombró Delegada General para Estados Unidos cuando le envió la orden con Ruth Reynolds de concretar un ataque al Senado, Cámara de Representantes o Casablanca que visibilizara la estrategia imperial contra Puerto Rico. Es así como Lolita dirigió el ataque junto a Andrés Figueroa Cordero, Rafael Cancel Miranda e Irving Flores en el Congreso de Estados Unidos el 1 de marzo de 1954. Ante la orden de “¡Vamos!” enunciada por Lolita, los cuatro comenzaron la acción político-militar en la Galería de las Mujeres del Congreso, mientras proclamaban “¡Viva Puerto Rico libre!”. Lolita disparó hacia el techo, según relata don Rafael Cancel Miranda y admitió ella misma frecuentemente.

El día después del ataque, Luis Muñoz Marín llegó a la capital estadounidense para asegurarle al Congreso, al presidente y al director del FBI que los ataques habían sido cometidos por “forajidos y lunáticos”. A este último, J. Edgar Hoover -cabeza del FBI- le aseguró que haría todo lo que estuviera en su poder para erradicar a esos “lunáticos ilegales”; a Hoover no le quedó duda de esa promesa ya que fue bajo la presidencia del Senado de Puerto Rico que Muñoz Marín había formalizado la Ley 53 (Ley de la Mordaza) en 1948.

En la corte de Washington, DC fue procesada y convicta por intento de asesinato. El fiscal a cargo del caso fue Leo Rover, quien 4 años antes había defendido a Oscar Collazo por el ataque a Casa Blair, por lo que conocía información privilegiada que usó para perjudicar a Lolita durante el juicio. Andrés, Rafael e Irving fueron sentenciados a cumplir condenas de 75 años, mientras Lolita recibió una sentencia de 50 años. En la corte de Nueva York todos fueron procesados por conspiración sediciosa, según la Ley Smith (similar a la Ley de la Mordaza de Puerto Rico), lo que añadió 6 años a la sentencia ya emitida. Lolita pudo haber pedido clemencia al cumplirse 16 años de encarcelamiento. Sin embargo, jamás lo hizo: si salía de la cárcel, lo haría cuando sus compañeros nacionalistas también fueran excarcelados o cuando recibiera un indulto sin condiciones, lo que ocurrió en septiembre de 1979 de manos del presidente Carter.

Lolita impresionaba por el amor que transmitía a todas las personas que la rodeaban –particularmente a la niñez– así como su entrega incondicional a la independencia de Puerto Rico, por la que luchó hasta su último suspiro. Sin embargo, también enfrentó la traición de su hermano Gonzalo (luego militante del Partido Popular Democrático), quien fue dirigente de la Junta Nacionalista en Chicago, así como de Raymond Sánchez Sorrel (infiltrado en la Junta Nacionalista), Guillermo Hernández Vega (ex nacionalista). Astol Calero, estrecho colaborador de Muñoz Marín y superintendente de la Policía de Puerto Rico durante la administración de Rafael Hernández Colón, fue uno de los testigos principales en contra de Lolita.

Durante su encierrro Lolita sufrió dolores muy profundos: la pérdida de su madre, su hijo y su hija. El mismo día en que sería sentenciada por el Ataque al Congreso, Lolita recibió la noticia de la muerte por ahogamiento accidental de su hijo, Félix, ocurrida varios meses antes. En 1958 perdió a su madre víctima del cáncer; Lolita no recibió permiso para asistir a su funeral. En 1977 su hija Gladys Mirna falleció en un accidente automovilístico, ocasión en que sí se le permitió venir a Puerto Rico por primera vez luego de su partida a los 21 años.

En la cárcel de Alderson (Virginia Occidental), donde cumplió toda su condena, Lolita compartió prisión con Rosa Collazo y Dolores (Lolita) Otero Vda. de Torresola –ambas arrestadas por ser la esposa y la viuda de Oscar Collazo y Griselio Torresola, y Blanca Canales. Fue torturada, violada, confinada a aislamiento. Durante su encarcelamiento Lolita experimentó el misticismo que la caracterizó. Ahí se convirtió en una devota católica y mariana y tuvo visiones muy claras sobre las luchas que debía asumir.

Durante su encierro escribió poemas muy preciosos, reconocidos internacionalmente por su profundidad y belleza lírica. Sobre los poemas, Lolita señaló que ¨No se busca por la belleza, la poesía. En parte sí, pero se busca en la poesía un sentido creador, que infunda amar… porque cualquiera escribe cosas bellas pero que no infundan nada. ¨ Publicó sus poemarios, Sándalo en la Celda (1975), Grito Primoroso (1989), y El Origen de tu Flauta (1989). Grito Primoroso fue premio de literatura del Instituto de Literatura Puertorriqueña –presidido por Eduardo Morales Coll– en 1989.

El recibimiento que el pueblo le dio a ella y a los compañeros Irving Flores, Rafael Cancel Miranda, y Oscar Collazo al ser indultados en 1979, tanto en el Aeropuerto Internacional de Isla Verde como ante la tumba de don Pedro, convocó a miles de personas y fue conmemorado extensamente por independentistas y personas solidarias en todo Puerto Rico.

Luego de su excarcelación, Lolita continuó luchando por nuestra independencia. Ocupó varios puestos en el Partido Nacionalista de Puerto Rico, incluyendo la presidencia. Su activismo para lograr la salida de la Marina de Vieques la llevó nuevamente a la cárcel por desobedecer la prohibición de entrar a los terrenos ocupados durante 60 años. Al momento de su fallecimiento en 2010 la sobrevivía su esposo, el doctor Sergio Irizarry, con quien estuvo casada durante más de dos décadas. Esta mujer, quien nunca conoció a don Pedro en persona, quien recibió los más altos honores de los gobiernos de Cuba, Nicaragua, Venezuela -entre otros- es considerada la madre de la Patria.

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