Miel que me das: «Casandra» – Íbico

Casandra

 

En la voz de los mortales 

se sostiene Casandra, 

la de los ojos grises, 

la del pelo opalino, 

hija de Príamo.

 

Fragmento 317 de Íbico traducido del griego antiguo por Cristina Pérez Díaz.

Dibujo en tinta sobre papel de Emanuel Torres.

 

El dios Apolo se enamoró alguna vez de Casandra, pero ella no se enamoró de él. Rechazar a un dios es un acto anómalo, que cae fuera de la Ley, de la no escrita. El castigo: Casandra tendría el don de profeta, que es un regalo que sólo puede dar Apolo, pero nunca nadie le creería lo que ve. Esquilo le añade un detalle al problema de Casandra: que habla sin ritmo. Carecer de ritmo en la Grecia antigua fue una cualidad catastrófica: cuando Casandra regresa a Micenas junto con el rey, Agamenón, quien la había tomado como botín tras la quema y saqueo de Troya, puede ver claramente lo que se avecina: que Clitemnestra, la reina y esposa, los va a matar a ambos (a ella misma y a Agamenón) una vez entren al palacio; al bajarse del carro, comienza a decir su profecía: habla de una casa «autohomicida», «andrófaga», «que apesta a sangre», habla de fetos llorando y de carne humana rostizada que el padre devora; el coro la compara con una perra de buen olfato y le reprocha a su discurso, no tanto incoherencia, sino una arritmia fatal: «Estás loca, poseída, cantas una canción sobre ti misma que carece de ritmo (ánomos nómos).» La palabra que usa Esquilo para describir la «canción» de Casandra, ánomos, significa literalmente «sin ley», en un juego de palabras con nómos, que significa «canción», «ley», «costumbre». Su voz es una anomalía.

Más recientemente, Christine Brooke-Rose califica el habla de Casandra como un «utterly other discourse» al comienzo de su Amalgamemnon: «I shall soon be quite redundant at last despite of all (…) The programme-cuts will one by one proceed apace, which will entail laying off paying off with luck all the teachers of dead languages like literature philosophy history, for who will want to know about ancient passions divine royal middle class or working in words and phrases and structures that will continue to spark out inside the techne that will soon be silenced by the high technology? Who will still want to read at night some utterly other discourse that will shimmer out of a minicircus of light upon a page of say Agamemnon returning to his murderous wife the glory-gobbler with his new slave Cassandra princess of fallen Troy who will exclaim alas, o earth, Apollo apocalyptic and so forth…».

 

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