Los colores de mi gente

 

Especial para CLARIDAD

 

En 1993 la famosa canción comercial “Los colores de mi tierra” del compositor Alberto Carrión, que acompañó el anuncio de una empresa de pinturas, se proyectó en todos los cines de Puerto Rico. Ciertamente, la composición es muy bonita y la melodía bien pegajosa. De pintura para las casas o edificios y con cuál música mercadearla, sin embargo, no es que vamos a tratar. Nos ocupa una de las facetas del racismo institucionalizado por el colonialismo de España en Puerto Rico: la de las tonalidades de la piel que sirvieron para afianzar la dominación de clases con la discriminación racial.

El racismo tiene diversas dimensiones y como todo hecho histórico social presenta su complejidad y matices específicos. Aquí nos fijamos en la jerarquía y abanico de colores de la piel que ha colocado en la cúspide de la escala a los blancos. La pretensión de la superioridad racial ha sido tal que en el cuadro racial el blanco se distinguió aparte, refiriendo al resto de la gente como “de color”. Como si el blanco también no es un color; ya mismo verán con cuántos tonos.

Orígenes del cuadro racista

Como cuestión de hecho el racismo tiene en el 12 de octubre de 1492 del primer viaje de Cristóbal Colón su punto de partida. Ese 12 de octubre que en Puerto Rico y otros países ha venido a identificarse como el Día de la Raza, muy por el contrario de la falsa armonía socioracial pretendida, es el día en que se introdujo el racismo en América. Quede la fecha en la historia como el hecho que fue, de descubrimiento para los europeos – particularmente para sus monarquías y burguesía mercantil – de partes desconocidas del planeta que inmediatamente se apropiaron como pertenecientes a sus reinos y transformaron en mercados coloniales de la incipiente globalización. Para las islas del Caribe, especialmente sus habitantes nativos, significó el inicio de la conquista y colonización española y su exterminio como pueblo. De feriado, no merece nada; de repudio lo tiene todo.

La tarea de reflexión crítica y la concientización, es el prerrequisito para la reformulación del calendario de la patria. No hay que conmemorar el imperialismo y colonialismo para absolutamente nada. Celebremos las acciones de liberación, la justicia social, la expresión libre de las ideas, la ciencia al servicio de la humanidad y la creación cultural.

Con la pluma con que escribió el Diario del primer viaje el Almirante de los tres barquitos también se convirtió en el primer pintor ideológico. Fue el mismo Cristóbal Colón quien aquel 12 de octubre primero llamó “indios” a la gente que habitaban Guanahaní en las islas Bahamas. Ese error fue consecuencia de pensar que habían llegado a las Indias del Oriente en la concepción europea del mundo. Les faltó un Marco Polo que hubiera cruzado el Atlántico en la época feudal para aclararles dónde estaban. Colón venía cargado de deudas por los préstamos monárquicos y mercantiles y con obligaciones imperialistas contraídas. Al describir a los indios, Cristóbal Colón desató la pintadera de colores. Teniendo como referencia a los indígenas Guanches de las islas Canarias, que España andaba conquistando por aquellos mismos años, sobre los Taínos él escribió: “ellos son de color de los canarios, ni negros ni blancos” (Diario del primer viaje, 1492-93. Consuelo Varela, ed. Cristóbal Colón, Textos y documentos completos. Madrid: Alianza Editorial, 1995, p. 111).

El descubrimiento, conquista y colonización ya traía en el equipaje atlántico clasificaciones racistas empleadas en España. Quizás donde más se notaban era en la ciudad de Sevilla del siglo 16 en que 6% de su población eran esclavos. Por sus calles, observa el historiador Francisco Morales Padrón, caminaban blancos, mulatos (mezcla de blanco y negro), mestizos y negros (Historia de Sevilla, Universidad de Sevilla, 1977, p. 103). En España las clases dominantes, de ideología religiosa intolerante, perseguían y discriminaban a parte de la población por motivo de etnia, raza, creencias y condición social (por separado o servido en combo): moriscos, judíos, mulatos y negros. Y una vieja táctica de las clases gobernantes, como observó el historiador Julio Caro Baroja, ha sido instigar a los enemigos y a los oprimidos a pelear entre sí y hacerlos pensar que unos son mejores que otros.

Morisco fue el término empleado por los castellanos que reconquistaron Granada, último estado hispanomusulmán en España justamente iniciando el 1492, para designar a los habitantes que permanecieron en los territorios bajo su control. Después de décadas de opresión, los moriscos de Granada se levantaron en armas en la Guerra de las Alpujarras (1568-1571). “Aunque los moriscos tenían gran desprecio por el negro como tal”, escribe Caro Baroja, “parece que las mujeres negras fueron apreciadas, y así se da el caso de que varios jefes de la sublevación fueran de color muy oscuro por ser hijos de ellas. Famoso fue, por ejemplo, el negro de Almería Andrés de Aragón; pero uno de los capitanes más nombrados resultó Fárax, negro de Terque, que, según Pérez de Hita, «era de poca caridad, pero ninguno más bravo y valiente que él»” (Los moriscos del Reino de Granada. Madrid: Ediciones Istmo, 1991, p. 89). Como hubo esclavos moriscos y negros, los castellanos diferenciaron a los moriscos como “esclavos blancos”.

Pero, ¿de qué color eran los “canarios”? En la biografía que escribió de su padre Hernando Colón (1488-1539) dio unas pistas. En su versión del descubrimiento y descripción de los indios (obviamente teniendo el Diario a la mano), señaló: “Eran…de color aceitunado, como los habitantes de las Canarias o los campesinos tostados por el sol” (Vida del almirante don Cristóbal Colón. México: Fondo de Cultura Económica, 1947, p. 92). Las aceitunas también tienen sus variedades, de verdes, a marrones y hasta negras. ¿Qué quiso decir Hernando Colón? Si hubiesen sido como las negras creo que lo especificaría. Eso nos deja entre el verde y el marrón. Luego de echar un vistazo al frasco de aceitunas en la alacena de casa (un archivo a su manera), pudiera ser hasta un color intermedio de estos. Y de gente “tostada por el sol”, pueden producirse diversos asados.

En la historiografía del siglo 19 en adelante, autores y autoras describen a los indios de Iberoamérica colonial como “de piel cobriza”; si se trata de América del norte los pintan de “pieles rojas”. La realidad es que en el Diariode Colón y en las obras de los cronistas principales como Pedro Mártir de Anglería, Bartolomé de las Casas y Gonzalo Fernández de Oviedo no tuvieron el cobre como analogía. De cobrizo estamos esperando aun la evidencia documental del temprano siglo 16.

En Apologética Historia Sumaria(1527/1555), Las Casas hizo descripciones físicas de los indios pero no los pintó. Su objetivo era argumentar que formaban parte de la especie humana. Fray Bartolomé   – el Protector de los Indios – era el mejor orientado de su tiempo.  En Historia General y Natural de las Indias (1535), en el Libro III Capítulo V, Fernández de Oviedo escribió: “digo que la color desta gente es lora” (Madrid: Imprenta de la Real Academia de la Historia, 1851, p. 68). No se piense en los loros o cotorras de plumas verdes o de múltiples colores. Significaba el color de las hojas del árbol de laurel (del latín, laurus). Echen otro vistazo a la alacena donde guardan las especias; las hojas de laurel que se usan para condimentar, ¿de qué color son?

Censos más antiguos

 Una vez comenzada la colonización, los españoles e indias procrearon una descendencia híbrida nueva. Para ello se empleó el término mestizo, derivado del vocablo en latín, mixticíus.  En una carta que el vecino Francisco de Barrionuevo envió de Santo Domingo al rey, el 26 de agosto de 1533, expresó: “Aquí hay muchos mestizos hijos de españoles e indias, que generalmente nacen en las estancias y despoblados”; Barrionuevo vivió también en Puerto Rico (F. Moscoso, “La población de Puerto Rico, Siglos XVI-XVIII”, en González Vales y Luque, eds. Historia de las Antillas, Vol. IV, 2010, p. 32). El color resultante hay que suponerlo entre blanco y las aceitunas oscuras y las hojas de laurel antedichos.

Los censos de los siglos 16 hasta comienzos de la primera mitad del siglo 18 fueron parciales y fragmentados. En el censo del gobernador Francisco Manuel de Lando, de 1530-1531 encontramos “españoles, indios y negros”. Luego, en el censo de la ciudad de San Juan, en 1581, el obispo Diego de Salamanca distinguió blancos, mulatos, mestizos y negros. Casi un siglo después, en 1673, el obispo Bartolomé de Escañuela formó un padrón de habitantes de San Juan.  Ha sido estudiado minuciosamente por el historiador David Stark Collazo y la maestra Teresa de Castro Sedgwick (Boletín de la Sociedad Puertorriqueña de Genealogía, Núm. 3-4, Vol. IX, 1997). Se identificaron por casa: blancos, pardos libres y esclavos negros. Y entre los pardos se incluyó a dos mujeres clasificadas como “morena libre” y “mulata libre”.  En el Diccionario de la Lengua Española, el término pardo, del latín pardus, tiene diversas y flexibles acepciones: asociado al color del leopardo, al oso marrón, y también al mulato (Real Academia Española, 2001).

De 1775 a 1802 se hicieron censos generales en que la población aparece clasificada como blancos, indios, pardos libres, morenos libres, mulatos esclavos y negros esclavos; el censo de 1802 fue el último en registrar indios aparte (AGPR, Colecciones particulares, C.P. núm. 3, Exp. 1).  La población se clasificaba en términos simples como clases, significando si eran libres o esclavos, y en castas, indicando su condición racial.

Relaciones de reos prófugos

La imprenta se introdujo en el país en 1806 y pronto se puso en circulación la Gaceta de Puerto Rico,periódico oficial del gobierno (Lizette Cabrera Salcedo, De la Pluma a la Imprenta: la cultura impresa en Puerto Rico, 1806-1906. Museo de la UPR, 2008).   En la Gaceta se publicaron frecuentemente Relacionesen la forma de informes o listas, por ejemplo, de personas con sus nombres, pueblo y barrio, y las multas recibidas por diversos motivos (animales sueltos, hurtos, peleas, juegos prohibidos, desafíos a la autoridad, y otros). Las Relaciones de multas cubren el siglo 19 y aguardan por estudios sistemáticos y análisis de su significado en la historia.

De esos documentos los que nos acercan al tema que discutimos son las Relaciones de reos prófugos, que también aparecen a lo largo del siglo. Muchas de estas fuentes incluyen descripciones de los rasgos físicos de los buscados, incluyendo indicación de su color. Por ejemplo, en la Relación de reos prófugos del Juzgado de Aguadilla, del 30 de junio de 1848 y publicado dos semanas después figuran 19 individuos. Entre ellos:

“Sebastián de Santiago, de cuerpo regular, de 40 años de edad, delgado, pelo regular, y color blanco”.

“Manuel Acevedo, de color verdinegro, de cuerpo alto y delgado, voz baja y como de 45 años”.

“Juan Miguel de la Rosa, natural de Rincón, estatura de 4 pies 2 pulgadas, fornido, cara redonda, abultadas mejillas, manchado su rostro con paño morado, color trigueño achocolatado, ojos amortiguados, pelo crespo, vivo de genio” (Gaceta de Puerto Rico, núm. 85, vol. 17, 15 de julio de 1848, p. 4).

El estudio cuidadoso de las descripciones de la gente merece un proyecto. Sugiero para ello se haga el análisis de los prófugos (que son muchísimos), los lugares (realmente toda la isla), los períodos y contextos históricos en que ocurren y, lo importante siempre, cuáles eran los motivos procurando explicar por qué sucedía esto. Al examinar estas fuentes he procurado resaltar las descripciones de los colores de la gente. Es lo que resumimos a manera de muestra, con indicación de la fuente de la Gaceta de Puerto Rico(GPR) en que aparecen, en la lista que sigue:

         Lista: Colores de la gente, 1846-1874

Nombres                                    Color                       GPR

  1. Simón Serrano                              negro retinto             5-11-1846
  2. Juan Millán                                    indio claro                      “
  3. Manuel Carrasquillo Lugo               blanco que tira amarillo    “
  1. Gregorio Pinillo                             mulato claro                     “
  2. Nicolás Mercado                            blanco descolorido          10-2-1848
  3. Esclavo Pedro                               negro colorado                     “
  4. Celestino Maestre                          blanco rosado                       ‘
  5. Antonio Morales                            moreno claro                          “
  6. Juan Morales                                 blanco encendido                   “
  7. Sebastián de Santiago                    blanco                               15-7-1848
  8. Antonio Marcano                            blanco apanado                       “
  9. Manuel Acevedo                             verdinegro                              “
  10. Gregorio Rodríguez                         trigueño
  11. Víctor Ramos                                 negro                                     “
  12. Manuel Rosa                                  blanco pálido                          “
  13. Juan Miguel de la Rosa                    trigueño achocolatado             “
  14. Justo de la Cruz                              amulatado                              “
  15. Pedro Batistini                                moreno                                   “
  16. Vicente Cordero                              rubio de indio                         2-8-1856
  17. Gavino de la Rosa                           negro claro                           20-2-1866
  18. José de los Santos                          zambo claro                          15-4-1866
  19. Manuel Thillet                                 mulato oscuro                            “
  20. Tomás Rodríguez                             amarillo                               25-8-1866
  21. Tomás Rodríguez                             blanco rubio                              “
  22. Miguel Rivera                                  pardo claro                               “
  23. Juan de los Santos                          colorado                              28-8-1866
  24. José Dolores Rodriguez                    pardo                                 17-7-1869
  25. Ramón Ortiz                                    blanco algo pálido               17-3-1874
  26. Marcos Muñoz                                 trigueño pálido                       “
  27. Eulogio Rodríguez                            pálido                                    “
  28. Francisco Cruz Colón                       trigueño indiano                       “

 

Entre el blanco y el negro de esta muestra figuran muchos matices: nueve de blanco, cinco de negro, cuatro de trigueño, tres de mulato y dos de moreno. Evidentemente, las mezclas raciales iniciales se desdoblaron en más mezclas; y en el transcurso de los siglos en mezcla sobre mezcla. Se advierte también algo de criterios caprichosos en los que formularon las descripciones. Lo más cercano a “apanado” que encontré es empanado. Para reírnos: ¿un blanco frito terminando en el color de una empanada? Zambo designa el cruce entre negro e indio. Pero ¿qué sería “rubio de indio”? (y no hablaban del pelo). Vemos que la palidez igualmente tiene sus combinaciones curiosas (blancos y trigueños “pálidos”…). Algunas designaciones, como verdinegro, desafían la imaginación. A todos nos han enseñado de chiquitos a asociar el verde con los marcianos imaginarios:  me hubiese encantado ver un retrato de Manuel Acevedo. Y, un “blanco descolorido”, ¿sería como un fantasma? Probablemente en un estudio más exhaustivo de esta y otras fuentes se encuentren más de los 31 términos identificados.

Con ese repertorio de colores los oficiales o funcionarios designados, pintaron el racismo en el Puerto Rico colonial español del siglo 19. Tenemos, pues, unos ingredientes adicionales para discutir esta cuestión tan importante.

Breve nota historiográfica

El tema del racismo en el Puerto Rico del siglo 19 ha sido abordado más recientemente por la historiadora María del Carmen Baerga en su libro Negociaciones de sangre: dinámicas racializantes en el Puerto Rico decimonónico (Madrid: Iberoamericana, 2015). Haciendo un examen minucioso de fuentes primarias del Fondo de Matrimonios, del Archivo General de Puerto Rico, Baerga analiza la complejidad envuelta en las identificaciones raciales y las diversas maniobras de intentos de ascenso social de los no blancos. En la clasificación en una casta u otra los criterios también incluyeron – como polos opuestos – elementos asociados a la identidad blanca (linaje español, “limpieza de sangre”, religiosidad, modales, conducta y otros); y a la identidad negra (procedencia africana, esclavitud, ausencia de educación, trabajos manuales, “impureza de sangre”, conducta impropia, entre otros). El racismo confluye fácilmente con estereotipos.

En The Myth of Race(Cambridge: Harvard University Press, 2014), el antropólogo físico Robert Wald Sussman elabora un análisis crítico de las diversas escuelas o propuestas de racismo desde el siglo 16. “No hay razas biológicas entre los humanos”, Sussman concluye, “y nunca las ha habido». Todos los seres humanos formamos parte de la misma especie: lo que ha habido, y sobre lo que hay que educar y combatirla es la ideología racista.

La paleontología es la ciencia de la evolución del ser humano (de homínidos a Homo sapiens). El paleontólogo Richard E. Leaky dio una conferencia con casa llena en la Universidad de Rico (UPR), Recinto de Mayagüez en 1987. Alguien le preguntó, “¿cuándo nos separamos los hombres de los simios?”. Leaky respondió: “We haven’t yet” (Vernon L. Ávila, Biology: Investigating Life on Earth, Bookmark Publishers, 1995, p. 402). Fue su manera irónica de sugerir examinar el tema como un proceso muy complejo. Leaky subraya la importancia de la cooperación y la capacidad de adaptación en diversos ambientes propiciando la sobrevivencia de la especie humana (Origins. New YorK: E. P. Dutton, 1979).

Esa dinámica humana, a su vez, está entrelazada con lo sucedido en la piel. En Living Color: The Biological and Social Meaning of Skin Color(Berkeley: University of Berkeley Press, 2012), la antropóloga y paleobióloga Nina G. Jablonski interconecta el tema de los colores de la piel al proceso de evolución remota de la especie en África, la cuna humana. Hace 1.2 millones de años atrás, observa Jablonski, todos los humanos arcaicos eran de piel oscura. De lo que se trata es del pigmento (melanina) producido en células con el propósito de proteger la piel de los rayos ultravioletas del sol. Ella subraya otro ángulo de la complejidad biológica: la importancia del balance requerido con la vitamina D. Hay que protegerse del sol y, a la vez, coger un poco.

Las migraciones humanas que emanaron de África hacia el norte del planeta y otros horizontes distantes geográficos implicaron adaptaciones particulares de la piel en el complejo juego enfrentando los rayos ultravioletas del gran planeta central de nuestra galaxia en ambientes particulares. Son procesos de miles de años y que adquirieron nuevas dimensiones sociales, incluyendo migraciones de gentes de unas naciones a otras y el tráfico masivo de esclavos a través de la historia. Todo ello propició diversos entrecruzamientos y transmisiones y reformulaciones genéticas produciendo, pues, los múltiples colores del ser humano.

Artículo anteriorUn problema que nos aqueja a todos: El mal dormir
Artículo siguientePuerto Rico 2020: obstáculos, logros y puentes