Nelson Sambolín, incógnito

 

Especial para En Rojo

 Sin afanes de protagonismo, es decir, sin anunciarlo ni hacer del acontecimiento un gran espectáculo, el artista salinense Nelson Sambolín está exhibiendo en la Galería Guatibirí una colección de las pinturas que ha creado entre el 2019 y el 2021. Su silencio no es extraño para quienes le sabemos conversador pausado, maestro poco dado a la instrucción directa, humorista compasivo y residente internado a tiempo completo en una de las pocas zonas boscosas que le quedan a San Juan: Caimito.

En el nombre de este barrio rural hay una historia que no se escribirá. Y esa historia inenarrable, que llevamos por dentro los que habitamos este recinto que se extiende hasta Cupey, es una de las cosas más importantes que comparto con Sambo. Sin duda, desde hace rato cada uno de nosotros vive su propio acto de comunión con este entorno, y el arte  ̶ la palabra, en mi caso; la plástica y la gráfica, en el suyo ̶ , es el instrumento de vinculación con unas fuerzas que no nos son del todo propias ni ajenas. La poeta en su jardín de signos, el artista en su selva de pigmentos, trabajan mientras pasean, como quien no se ocupa de nada. De ese silencio surge un vocabulario nuevo, que sería jerigonza incomprensible, de no ser porque se vale del lenguaje y del espectro conocidos.

No se es parte del vacío, ni se empieza desde cero.

Hay una belleza insobornable por los números de la economía. Pudiera ser la naturaleza, si el ser humano se abstuviera del poder de destruirla. Pudiera ser el humano, si los elementos no le fueran adversos. Nunca la he tocado, mucho menos lograría retenerla. Pero la conozco en los momentos y espacios más inesperados que la vida me reserva. Esperar que su revelación llegue de las manos de un artista parecería algo obvio, un asunto común y desgastado, de no ser porque aquí, en este pequeño archipiélago de origen volcánico cuyas islas el huracán eriza, los números de la economía amenazan con imponer su silencio de muerte sobre los ojos. Cuando afirmo: “Hay una belleza insobornable”, es cierto, como hay verdad en la belleza.

Luz del sur de Nelson Sambolin
Sale el sol

Entonces, no antes, recibes la llamada. “Voy hacer una exposición subterránea con mis pinturas y a imprimir un catálogo. Y voy a dejarte una página para que escribas lo que te dé la gana”. El arte, que ahora viaja liviano a través de la nube y se despliega delante de mis ojos, hace presente una realidad que me resulta familiar y extraña al mismo tiempo. Estoy en mi paisaje, lo reconozco, pero estoy también ante el relato de un caos. “Juracán”, “Guayabex”, “Vendaval” …, son títulos que conocí después de haber redactado el poema que la gana me regaló. El Sambolín artista del cartel y amante de las flores tropicales está aquí, lo reconozco, pero su ojo se ha distendido en abstracciones como de vidrio roto. La gama es alegre, si hay alegría en los colores, pero también cierta tristeza de parto (la vida irrumpe de algo que se rasga, sea esto semilla, corteza terrestre, útero). En veinticuatro piezas, he recorrido un barrio, dos huracanes, varios mitos, y la infancia de los ciclos estacionales.

Tal vez hay aquí, también, una metáfora, y él no sabe que la estoy escribiendo: la de un artista que se quedó sin estudio, no por azares del viento, sino por causalidades gobernadas por mano humana institucionalizada. El estudio es esa casa apenas sugerida entre los despojos, el espacio que se reconstruye para la mirada.

…Aunque el tiempo enrolle y desenrolle su lengua para arrancarnos del suelo, hay un arte que emerge de los destrozos para sostenerse en vilo, sólido en la mancha polícroma o fragmentado en trazos, no por inconexos imprecisos. Lo que aquí se mece ya no es hoja ni flor,  ni lo que suena es himno ni epitafio. Mientras una mano hace girar el viento, la otra dibuja al aire un reino resistente y prístino.

Ladrón de amores, 2021 acrílico sobre canvas 12 ½” x 13 ½”
Adiós, Guayabex, 2019 acrílico sobre canvas
Adiós, Juracán, 2019 acrílico sobre canvas
Pero mal dijo al ver dugo mayoral, 2021 acrílico sobre canvas
El callejón de los rumberos (tríptico), 2021 acrílico sobre canvas 45” x 72”

(Él no lo dice, pero yo lo digo: Nelson Sambolín ha sido nombrado por sus colegas del Senado Académico profesor emérito del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, después que un (ex) presidente universitario lo desplazó del taller que mantenía como “artista en residencia” en el Jardín Botánico de la UPR; hoy el espacio se “usa” como almacén de suministros. En otro jardín más ameno, el artista siguió creando. “Pinturas 2019-2021”, es el deseo hecho siembra en solar propio, aunque nada en este mundo sea absolutamente nuestro, sino el deseo mismo. Esta exhibición, que estará presentándose hasta el 18 de diciembre, forma parte del esfuerzo del artista por establecer un estudio nuevo en su paraíso caimiteño. No lo dice él, lo digo yo, aunque se enoje conmigo. Con su permiso, eso sí, comparto con CLARIDAD varias piezas de la colección, a la venta en Guatibirí, y el poema “que la gana me regaló” para abrir su catálogo. Las fotos son de Alonso Sambolín.)

(…) el sabio ruiseñor descompone la sombra y la traduce al iris sonoro de su endecha.

Rubén Martínez Villena , “Insuficiencia de la escala y el iris”

El animal florece si la flor respira.

Muerto el animal,

multiplica la flor

su geometría.

Por la vena del papel

la raíz percola

soluciones de plasma

o clorofila.

La tierra

abre en fuego

su vulva:

preñado

el aire carga

a perpetuidad

el prisma

no del hombre

ni su huella

mineral.

 

(Otra forma

semejante

a un corazón

brota del magma,

que por hacer sonar este tambor

entre partículas

porfía

al vendaval

la floración perenne

en el ciclo estacional

de la ceniza.)

La  hoja: tul

atravesado

por la música

polícroma,

bajo el envés

es ojo para el ojo,

canción del iris.

Aquí expande su lírica:

“toda carne es vegetal”.

 

Rosa Vanessa Otero, “Del iris sonoro”

 

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