Los 40 de Casa Pueblo

 

Por Cándida Cotto/En Rojo

ccotto@claridaddpuertorico.com

El pasado año, los 39 se celebró con una marcha solar que Adjuntas se disponía a ser el primer pueblo en tener una red de generación y distribución de energía solar. El proyecto hoy sigue adelante, pero la celebración de pueblo de los 40, esa de juntarnos todos para hablar, tocarnos, compartir el vaso, la empanadilla, la alcapurria, el baile, esa tendrá que esperar por el momento.

Este mes de abril el proyecto de autogestión comunitaria Casa Pueblo de Adjuntas está celebrando sus 40 años de lucha en defensa de nuestros recursos naturales, de una educación liberadora, de la autogestión, la solidaridad; en fin, un mejor país.

“Inicialmente nunca pensamos que el proyecto iba a coger este rumbo que culmina ahora. Más bien, al principio el objetivo era parar la explotación minera que iba a causar un desastre. Jamás pensamos que podíamos llegar hasta acá. Ahora, una vez derrotadas las minas, ahí sí que evolucionó mucho el pensamiento y las miradas. Fue después.  Para nosotros era una consigna de patria o muerte, era la muerte de Puerto Rico”, expresó Alexis Massol, iniciador, junto a su esposa, Tinti Deyá, y otros compañeros, del movimiento de resistencia en contra de la explotación de minas en el centro de la isla, en particular en su pueblo Adjuntas.

Alexis Massol foto Alina Luciano/CLARIDAD

El director de Casa Pueblo narró que se enteró del derrotado Plan 2020 por una ilustración gráfica de La Fortaleza que le llevó don Juan Antonio Corretjer. De inmediato —indicó Massol, quien es ingeniero— hizo un estudio científico y corroboró con una serie de documentos de la División de Minas del Cuerpo de Ingenieros del Ejército de EE. UU. que el plan estaba enfocado principalmente en ampliar el aspecto militar y en la explotación minera. “Eso fue lo que nos dijo párate esto es en serio.  Y el documento, cuando lo vimos a cabalidad, era toda una estructura que se iba desarrollando en el contexto de la minería. Por ejemplo, la carretera número 10 ya estaba aprobada, la construcción de las represas de Tigres y Maragüez eran proyectos en camino. Ya estaban expropiando a la gente en la zona minera donde estaban los yacimientos Cala abajo. Ya las compañías habían adquirido cerca de mil cuerdas, se las habían comprado a precio regalado a  los campesinos.  Estaba todo montado hacia ese proyecto minero. Evidencia de ellos es que incluso se estaban negando permisos de construcción en los barrios arriba, es decir, en la montaña”.

Massol aclaró que su grupo no fueron los primeros, ni los únicos.  Antes ya se había dado un proceso educativo muy combativo que les sirvió de aprendizaje. La diferencia, dijo, es que ellos (el grupo de Casa Pueblo) decidieron basar la lucha en la comunidad. “Fue muy complicado porque había mucha división. Muchos decían que era mejor hacerlo desde el punto de vista partidista.  Decíamos no, eso desunía más todavía, pero pudimos buscar la vuelta para incorporar gente”.

Son cientos los grupos de otras comunidades que durante estos 40 años se han acercado a Casa Pueblo pidiendo consejo, apoyo, orientación para sus luchas. Massol describió que es interesante ver y saber que cuando vienen otros grupos, en general son personas humildes de comunidades humildes y cuando se sienta con ellos, “uno siente como una felicidad porque están tan bien preparados que uno les dice no tenemos ya qué informarles, ustedes tienen la base ya,  nosotros lo que hacemos es que le compartimos. Jamás imponer que nuestra política, nuestro procedimiento es el correcto, jamás hacemos eso porque cada comunidad es distinta y las respetamos a todas”.

Lo que dijo que sí hacen es contar la experiencia de Casa Pueblo y destacó como asunto clave tener mucho cuidado de no mirar las diferencias como antagónicas. “Eso ha sido una virtud de nosotros, de Casa Pueblo.  Cuando estábamos en contra de las minas, que íbamos por los barrios de Adjuntas, en todos había gente amiga a favor de la explotación minera, pero jamás les dijimos vendepatria, jamás les dijimos o lo acusamos. Porque habíamos aprendido en el proceso el  principio de oposición,  de que no son nuestro enemigo, tienen una opinión distinta, y eso es de las muchas cosas que compartimos con los grupos”.

Respecto a las circunstancias nacionales que enmarcan este 40 aniversario, el director de Casa Pueblo describió: “Estamos celebrando porque nosotros celebramos el dolor,  la tristeza y las conquistas. Estamos celebrando las conquistas que ha tenido Casa Pueblo y sus avances, pero las celebramos, no en un distanciamiento social, sino distanciamiento físico;  social no hay ninguna distancia. Estamos con emociones encontradas en este momento, unas bien dolorosas y tristes. Ver el país sumido, no solamente en el dolor de lo que produce la enfermedad del coronavirus, sino también lo que produce el aspecto de la corrupción, del oportunismo de los políticos”.

El activista se cuestionó: “¿Qué vamos a hacer para poder seguir avanzando? Porque con esta gente no se puede, eso es endémico de esta democracia”. Para Massol, la ocasión también mueve a la reflexión. “Estamos celebrando, reflexionando y soñando despiertos cómo vamos a trabajar después que pase la crisis, que unos dicen que tiene que ver con la crisis económica, política. Cuando pase esto vendremos con más ganas, con más coraje, con más sabiduría y jamás claudicaremos. No vamos a conformarnos con un Puerto Rico como el actual, no nos vamos a conformar”.

Arturo Massol Deyá Foto Alina Luciano/CLARIDAD

 

Arturo Massol Deyá contaba con doce años cuando sus padres entraron en una batalla desigual por la defensa de su medio ambiente, de sus recursos naturales. “La educación más importante que yo he tenido es crecer en Casa Pueblo, con mis papás, en la comunidad, enfrentando crisis para ver cómo abordarlas. Y cuando yo empecé en el 80, de niños entregábamos boletines, ayudábamos en diferentes tareas para la edad nuestra. Ahí se hablaba de proteger la minería, que era el asunto inicial, pensando en las futuras generaciones. Pues ya yo crecí, ya yo tengo hijas. Crecieron los hijos de  otros y ahora están allí”, expresó el hoy doctor en microbiología.

En la marcha del Sol 2019. Foto:Alina Luciano/CLARIDAD

El presidente de la Junta de Directores de Casa Pueblo habló sobre el compromiso de defender la tierra y los recursos naturales durante estos 40 años pensando en las futuras generaciones: “Yo siento que nosotros hemos cumplido y estamos cumpliendo con las otras generaciones, no en el sentido poético, sino bien real. Si se hubiese hecho el Plan 2020 y hubiesen explotado las minas, o sea, no es solamente la pandemia, no tendríamos agua, los bosques estarían destruidos, el país sería inviable. El país puede ser inviable con el gobierno colapsado y su economía, pero el país es viable siempre y cuando tenga su plataforma gráfica, sus bosques, sus aguas, sus costas protegidas”.

Massol postula que para los momentos de la lucha en contra de la explotación minera, aun cuando había la conciencia ecológica, por encima de esta estaba la conciencia política e ideológica.  “Pero nosotros asumimos cero minas. De pronto fuimos minoría dentro de otra minoría, pero resultó ser lo mejor porque el discurso era el correcto desde el punto de vista ecológico y permitió luego realmente juntarnos para defender la tierra independientemente de diferencias ideológicas. Eso represento un camino diferente de trabajar”.

Ante la posibilidad de que pueda resurgir otra vez la amenaza de explotación minera, Massol Deyá reaccionó convencido de que “el modelo de educación permanente es importante, porque las leyes se cambian y los minerales están allí, y somos colonia y a alguien se le podría ocurrir eso.  Pero en el 1980 nosotros tuvimos una sola persona  en la primera protesta; eso no se va a volver a repetir. Yo creo que ya la gente sabe y valora más el paisaje. El aire, el agua, la seguridad tiene mucho más valor que cualquier cobre, oro y plata. Creo que la gente ya está educada, sé que la gente defendería el patrimonio. La gente va a saber”.

 

 

 

 

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