Otro Operativo del FBI

Desde su llegada a Puerto Rico en 1936, hasta nuestros días, el FBI ha tenido como su tarea principal en la Isla la vigilancia y persecución del movimiento independentista.

Los primeros dos agentes que llegaron en el 1936 fueron enviados para trabajar junto a la fiscalía federal en la investigación y acusación del caso que llevó a Pedro Albizu Campos y cuatro dirigentes nacionalistas a condenas de prisión en la cárcel de Atlanta. Es y ha sido siempre la función primaria de esta policía federal proteger el dominio colonial y los intereses de Estados Unidos sobre la Isla de quienes impugnan y combaten ese dominio. Claro está, estos son los independentistas.

En su función estos policías federales no tienen limitación alguna para actuar. Sus ejecutorias van desde la tortura de Albizu en prisión hasta el asesinato de Filiberto Ojeda Ríos, sin que tengan que responderle a nadie.

El carpeteo prohibido por los tribunales de Puerto Rico no les aplica a ellos. Mantienen a cientos de puertorriqueños con carpetas, infiltran las organizaciones independentistas y a sus dirigentes les hacen perfiles sicológicos según revelara hace algunos años quien trabajara para ellos en la oficina de San Juan.

Además, usan su poder para montar campañas dirigidas a mover la opinión pública contra quienes ellos tienen sed de venganza. En la década de los setenta montaron un operativo contra el independentismo llamado COINTELPRO en que ensayaron todo tipo de trucos, incluyendo envío de anónimos sobre las relaciones familiares y matrimoniales de independentistas.

El historial de sus abusos y persecuciones es largo y conocido. Hoy ensayan un operativo contra Oscar López luego de que no pudieron evitar el indulto del presidente Obama a pesar de todas las presiones que ejercieron para mantenerlo preso.

Las confidencias de una carta firmada por treinta y dos agentes del FBI instando al Presidente a negarle el indulto nos dice de su ensañamiento con Oscar.

Pero hay más allá de confidencias para confirmar la saña del FBI contra Oscar y su excarcelación. Hay un récord de la vista celebrada hace unos cuatro años ante la Junta de Libertad Federal en la que aparecieron sorpresivamente unos agentes del FBI con familiares de los muertos en Frances Tavern para testificar y oponerse a la petición de libertad de Oscar.

Hoy ensayan una campaña de boicot al Desfile Puertorriqueño en Nueva York, actividad que por setenta años convoca el mayor número de puertorriqueños de allá y de acá y que constituye la expresión mas contundente de lo que somos: una nación caribeña y latinoamericana asentada una parte en la metrópolis y otra en la Isla. Pero sin lugar a dudas una sola nación.

¿Alguien puede creer que un grupito de pepenés puede mover a la dirección de empresas como Jet Blue, ATT, Goya, los Yankees de Nueva York, y al gobernador de Nueva York a boicotear el desfile?

Algunos de los boricuas homenajeados han expresado la enorme presión que le han puesto para rechazar el reconocimiento que se les hace en el desfile. Creo que deben hablar de esos acercamientos y quién los ha hecho.

Hasta ahora no ha surgido una organización ni los personajes detrás de esta campaña. Trabajan en la clandestinidad, bajo las capuchas que tanto critican cuando otros las usan. Sin identificarse como organizadores del boicot comienzan a publicarse columnas de personajes del PPD y el PNP como Roberto Prats y José Aponte echando leña al fuego. De aquí al 11 de junio seguramente habrán otros “invitados” a escribir y manifestarse.

Lo último es un llamado de un grupo que promueve el mecanismo de petición al presidente de Estados Unidos We the People demandando que se reabra la investigación de los sucesos de Frances Tavern de 1975.

Los puertorriqueños residentes en Estados Unidos hace tiempo rompieron con la mentalidad colonial que les fabricaron en la Isla y conocen bien las entrañas del monstruo. Todos los días se tienen que enfrentar a la marginación del discrimen y el racismo en las ciudades que viven y están acostumbrados a pelear diariamente contra la opresión en sus comunidades.

Como se dice en la calle, en la diáspora hay que vivir con el cuchillo en la boca. A los que viven en una guerra continua no los pueden intimidar. El 11 de junio miles y miles de boricuas, como siempre, estarán en las calles de Nueva York.

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