Mirada al País: Los Chiflados

 

Especial para CLARIDAD

Recuerdo muy bien los viejos cortometrajes de Los Tres Chiflados, comedias de humor absurdo en las que sobresalían los cocotazos y los tirones de narices y orejas. No eran personajes sutiles o sofisticados. Carecían de la profundidad emocional de un Charles Chaplin. No obstante, gozaron de su cuarto de hora de popularidad, sobre todo entre la población infantil.

Supongo que la clave de su estrellato radicaba, como anunciaba su título, en las constantes chifladuras y extravagancias que protagonizaban. El disparate y la torpeza de cada uno de los miembros del trío era su sello distintivo. Cada uno de ellos navegaba en distinta dirección; ninguno acertaba en dar con la ruta correcta. El extravío, el desorden, era la norma. Así me parece que desde hace bastante tiempo luce el gobierno de Puerto Rico.

La controversia en torno a la piscina de Rincón – espero que no la hayan olvidado – resulta emblemática. No se trata de la solución a un problema en que se requiera esclarecer algún punto relacionado con la teoría de la relatividad o con la física cuántica. El eje de la disputa se remite a la delimitación de la zona marítima-terrestre. Intervinieron tres organismos gubernamentales – Departamento de Recursos Naturales, Oficina de Gerencia de Permisos y Junta de Planificación –, cada uno con su particular opinión. En lugar de resolver el problema se convirtieron en parte del mismo. Las tres dependencias se ahogaron en la piscina. ¡Imaginen qué se puede esperar cuando se trate de asuntos más complejos!

Tanto la Junta de Planificación como la Oficina de Gerencia de Permisos están subsumidas bajo el Departamento de Desarrollo Económico y Comercio, justo donde no deben estar. Si algo se necesita en Puerto Rico es buena planificación – urbana, infraestructural, social, económica – y rigurosidad, transparencia y agilidad en la adjudicación de permisos. Nada de esto se consigue atando manos. Requiere independencia operacional – la que se debe ejercer no en función de la arbitrariedad sino en observación de la reglamentación de rigor –, precisamente la que se coarta con la subsunción.

Por caminos más escabrosos anda el servicio de energía eléctrica. Por un lado, la Autoridad de Energía Eléctrica, o lo que queda se ella, opera bajo la espada de Damocles de la privatización para proveer la generación; por otro lado, el consorcio privado de LUMA, amparado en un contrato leonino, tiene a su cargo la transmisión y distribución. Ambas están formalmente reguladas por el Negociado de Energía. Pero la Autoridad para las Alianzas Público-Privadas tiene a su cargo “velar” por el contrato con Luma. A juzgar por los apagones, la vulnerabilidad del sistema por falta de mantenimiento, la incertidumbre sobre las tarifas, la falta de voluntad para transitar hacia fuentes renovables, la carencia de transparencia de LUMA, la gula que suscitan los fondos federales, el enjambre de contratos y la inseguridad respecto al futuro de la Autoridad, a lo que se suma el peso de la deuda – entiéndase Junta de Supervisión (Control) Fiscal –, es forzoso concluir que reina la oscuridad en lugar de la luz. Protegidos por las sombras los chiflados – son muchos – se tornan incontrolables.

Los problemas son ubicuos. Están regados, desde insuficiencias fiscales hasta la incapacidad para disponer de la basura, por todos los municipios. Para lidiar con ellos, aparte de los gobiernos locales, no faltan agencias cuyo comportamiento no se aleja mucho del que tipifican Los Tres Chiflados. A manera de ilustración destaco el problema de la transportación marítima en dos municipios: Vieques y Culebra. Reaparece aquí la omnipresente Autoridad para las Alianzas Público- Privadas para “resolver” las crónicas deficiencias en dicho servicio.

Bajo la cobija de las mal llamadas alianzas público-privadas se llegó a un acuerdo para que la empresa privada HMS Ferries asuma la operación del servicio de transportación que presta la Autoridad de Transporte Marítimo (ATM). El contrato tiene una duración de 23 años. La Junta de Supervisión (Control) Fiscal, que favorece esta alianza y cuanta forma de privatización pueda concebirse, señala, sin embargo, que el estimado del costo acumulado del contrato durante el plazo de 23 años asciende a $881 millones, mientras que si ATM continuara rindiendo el servicio el costo sería alrededor de $584 millones. Además, se establecen unos itinerarios que auguran reducción en el número de viajes a la misma vez que se anticipan aumentos en las tarifas. Ya los alcaldes de Vieques y Culebra manifestaron que solicitarán enmiendas al contrato. Por su parte, la actual dirección de ATM se amparó en que el mismo se negoció antes de que ellos asumieran el cargo.

Aquí nadie sabe a ciencia cierta para quién trabaja. Tal parece que los contratos que se gestan en la Autoridad para las Alianzas Público-Privadas, como el de LUMA y el de HMS, se caracterizan por su opacidad y por sus sesgos favorables a la parte privada. El agente público hace el papel de vulgar testaferro.

El denominador común de las experiencias citadas es, como en los pasos de comedia de Los Tres Chiflados, el desencuentro entre los participantes. ¿Acaso no ha sido el desencuentro — auténtico o simulado, con acuerdos y desacuerdos — entre los protagonistas de los planes fiscales y de los planes de ajuste lo que ha marcado el ritmo de la rocambolesca reestructuración de la deuda. Si el desarrollo económico, condición necesaria para que tanto la estructura tributaria como el servicio de la deuda sean verdaderamente sostenibles, requiere de una clara, coherente y efectiva gestión política, entonces en Puerto Rico la espera será larga.

Valga aclarar que hay una gran diferencia entre Los Tres Chiflados y los chiflados del sainete criollo. Los primeros reman en direcciones equivocadas como expresión de la comedia de torpezas. En el caso de los segundos, aunque cuentan con su cuota de torpezas, las direcciones están dictadas por ofuscaciones ideológicas, por oscuros intereses particulares o por estrechas obligaciones partidistas. En su brújula no aparece la ruta del interés social y del bienestar general o, por lo menos, está borrosa. La agenda de cambios que se deberían realizar en este país no es poca cosa. Para empezar, urge cambiar la brújula…

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