Maricao Escuela agrícola para el pueblo

Foto:Alina Luciano/CLARIDAD

 

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Fotos: Alina Luciano/ CLARIDAD

“La escuela la cerraron en mayo y de inmediato nos metimos a defender la escuela, estuvimos un año limpiándola para evitar que la vandalizaran. Pusimos hasta un letrero que decía ‘Pronto aquí Fundación Bucarabón’, hasta que al final, el año pasado, nos dieron la escuela en un contrato por un año”.

Jackeline Pérez Torres, directora ejecutiva de la Fundación Bucarabon. Foto Alina Luciano

Jaqueline Pérez Torres, compartió con CLARIDAD cómo la comunidad Bucarabones en Maricao rescató su escuela, la Segunda Unidad Francisco Vincenty, y cómo surgió la organización sin fines de lucro Fundación Bucarabón. La escuela fue cerrada por el Departamento de Educación tras el paso del huracán María y los estudiantes perdieron ese semestre. Luego, regresaron en enero de 2019 y les anunciaron que la escuela solo iba a estar hasta mayo: “Se lo llevaron todo, se llevaron los libros de la biblioteca para botarlos”.

Según el DE, el cierre del plantel se debió a baja matrícula. Cuando la comunidad se quedó sin escuela, los estudiantes fueron ubicados entre otras dos: unos en el sector Rubias y otros en Indieras Frías, ambos sectores también rurales en Maricao. Este último sector queda a una distancia de 20 a 25 minutos en carro. “Es un problema. Esta es una escuela supercómoda, una escuela agrícola con 30 cuerdas. Las otras dos escuelas son unas pequeñitas, incómodas. No es lo mismo la de Rubias es agrícola también, pero no tiene tanto terreno y las dos sufrieron con los terremotos”, expresó Pérez Torres, quien es ingeniera civil.

Fotos: Alina Luciano

La también oriunda de Bucarabones lamentó el problema que se enfrenta en la zona: “Yo recuerdo cuando yo estudiaba en esta escuela. Llegábamos hasta noveno grado. En noveno teníamos que pasar a la superior en el pueblo de Maricao, que es como a 30 minutos, y no todos llegaban por la distancia. Esos estudiantes que estaban en El 30 (otro sector rural) tenían que madrugar a las cinco de la mañana. Hay una deserción grande en esta zona, lo cual es posible que se esté incrementando en estos momentos”.

La Fundación Bucarabón

Para el momento que la comunidad se enteró de que la escuela iba a ser cerrada, la joven, junto a unas compañeras que trabajan en agricultura, ya tenía montada su empresa de café y chocolate: Del País. Al escuchar una charla con el profesor Ramón Borges-Méndez sobre las mujeres en el cafetal fue que comenzaron hablar de por qué no rescatar la escuela, si la iban a cerrar, y hacer un proyecto comunitario.

Cuando ocurrió el cierre, las personas de la comunidad decidieron defender la estructura y evitar que la vandalizaran. Estuvieron un año luchando por ella porque en ese momento todavía no habían elaborado un reglamento. Sus primeras gestiones fueron con el Departamento de Transportación y Obras Públicas (DTOP). Finalmente, en julio del 2019, les cedieron en arrendamiento la escuela por un año, por un dólar. “Pero realmente nuestra intención es que nos den la escuela por mucho más tiempo para poder tener proyectos a largo plazo. En eso estamos ahora mismo. La acabamos de solicitar por 25 años para ver de qué forma pueden trabajar ese contrato”. En esta ocasión la solicitud fue sometida al CEDBI (Comité de Evaluación y Disposición de Bienes Inmuebles).

La comunidad expresó desde el día uno su intención de obtener la escuela por más tiempo. Es por esto que en esta ocasión trabajaron la solicitud de forma que pudieran demostrarle al CEDBI que tienen casi un cuarto de millón en subsidios (grants) para diversos proyectos y que tienen otros en espera, pero para recibirlos necesitan que la concesión de la escuela sea por más de un año.

La directora ejecutiva de la Fundación Bucarabón, quien tiene una maestría en Administración de Ingeniería, comentó que con los terremotos de enero, dos de los edificios, el más nuevo, de columna corta, construido en los 90, y el de tres pisos, que se construyó en los 70, tienen problemas de grietas. El edificio original de la escuela, construido en el 1932, quedó intacto. La Fundación está pidiendo la escuela con el propósito de repararla. “Nosotros la podemos reparar, pero necesitamos ese contrato a más tiempo, no a un año”.

El contrato se venció en julio. Pérez Torres se ha mantenido haciendo llamadas y escribiendo; pero hasta el momento no ha recibido respuestas, aunque se supone que le contesten lo antes posible porque ya se cumplió con todos los parámetros que les pidieron. Indicó que CEBDI les informó que para poder darles la escuela por un tiempo largo necesitaban someter prueba de los proyectos que tenían corriendo. “Le hice un informe de casi 70 páginas en donde les demostramos lo que hemos hecho durante este año con terremotos y pandemia, para que vean que hay prueba. Fuimos efectivos un año, nos la pueden dar por más tiempo”.

La organización ha dividido sus trabajos en tres etapas. La primera etapa es la educativa, para lo cual tienen acuerdos con la agencia Desarrollo Rural Agrícola (Rural Development) y la Fundación Comunitaria de Puerto Rico. El objetivo es ofrecer talleres diversos de asuntos agrícolas, de cómo llenar documentación y de desarrollo de actividades culturales.

La fase dos es una incubadora comunitaria culinaria enfocada en la población femenina. Ya están trabajando en el currículo. La escuela, ahora Fundación, además de atender el barrio Bucarabones, atiende los sectores Indieras Alta, Indiera Baja e Indiera Fría, en donde el 52% de la población son mujeres y no hay proyectos enfocados en ellas.“Por eso queremos enfocarnos en esa mujer agricultora que está en esta zona, que no tiene los beneficios que están en un área urbana, que tiene hijos, más sin embargo, eso es un criterio para no poder asistir a algún curso”.

La fase tres, a más largo plazo, es desarrollar un hotel escuela para que investigadores y estudiantes interesados acudan y puedan colaborar con las comunidades. En él se acogería a personas de la isla y de la diáspora, como en el caso de quienes quieran ir a recoger café y no tengan dónde quedarse. De paso, comentó que se están buscando voluntarios para la cosecha de este año: “Lo que falta es manos para terminar la cosecha. Eso es parte de lo que queremos llevar a cabo. Nuestro objetivo principal es el desarrollo económico agrícola en la zona, por ende, a todo lo que conlleve ese desarrollo vamos a darle la mano”.

 

Moraima Justiniano Vélez

Durante la pandemia la Fundación ha estado brindado el servicio del uso de computadoras e internet a los estudiantes, aunque por lo general son los padres los que van a imprimir los trabajos de sus hijos. En estos momentos también están haciendo un censo comunitario, ya que los datos que tienen son los de un censo agrícola anterior a María y no cuentan con información actualizada. Mediante una subvención, han logrado la contratación de tres jóvenes: Moraima Justiniano Vélez, Mariana Govanet Pérez y el desarrollador de proyectos Antonio Lee Moreno, quien no pudo estar en la entrevista.

Justiniano Vélez es recién graduada de Socióloga. Su tarea, por el momento, es realizar un censo comunitario, no sólo verificando datos demográficos, sino además identificando las necesidades de las familias y poder ofrecerles ayuda. Esta expresó que el trabajo del censo le parece interesante porque en el barrio Bucarabones las personas son bien tímidas y, por lo regular, hay que repetirles las preguntas y ganar su confianza. Comentó que aunque la mayoría son adultos también hay un poco de jóvenes y niños. Entiende que en las otras comunidades hay más jóvenes.

Govanet Pérez tiene a su cargo el contacto con otras organizaciones y con las redes sociales. La joven tiene un bachillerato en Administración de Empresas y cursa una maestría en Sicología en la Universidad Carlos Albizu.

Ambas jóvenes son del sector rural y asistieron a la escuela que ahora es Fundación. Justiniano Vélez, opina sobre la situación de los jóvenes y el cierre de la escuela: “Es un poco frustrante porque yo estudié aquí y esa parte de la transición del campo al pueblo es un poquito fuerte. Muchos de los que estudiaron conmigo no llegaron a estudiar a la superior, se quedaron con noveno grado. Hay muchos jóvenes que tienen mucho talento, pero no encuentran las facilidades ni la orientación necesaria para seguir adelante”.

En sentido similar se expresó Govanet Pérez, de Indiera Baja, quien habló de los efectos de la pandemia, la escasez de empleos, de oportunidades y del acceso a las escuelas.

Una radio comunitaria

Al valioso trabajo que ya realiza la Fundación, su directora ejecutiva aspira añadir una radio comunitaria. La idea surgió de un maestro radioaficionado, quien trajo a su atención el que es curioso que todas las antenas de radio y televisión de la isla están ubicadas en el Monte del Estado de Maricao y en el pueblo no hay ni una emisora de radio. Solo el 30% de la población en Maricao tiene internet, por lo que si se quiere educar a las personas, la vía es la radio.

La Fundación Bucarabón es una gestión autosuficiente hasta en el servicio de energía eléctrica, ya que funcionan con placas solares. También cuentan con un sistema de recogido de lluvia para el servicio de agua. El esfuerzo ha sido uno totalmente por parte de la comunidad y otras entidades civiles. Nunca han tenido acercamientos por parte del sector gubernamental más allá de los trámites para la cesión de la escuela.

Comentarios a:ccotto@claridadpuertorico.com

 

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