Melancolía por la UPR: Sobre la necesidad de luchar por la universidad pública.

Luis J. Beltrán Álvarez

La Universidad de Puerto Rico (UPR) me dio dos bachilleratos, y una maestría, con poca deuda (alguna que tomé para sobrevivir en Río Piedras), y me abrió a entenderme como boricua en y con el Mundo. Esta universidad no solo me abría al Mundo, sino que me unió a gente de otros países, y me llevó a visitar a otros países entre conferencias y simposios.

En la UPR puedes avistar al Mundo. En un mismo departamento y facultad puedes contemplarlo, cosa que fácilmente no verás en ninguna universidad de Estados Unidos. No existe el “inbreeding” y la dominación de las llamadas “Ivy”, allí hay profesores tanto de Harvard como de la UNAM, pero también ver a gente de Oxford como de la UBA. Y también podría ver tanto a gente que estudió en Toronto, como en la Sorbona, y quienes pasaron por Florencia, Londres, Barcelona y la Complutense de Madrid. La UPR es lo más cercano a la libertad dentro de un país que ha sido colonizado por más de quinientos años, desde allí se ve la resistencia y cómo nos armábamos para existir a pesar del coloniaje.

En la UPR en la que estudié, nunca había una sola mirada, ni un solo mentor y sus ideas corrían en un departamento, eran muchos y con diferentes perspectivas e ideas. Así es nuestra universidad, la que armamos a pesar de todas las carencias, el espacio desde donde podríamos armar otra cosa, y la que nos arrebatan frente a nuestras caras.

La UPR es un espacio único para la liberación de la mente, donde nos deshacemos de la maraña colonial e imperial, un espacio de despojo de la doctrina religiosa y la ignorancia colonial que nos familiariza. En esta me liberé del ser estadista cultural, abandoné la mirada capitalista, y me encontré con otras posibilidades para Puerto Rico y el ver otros Mundos.

El corte millonario de la Junta dictatorial del Congreso y Wall Street significará la muerte de un proyecto de libertad. Y digo esto a pesar de sus carencias e incapacidades como institución, porque como otras, la politiquería y corrupción PNPPD carcomen todo el aparato institucional. Pero a pesar de esta realidad, sin la UPR solo existiría un modelo de educación al servicio de la deuda y de formación de sujetos para el mercado.

En este año comienza el corte que puede ser la estocada de muerte a mi alma mater, a ese espacio de encuentros, rebeldías y conexiones a otros Mundos. La muerte de la UPR es la apertura a otro Puerto Rico, al que nos forma para el servilismo, la precariedad absoluta, la inmovilidad y pobreza, a ese que tanto añoran los capitalistas y los señores feudales herederos de las elites criollas.

La destrucción de la universidad pública es parte del proyecto de asentamiento colonial, este que va de mano a la expulsión de la población, la creación de una población sobrante-flotante al beneficio de los estados, y la formación-indoctrinación de una clase servil a los nuevos amos-turistas de las leyes 20, 22 y 60.

Con esta fase necropolítica implementada, la isla solo será para quienes se rindan a la explotación de la deuda y al servicio de los turistas-asentadores-evasores de cada seis meses. La isla especial congresional, legalmente racista contra el nativo, y exclusiva para mega ricos y corporaciones gringas, será juguete imperial para las nuevas elites monopolísticas del futuro feudal fascista que adviene ante la catástrofe climática.

El Puerto Rico sin les puertorriqueñes, ese futuro que mucho se celebró en el chat de Telegram de Ricky Rosselló, se anda armando en nuestras narices. Y aún el clamor contrario no se arma, pero ojalá y nunca sea tarde para gestionar la apuesta por nuestra dignidad.

 

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