Nuevo modo de ser sacerdote

Por Marcelo Barros/Especial para En Rojo

En el 4 de agosto, los católicos conmemoran el “Día del Cura”. Además de felicitar a los sacerdotes que conocemos, somos invitados por el Papa Francisco a profundizar qué tipo de sacerdote quiere Dios hoy para las Iglesias. La vocación es siempre la misma, pero la forma de ejercitarla necesita renovarse. Hace más de 50 años, reunidos en Medellín (Colombia), los obispos latinoamericanos han declarado: “Los grandes cambios en el mundo y en América Latina afectan a los sacerdotes en sus vidas y en su ministerio. ”(Medellín 11, 1). “La consagración del sacramento de la Orden pone al sacerdote en el mundo a servicio de la humanidad. … Eso exige de cada presbítero solidaridad que se exprese en servicio humano y en real dimensión misionera”(Med. 17, 1 y 3).

En América Latina y Caribe, contamos con excelentes sacerdotes que dedican sus vidas a la gente y muestran fidelidad ejemplar a la misión. Esos profetas nos animan en el camino de la vida y la fe. Sin embargo, los mismos sacerdotes corajudos no logran cambiar una estructura religiosa que se hizo religión civil. Hay también sacerdotes formados en un estilo clerical que los separa del pueblo y los hace sentir como por encima de los meros cristianos. Esos están más preocupados con vestimentas litúrgicas que con la misión social y profética. Esa parte del clero y de la jerarquía no insertada ha provocado escándalos morales, económicos y el absurdo de  sacerdotes y obispos tomando posiciones de derecha y apoyando a políticos contrarios a la causa de los pobres. Son testigos de un Dios despiadado y cruel que nada tiene a ver con el Dios de justicia y compasión que Jesús enseñó.

El Papa Francisco ha denunciado que el clericalismo es un cáncer en la iglesia. Y eso no es solo un abuso o desviación ocasional. Es el sistema mismo cuando divide a los cristianos en dos clases: clero y laicos, ordenados y no ordenados, como si esa separación fuera institución divina. Las iglesias cristianas tienen necesidad urgente de regresar al evangelio. Deben reafirmar a sí mismas y al mundo que en una comunidad de discípulos de Jesús, hay un solo orden: los bautizados en Cristo. De esto, como servicios y funciones, dependen todos los ministerios que las comunidades necesitan. Y esos ministerios, incluido lo presbiteral, deben surgir y desarrollarse desde las comunidades. Felicitamos a nuestros sacerdotes, oramos por ellos y pedimos a Dios que renueve los ministerios eclesiales y abra su acceso a todos los hijos e hijas de Dios, bautizados como testigos de la resurrección de Jesús.

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