No más engaños: es hora de cerrar la carbonera de AES

 

Por Víctor Alvarado Guzmán

El pasado martes, 11 de mayo, se cumplieron cinco años del lanzamiento de una de las campañas más burdas, engañosas y manipuladoras que empresa alguna haya adoptado en la historia reciente del país.

El millonario ejercicio de propaganda lo pagó la carbonera AES y estrenó con anuncios a color que pregonaban: “Las mentiras contaminan, nosotros no”.

Sin embargo, el tiempo, investigaciones periodísticas y hasta la ciencia misma han demostrado contundentemente que el estético montaje mediático fue otra falacia maquiavélica de sus ejecutivos para intentar engañar, una vez más, al pueblo puertorriqueño.

Descargas a humedales

Como resultado de denuncias donde se constató que la multinacional AES no evitó que aguas contaminadas con cenizas salieran de su solar industrial en Guayama entre el 8 de julio de 2005 y el 5 de julio de 2011, la Agencia de Protección Ambiental federal (EPA por sus siglas en inglés) radicó un pliego de violaciones contra la empresa al amparo del Clean Water Act (In the Matter of AES Puerto Rico LP., CWA-02-2012-3452).

Según sentenció la dirección de la agencia federal en el Caribe, en al menos 31 ocasiones AES propició y provocó descargas contaminantes ilegales en una zona de humedal aledaña, contrario a lo establecido en permisos y en leyes ambientales federales.

Su conducta temeraria conllevó multas que ascendieron a 170 mil dólares, las que AES finalmente aceptó pagar mediante un silente acuerdo con la EPA, el 20 de marzo de 2012.

Aun así, la empresa ha intentado ocultar este hecho al insistir que es “una instalación cero descargas”, según incluyeron en el Informe sobre Evaluación de Medidas Correctivas AES Puerto Rico – Área de Almacenamiento Agremax™ Guayama, Puerto Rico (Haley & Aldrich, 2019).

La propia EPA aclaró que ese argumento de AES no es correcto y que la facilidad sí tiene descargas de aguas de lluvia, de aguas pluviales que descargan en distintos puntos que llegan a humedales y canales de concreto que se encuentran en el área, y que terminan vertiendo las mismas en cuerpos de agua como es el área de la Bahía de Las Mareas.

Estudios de salud

 Por otro lado, en el año 2016 candidatos a grados de Maestría en Bioestadística y Epidemiología de la Escuela Graduada de Salud Pública en el Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico completaron un estudio epidemiológico que se enfocó en las comunidades Puente de Jobos y Miramar de Guayama, las más cercanas a la planta de carbón de AES, así como en comunidades comparables en el municipio de Fajardo.

El estudio, supervisado y revisado por catedráticos de la institución, reveló que la prevalencia de asma severa en menores de edad, así como urticarias, bronquitis crónica y abortos espontáneos entre vecinos de la carbonera es de 6 a 9 veces mayor que en comunidades demográficamente comparables.

Ese mismo año, la prestigiosa American Public Health Association, un organismo centenario con influyente poder en la política de salud pública de los Estados Unidos, refrendó los hallazgos y la metodología de la investigación boricua durante su asamblea anual celebrada en el estado de Colorado.

Cenizas tóxicas al descubierto

 Un año después y ante el inminente paso por el Caribe de los huracanes Irma y María, la Junta de Calidad Ambiental (JCA) ordenó que AES (REF. NÚM. 17-14/REF. NÚM. 17-21) tomara las medidas necesarias para enclaustrar o contener, cubrir y proteger las 430 mil toneladas de cenizas tóxicas que la empresa llama “Agremax” y que acumulaba a la intemperie en su solar industrial.

Esto, ante el “potencial levantamiento de polvo fugitivo” de las cenizas, en “aras de salvaguardar la salud y seguridad de los residentes de las áreas circundantes a las instalaciones de AES”, como divulgó por escrito la agencia estatal.

La empresa se negó a cumplir las órdenes, fue multada por la agencia, impugnó la misma y al día de hoy las cenizas tóxicas siguen al descubierto.

Exposición a arsénico

Tiempo después, en el 2019, análisis de suelos en lugares donde se descargaron toneladas de cenizas de la carbonera, detectaron peligrosas concentraciones de arsénico, un metal pesado altamente tóxico, en al menos dos comunidades del municipio de Salinas y en la ribera del río Guamaní en Guayama.

Los análisis, comisionados por la organización de derecho ambiental Earthjustice, determinaron que las muestras contenían niveles de arsénico entre 9 a 22 veces en exceso del parámetro de seguridad que fija la EPA para zonas residenciales.

Tanto la EPA como el Departamento de Salud federal han determinado que la ingesta o exposición prolongada al arsénico favorece el desarrollo de cáncer en la piel, del hígado, la vejiga y los pulmones. Asimismo, la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC, en inglés) cataloga el arsénico inorgánico como extremadamente tóxico.

Una residente de la comunidad Ranchos Guayama en el pueblo de Salinas, uno de los sectores envenenados por el desecho tóxico, comentó que no podía caminar descalza en su hogar porque al hacerlo, entraba en contacto con el residuo gris. Las calles de su comunidad, revestidas una década atrás con toneladas de Agremax, ahora son caminos con cenizas tóxicas de carbón expuestas que vuelan sin control cada vez que un auto transita sobre ellas o el viento las levanta.

Contaminación del aire

El aire tampoco se salva del toque venenoso de la empresa AES.

Solo en el 2019, el Inventario de Emisiones Tóxicas (TRI por sus siglas en inglés) de la EPA, reveló que la planta de carbón produjo 1.5 millones de libras de sustancias tóxicas.

Entre esas sustancias resaltan el arsénico, mercurio, amonia, bario, cromo, vanadio y ácido sulfúrico.

Desde que comenzó a operar la planta en el año 2002 y hasta el 2019, la suma total de componentes peligrosos que AES emitió rebasó las 8.5 millones de libras y el 63% de esa contaminación fue liberada al aire: un monumental coctel de tóxicos que inevitablemente ha afectado la salud de quienes viven las 24 horas del día, los 365 días del año, cerca de la carbonera, sin el beneficio de los filtros de aire HEPA (High Efficiency Particulate Arresting) que protegen en sus oficinas a los ejecutivos y empleados de la compañía.

Envenenamiento del acuífero

Por otro lado, y como revelara recientemente el periódico La Perla del Sur, los más recientes análisis químicos (2020) sobre la calidad del acuífero situado bajo el vertedero industrial de cenizas de AES en Guayama mostraron que “en un pozo de monitoreo se detectó el doble de la concentración de arsénico que la agencia federal establece como ‘seguro’ en cuerpos de agua”.

Incluso, ya en septiembre de 2019 se detectó que ese mismo pozo “violó el margen de seguridad permitido para este metal pesado”.

Pero ese reciente ultraje ambiental de AES no se limita al arsénico. En el 2017, cuando por orden de la EPA la carbonera comenzó a monitorear la calidad del agua en el acuífero bajo su central eléctrica, también se detectaron indicios de radiactividad, rastros de cromo, selenio y molibdeno, entre otros elementos peligrosos.

En muestreos posteriores, se demostró que el selenio, litio y molibdeno, rebasaron entre cuatro y 14 veces los parámetros máximos permitidos por la EPA.

¿Cuál remedio propuso la empresa AES para “limpiar” la contaminación que negligentemente provocó? La atenuación natural o, en palabras simples, que la naturaleza se encargue de transportar esos tóxicos a otro lugar.

Al sur de la planta, hacia donde fluye el acuífero, está la Bahía Las Mareas.

Incidencia de cáncer

Como si todo esto no fuera suficiente, el pasado 30 de abril, el doctor Gerson Jiménez Castañón, internista y director médico del Hospital General Menonita en Guayama, compartió estadísticas altamente preocupantes durante el foro del Colegio de Químicos de Puerto Rico, La Quema de Carbón en Puerto Rico: Composición Química, efectos en la Salud y el Ambiente.

Según reveló el experimentado galeno, los diagnósticos de cáncer entre los habitantes de Guayama aumentaron 64 por ciento durante los años 2000 y 2014.

“Asimismo, encontró que entre el 2019 y 2020, más del ocho por ciento de los tejidos que se extrajeron a pacientes en su hospital arrojaron resultados positivos a cáncer: una tasa cuatro veces más alta que la reportada habitualmente por los centros médicos del país”, reportó La Perla del Sur.

Sus hallazgos son cónsonos con los datos estadísticos que recopila el Registro de Cáncer de Puerto Rico.

Según establecen, entre los años 2002 y 2016 los pueblos de Guayama, Salinas, Santa Isabel y Arroyo figuraron entre los primeros 10 municipios con mayor incidencia de cáncer en el país.

“Coincidentemente”, estos cuatro municipios son los que más cenizas tóxicas de carbón recibieron para proyectos de construcción o para meros vertederos clandestinos entre los años 2004 y 2011.

Como reconoció por escrito el otrora vicepresidente de AES, Ron Rodrique, en esos siete años se descargaron en suelos de Guayama 1,021,010 toneladas de cenizas; en Salinas 609,608; en Arroyo 225,635 y en Santa Isabel 69,695.

En los mismos municipios ya se han identificado al menos 18 lugares donde las peligrosas descargas están expuestas y en contacto directo con cuerpos de agua y habitantes.

En general, diez de los 14 pueblos donde la carbonera AES ha dispuesto y enterrado más de 2 millones de toneladas de cenizas de carbón, evidencian tasas comparables o superiores al promedio de cáncer en todo Puerto Rico.

Nuevas violaciones

 Para rematar, ahora también trasciende que en el año 2020 la EPA identificó 38 violaciones a leyes y reglamentos ambientales federales en la planta de carbón en Guayama, como informara al semanario La Perla del Sur la directora de esa agencia en el Caribe, Carmen Guerrero Pérez.

Entre otros hallazgos, técnicos de la EPA encontraron que las “medidas de control de polvo fugitivo en AES no estaban reduciendo ni eliminado esas emisiones…” y que “varios sprinklers que no estaban funcionando y muchas de las mejores prácticas que se requieren no se estaban implementando en ese momento”, declaró la funcionaria.

El veredicto

Por tanto, con solo repasar tan nefasto historial de la carbonera en la isla y no necesitar asesores, propagandistas ni publicistas que devoren miles de dólares a cambio de mentiras maquilladas y mercenarias campañas, la sentencia para cualquier puertorriqueño es simple y diáfana: sin lugar a dudas, las mentiras contaminan…y AES también.

Ha llegado la hora de cerrar la planta de carbón y sacar a AES de Puerto Rico.

 

El autor es miembro del Comité Diálogo Ambiental

 

 

 

 

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