Luchar contra las esclavitudes es tarea espiritual

Por Marcelo Barros/ Especial para En Rojo

 

Aunque en toda América Latina y Caribe, la esclavitud fue oficialmente abolida aún en el siglo XIX, hasta hoy, en casi todos los países, hay formas contemporáneas de esclavitud. En nuestros países, la élite minoritaria controla todos los principales medios de comunicación y asegura que su ideología permanezca defendida por intelectuales poderosos y algunas universidades. Si un gobierno trabaja a servicio de las clases excluidas, basta invocar la palabra mágica: corrupción y hacerlo caer. La clase media siempre se junta ala elite para explotar los más pobres. Ahora esa minoría se une para afirmar: no podemos detener el progreso. Los pobres deben correr riesgos de vida para mantener los trabajos y así garantizar los intereses de esa minoría que estará protegida.

Desafortunadamente, en todo el mundo, la situación no es muy diferente. Hoy, puede haber en el mundo 60 millones de personas en situación de esclavitud. Una encuesta señala: existe esclavitud en 167 países, incluso en Europa y América del Norte. El comercio de esclavas y esclavos sexuales ha aumentado. Trabajo infantil no remunerado, trabajos precarios y peligrosos en manos de migrantes y clandestinos. En Inglaterra, Kevin Bales, profesor de sociología de la Universidad de Surrey, declaró que, a principios del siglo XXI, solo en el Reino Unido, 27 millones de personas vivían en situación de esclavitud. ¿Cómo va a ser hoy? En el siglo XIX, comprar un esclavo era como, hoy, comprar un tractor. Actualmente, esclavos son baratos y numerosos. En Europa, por 125 euros ya si logra un trabajador clandestino como esclavo. En el Foro Económico Mundial 2020 en Davos, la Oxfam demostró que esta realidad proviene del hecho de que, en todo el mundo, “2.153 multimillonarios tienen más riqueza que los 4.600 millones de personas, que representan el 60% de la población mundial «. Movimientos sociales protestaron que la desigualdad aún es mayor que eso.

Para quienes viven un camino espiritual, lo peor es saber: los países que sostienen esta situación son aquellos que tienen el nombre de Dios en su Constitución y se proclaman cristianos. Y países que tienen la menor desigualdad social son aquellos que se declaran no religiosos. El Maestro Echkart, místico cristiano medieval, afirmaba: ¡Que Dios nos libere de Dios! (es decir, de esta imagen de Dios que aparece en el sellodel dólar y en la pared de palacios de aquellos que se burlan del nombre divino). Para salvar el nombre de Dios, que actualmente es muy ultrajado, nos unimos contra cualquier tipo de esclavitud.

El autor es monje benedictino  ha escrito más de 40 libros 

 

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