Maradona

 

Especial para CLARIDAD

Leyendo la biografía del famoso  futbolista argentino Diego Maradona: Yo soy el Diego (…de la gente), escrita por el periodista Daniel Arnucci quien fue director de la revista El Gráfico y quien , según Maradona es “el periodista que más lo conoce en el mundo”, he descubierto el trasfondo de vida de este ser inolvidable que hemos perdido físicamente recientemente.  También colaboró con este libro el uruguayo Ernesto Cherquis Bialo, periodista del CLARIN hasta el 1962 quien se retiró en el 1962 quien, para este libro recogió más de 35 horas de testimonios autobiográficos y anecdóticos en la Habana, Cuba, entre febrero y junio de 2000. Aunque hace 20 años de la producción de este  libro, es una joya para entender y valorizar este controvertible personaje adorado mundialmente.

Desde la dedicatoria a sus padres, “a mis viejos, Chitoro y Tota” con quienes fue enterrado, a “su mujer, la Claudia”, a “sus hermanos y hermanas (8)”, “a Fidel Castro y, por él, a todo el pueblo cubano”, a su villa natal Fiorito y otros, nos percatamos de sus valores familiares y sociales, de su valentía expresando sus opiniones y, sobretodo, constatamos que su Norte era el Sur. Nunca olvidó sus orígenes viviendo en la pobreza “esquivando goteras cuando llovía”, “sin pileta y sin agua”, las fajadas de su padre (lo que los boricuas llamamos pelas), que lo consideraban enano, que siempre quiso ser del Boca, sus detallados recuerdos de todas sus jugadas, de los líos de las edades de los juveniles y mayores, de la primera vez que su nombre apareció mal escrito en un diario como “Caradona”, en fin, que recuerda con entusiasmo cada partido, cada jugada, cada compañero de “lucha” como él llamaba  sus contiendas y hasta el doctor Robert “Cacho” Paladino que lo mantenía fuerte físicamente con vitaminas, inyecciones y alimentación.

A pesar de haber sido por 38 años profesora de español, aprendí en esta lectura la palabra “hinchada”, para nosotros fanaticada. Pero lo primordial es que conocí a un Diego Maradona diferente: el que conoció y no entendía la envidia de los otros, el que tuvo que madurar demasiado rápido, el que lloraba, el que se le estaba dando todo demasiado rápido, el que se ponía nervioso cuando lo aclamaban, el que se enamoró eternamente de ”La Claudia” aunque acepta que “ella se tuvo que acostumbrar a algunas cosas”. Como mujer feminista no lo acepto y lo juzgo de la misma manera que critico su afición a las drogas y al libertinaje de su estilo de vida.  Sin embargo, he leído solamente 71 páginas de las 374 que constituyen esta biografía y espero, por lo menos, encontrar algunas explicaciones de la conducta de nuestro querido Maradona. De todas maneras, mi lucha es otra y me entusiasma saber que era amigo de Fidel Castro, que tenía un tatuaje del Che Guevara, que nunca olvidó su compromiso con el continente americano y se consideraba “el Diego de la gente”.  Aspiro adorarlo como sus “hinchas” y aceptarlo como he tenido que hacer con los norteamericanos que votaron por Trump y los boricuas que votaron por la corrupción y la impunidad…

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