MVC: ¿Hasta dónde se puede estirar la amplitud?

¿Es la anexión una “opción descolonizadora”
real? Desde aquella sentencia luminosa que
una vez dictó Pedro Albizu Campos decimos que la anexión es pretender atacar la enfermedad del colonialismo matando al enfermo, por lo que no
puede ser una solución real.

Por Manuel de J. González/CLARIDAD

Todo frente amplio necesita un “programa mínimo” y en el caso del Movimiento Victoria Ciudadana (MVC) eso fue lo que se dio a conocer el pasado 11 de marzo en el Teatro Tapia de San Juan. El nuevo partido político puertorriqueño aspira a aglutinar a sectores diversos y sus propuestas iniciales –nada originales, pero muy pertinentes– recogen aspiraciones con las que la mayoría de los puertorriqueños podrían coincidir.

Además de las propuestas –a las que vuelvo más adelante– el equipo fundador del MVC lo integran personas que inspiran respeto por una trayectoria, breve en unos casos y amplia en otros, de mucho compromiso. Entre las mujeres destaco a Ana Irma Rivera Lassén, expresidenta del Colegio de Abogados y consecuente defensora de los de abajo, y a Alexandra Lúgaro, quien como candidata independiente a la gobernación en 2016 acumuló una respetable cantidad de votos hablando en todo momento con franqueza y valentía.

Entre los varones destaco al joven Manuel Natal quien el pasado año, cuando al Partido Popular se le denunciaba una existencia “mugrosa”, casi idéntica a la del corrupto PNP, tuvo la valentía de abandonarlo arriesgando lo que había sido su asidero electoral. Quienes en aquel momento denunciaron “la mugre”, llamando a limpiarla, no tuvieron reparo en quedarse nadando en ella cuando el partido reafirmó la ruta denunciada. Destaco también a Néstor Duprey, quien ha ganado respeto desde la radio y ahora, como Natal, abandona al partido en el que militaba casi desde niño, disponiéndose a fundar algo nuevo. Natal y Duprey pueden atraer hacia el MVC el importante sector soberanista del PPD que, contrario a ellos, no acaba por reconocer que no tiene futuro dentro de un partido caducado.

Sólo menciono cuatro nombres, pero todo el grupo fundador proyecta seriedad y compromiso, tan ausente en el liderato de los dos partidos que, al menos desde 1952, se han turnado en el cargo de administrador de la colonia. Desde ese año, la última vez que un tercer partido –el entonces recién nacido Partido Independentista Puertorriqueño– tuvo posibilidad de victoria, hemos sido presa de un bipartidismo insípido que últimamente ha terminado siendo un régimen de partido único. Entre el PPD y el PNP la diferencia es el color de la pintura y por eso el clamor por algo nuevo ha estado creciendo.

El programa mínimo del MVC cubre doce temas e incluye propuestas ya planteadas y luego olvidadas. Algunas, como reformar el proceso electoral, la representación ciudadana y la manera como se elige a los gobernantes, requerirán cambios en la Constitución de 1952, que trató de imitar el proceso estadounidense muy poco democrático. Otras propuestas, la mayoría, en temas tan básicos como corrupción, educación pública, salud y ambiente, entre otros, podrían volverse realidad si se logra el control de la Legislatura.

Escrutinio aparte requiere lo que se plantea en cuanto al estatus político. A diferencia del PPD de 1940, cuando proyectándose como movimiento de justicia social se enfrentó a su primera elección, el MVC plantea que el “estatus sí está en issue”, según dijo uno de sus dirigentes, pero su propuesta se limita a exigir el fin del colonialismo, adoptando la asamblea constitucional de estatus como mecanismo procesal. Afirma respetar las tres “opciones descolonizadoras” que reconoce en el derecho internacional –independencia, libre asociación e integración– sin adoptar ninguna de ellas.

Esa posición, bastante parecida al “estatus no está en issue” que postuló Muñoz Marín en 1940 aunque digan otra cosa, presenta tantos cuestionamientos que pueden llegar a superar los riesgos que el nuevo movimiento pretende esquivar al evitar adoptar una posición. ¿Es la anexión una “opción descolonizadora” real? Desde aquella sentencia luminosa que una vez dictó Pedro Albizu Campos decimos que la anexión es pretender atacar la enfermedad del colonialismo matando al enfermo, por lo que no puede ser una solución real. Además, por lo sucedido con las naciones que formaron parte de la Unión Soviética, y por lo que sucede ahora entre Cataluña y España, sabemos que cuando una nación se integra a otra los conflictos entre ellas sobreviven, y hasta se profundizan, aunque técnicamente no exista una relación colonial debido a que los habitantes de la nación integrada participan en los procesos políticos de la receptora. La integración, por tanto, nunca será una solución real al colonialismo cuando quien sufre ese mal es una nacionalidad a menos que, como sentenciaba Albizu, la nacionalidad efectivamente deje de existir.

 Desde que se planteó la asamblea constitucional como el camino procesal ideal para enfrentar lo que aquí llamamos “problema de estatus”, los independentistas hemos estado dispuestos a caminar junto a los anexionistas en ese proceso. Pero eso es algo muy distinto a pertenecer a una organización que proclame o acepte, como uno de sus principios, que la anexión es una “opción descolonizadora”, invitando a quienes la quieren a incorporarse a ella.

Hace 115 años tuvimos un partido político con una postura similar, el Unión de Puerto Rico. Desde su fundación en 1904 el Partido Unión pretendió atraer a sus filas a los seguidores de todas las opciones de estatus. Hay una frase de Luis Muñoz Rivera, muy triste a mi juicio, que define muy bien la pretendida melcocha de estadidad, gobierno propio e independencia: “nosotros preferiríamos la primera; proponemos la segunda, y nos reservamos la tercera como último refugio de nuestro derecho y nuestro honor”. ¡He ahí el oportunismo muñocista en todo su esplendor! Aquel anexionismo programático no le sirvió para mucho al Partido Unión. Con pocas excepciones, los anexionistas nunca llegaron y en 1912 eliminó a la estadidad de su programa.

¿Puede el MVC atraer a todos los sectores políticos puertorriqueños, incluyendo a los que postulamos la independencia, afirmando que la estadidad es una “opción descolonizadora” e invitando a quienes defienden ese “ideal” a integrarse a sus filas?

Ese es uno de los cuestionamientos más importantes que enfrenta el nuevo movimiento. En una colonia es muy difícil pedir un voto para un programa de buen gobierno sin asumir una posición clara sobre cómo acabar de verdad con el colonialismo, porque casi todos los problemas que dificultan el buen gobierno tienen una raíz colonial.

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