Mirada al País: Un nuevo proyecto económico: ¿para quién?

 

Especial para CLARIDAD

Es casi ya un lugar común decirlo: hace falta formular un nuevo proyecto económico en Puerto Rico. Lo que no está claro es qué se quiere decir con un enunciado que se encuentra en la frontera del cliché. Es hora de escudriñar una propuesta que podría tener tantos significados como sectores hay que la repiten. Lo primero que quiero señalar es la hipocresía con que representantes de grandes intereses utilizan el enunciado “hay que construir un nuevo proyecto económico”. Cuando la propuesta viene del sector empresarial organizado o de alguno de los principales medios de comunicación, responde a un deliberado propósito de reafirmar la política neoliberal que el bipartidismo ha seguido desde hace más de tres décadas. La razón es sencilla. Lo que se busca es fortalecer el modelo existente que representa sus grandes intereses.

En otras palabras, se reconoce la necesidad de un nuevo proyecto con el burdo propósito de reiterar la necesidad de proseguir una ruta ya establecida. Obsérvese que cuando se habla de establecer una nueva dirección económica, la tendencia del gran capital y s coreografía local es mirar hacia el gobierno y acusarlo de burocratismo, de gigantismo, de ineficiencia en sus funciones y de falta de calidad en sus servicios. Desde la década del 80 del siglo pasado la propuesta no ha variado: privatizar las corporaciones públicas y otras agencias del gobierno para “liberarlo” de su ineficiencia, de su pesadez, y convertirlo en una estructura ágil y eficiente al servicio de la empresa privada. La lógica no podía ser más sencilla: la empresa privada debe ser el motor de la economía. Pues bien, esa nueva política pública, como se le llamó al principio, consistió en la formulación de un nuevo proyecto económico: el modelo neoliberal.

Este nuevo modelo económico, resultado de una nueva política pública adoptada por los dos partidos políticos, ha tenido ya múltiples nombres: la segunda gran transformación, de la que habló el gobierno de Rafael Hernández Colón a fines de la década del 80, o el nuevo modelo económico, del que habló el gobierno de Pedro Rosselló, o el Puerto Rico de primera, en palabras de Aníbal Acevedo Vilá. Lo que ha caracterizado el mismo proyecto económico, exponente de las grandes compañías multinacionales y de los grandes intereses locales, es el continuo cambio de nombres. ¿Por qué? La razón no es muy compleja. La búsqueda de nuevos nombres para el mismo proyecto neoliberal es resultado de su evidente fracaso ante la mayoría del país. Cuando el gobierno de Hernández Colón emprendió la política neoliberal de privatización, con el objetivo de incorporar la competencia mercantil en el interior del gobierno y hacerlo más efectivo, no consiguió la segunda gran transformación que buscaba. Lo mismo le sucedió a Pedro Rosselló cuando impuso su nuevo modelo y privatizó la salud, las telecomunicaciones, y apoyado en las bondades del mercado adoptó la política de eliminar la sección 936 sin buscarle un sustituto mejor: fracasó y hundió a Puerto Rico en la crisis actual.

El proyecto neoliberal de Sila Calderón también fracasó, así como fracasó el Puerto Rico Inc. de Aníbal Acevedo Vila, que debió llevarnos a un Puerto Rico de primera. ¿Quién puede olvidar la gigantesca victoria electoral de Luis Fortuño en 2008? Si bien nunca se había visto una ventaja como aquella desde la hegemonía del Partido Popular Democrático, tampoco se había visto una derrota tan significativa como la sufrida por Fortuño cuatro años después. Pero, ¿quién puede olvidar los despidos masivos del la Ley 7 de 2009? Con el gobierno de Luis Fortuño se dio un viraje significativo en la política bipartidista. El asalto a la riqueza pública se hizo entonces mucho más sistemático y efectivo. Desde el gobierno de Pedro Rosselló, con la privatización de hospitales y la venta de la Telefónica, no se habían dado procesos de privatización de enorme envergadura. Fortuño le dio forma de ley a la Autoridad de las Alianzas Público-Privadas, y se propuso entregar la administración del aeropuerto Luis Muñoz Marín a grandes intereses mexicanos. No pudo culminar el proceso, pero la fidelidad al modelo neoliberal permitió su culminación bajo el gobierno de Alejandro García Padilla. Esa fidelidad al mismo modelo, el modelo neoliberal, propició que se hablara, con razón, del bipartidismo. El concepto recoge una sólida e irrefutable verdad: ambos partidos gobiernan con la misma filosofía, con los mismos valores, con el mismo objetivo, bajo un mismo modelo económico.

Ahora bien, es importante entender con precisión el nuevo giro neoliberal del gobierno de Luis Fortuño. Con el despido de alrededor de 25,000 empleados y empleadas del sector público, como efecto de la Ley 7 de 2009, desplazó durante su cuatrienio más de mil millones de dólares hacia el sector privado. Es decir, literalmente le sacó el dinero del bolsillo a más de dos decenas de miles de trabajadoras y trabajadores y lo dirigió hacia una claque de empresarios políticos y de políticos empresarios que se lucraron con una gran velocidad. Mientras destrozaba el servicio público a lo largo de todo el sector del gobierno, deteriorando los servicios esenciales, creó nuevos millonarios y fortaleció algunos viejos millonarios. ¿Quién le dice a estos beneficiados viejos y nuevos ricos que el modelo neoliberal ha sido un fracaso? Estos reducidos sectores empresariales, ¿necesitan un nuevo modelo?

Es evidente que las mismas palabras significan cosas muy diferentes. Por eso hay que llevar la batalla al interior de las palabras, a los espacios que iluminan los conceptos. Cuando decimos que el neoliberalismo ha fracasado no nos referimos a esa claque que asaltó y todavía asalta la riqueza pública. No nos referimos a los que se están robando la riqueza pública del país. Nos referimos a los efectos generales sobre la economía y la sociedad, a la retórica grandilocuente del bipartidismo que ha pronosticado la segunda gran transformación, la conversión de Puerto Rico en un país moderno y avanzado, a un Puerto Rico de primera, y a los políticos del fraude anexionista que han hablado de la igualdad mientras han sumido a nuestra sociedad en la pobreza y la precariedad, cada día más dependiente de fondos federales.

Llevamos más de treinta años con la retórica de que la solución está en el sector privado. Esa es la retórica del mismo modelo que se ha presentado como la salvación del país. Pues bien, desde la posición de la clase trabajadora, de amplios sectores asalariados, desde la posición de las comunidades pobres del país, desde la juventud estudiantil, incluso de grandes sectores de pequeños comerciantes y productores, ese modelo neoliberal ha fracasado porque ha hundido a nuestra sociedad en la pobreza, le ha expropiado el futuro a decenas de miles de jóvenes, ha expulsado decenas de miles de personas a la emigración y ha reducido la base productiva del país haciendo más precaria la vida de la mayoría.

¿Por qué no vemos entre sectores empresariales y en los medios masivos de comunicación una crítica del neoliberalismo? ¿Por qué siguen proponiendo la misma política hasta cuando hablan de la necesidad de un nuevo modelo económico? Sencillamente porque no quieren cambios en la política neoliberal que los ha enriquecido ni en los procesos escandalosos de corrupción que les permite apropiarse de la riqueza pública. Tiene que aludir al cambio, aunque no crean en él, porque el país se está movilizando fuera del bipartidismo corrupto. Pero no pueden alejarse de la política del tumbe y del asalto. Por eso cuando es evidente el fracaso de LUMA y de la privatización, propician la profundización de la crisis de la generación de energía eléctrica bajo la AEE, intentan sacar a LUMA del ojo de la furia pública y el gobierno tiene la desfachatez de proponer como solución la privatización de la generación de energía como solución. Es como si le dijeran a un enfermo: para sanarte te inyecto más de lo mismo que te está matando. Para efectos de la mayoría del país el fracaso neoliberal lleva un signo inevadible. El fracaso ha sido de la empresa privada. Ha sido el neoliberalismo quien la puso en el centro de la atención. Eventualmente el sector privado, por su protagonismo excesivo, cargará con los efectos de los cambios profundos que avanzan en Puerto Rico.

 

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