Pacto de las comunidades por la Casa Común

 

Por Marcelo Barros / Especial para En Rojo

Siguen resonando en los medios y especialmente en los corazones de muchas personas, imágenes y noticias de los obispos y misioneros/as del Amazonas, reunidos/as en las Catacumbas de Domitila en Roma y rehaciendo el famoso Pacto de las Catacumbas. El primer pacto se celebró el 16 de noviembre de 1965, en los últimos días del Concilio Vaticano II, y fue firmado por 44 obispos de todo el mundo. Insertó a la Iglesia en la lucha de los pobres por su liberación. Ahora, el domingo 20 de octubre de 2019, obispos, misioneros y misioneras de la Amazonia, presentes en el Sínodo en Roma han rehecho ese pacto, en un compromiso con los pueblos originales y con la defensa de la Madre Tierra, nuestra Casa Común.

Ese nuevo pacto fue firmado por obispos, misioneros/as y personas que querían firmar. En 1965, cuando se publicó el primer pacto, los obispos se comprometieron a vivir un estilo de vida personal simple y en comunión con los pobres. Algunos años después, la Teología de la Liberación aclaró que el compromiso evangélico es de comunión con los pobres, pero contra la pobreza injusta. Actualmente, el Pacto tiene como objetivo insertar la Iglesia en las comunidades y sus luchas en contra las injusticias sociales. Con el pacto, la Iglesia se compromete a valorar sus culturas, defender su forma de vida, la sostenibilidad de los bosques, los ríos y el bioma amazónico, así como la defensa de la vida, donde está amenazada.

El nuevo pacto es un documento abierto que puede ser retomado y adaptado a las diversas situaciones de cada país y región. En todas partes de nuestro mundo y especialmente en América Latina y Caribe, las desigualdades sociales han crecido como nunca antes, la crueldad del sistema se ha revelado más fuerte y la vida del planeta está amenazada. 

Lo que es nuevo para muchos hermanos y hermanas es descubrir que ese cuidado con la Vida, la justicia y la ecología integral no es solo una consecuencia de la misión de la Iglesia. Es el mismo centro del Evangelio y no puede ser dejado de lado. 

En ese año, el papa Francisco pide que, por la tercera vez, el domingo 17 de noviembre sea dedicado como “día mundial de los pobres”. No es solo una fecha para la lucha en contra la pobreza, sino ocasión para acoger como persona y prestar atención à las personas concretas que son los más pobres y son sobretodo nuestros hermanos y hermanas Será una oportunidad excelente para que en todas las comunidades y diócesis si pueda firmar un nuevo compromiso de amor y solidaridad comunitaria à los empobrecidos y excluidos del mundo. 

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