Panorama del deporte profesional puertorriqueño

Por Edwin D. Feliciano Ramírez

Especial para para Claridad

Puerto Rico atraviesa momentos de gran dificultad social, económica y política. No es para menos, la colonia no puede ser autosuficiente y la crudeza de nuestro estatus político, junto con la ineficiencia de quienes la dirigen en una estructura colapsada, produce una ecuación perfecta para perpetuar la mediocridad y la falta de crecimiento en muchos aspectos del diario vivir de nuestra nación. Añada a lo anterior los desastres naturales que recientemente nos han afectado. 

El deporte puertorriqueño profesional no es ajeno a la realidad del país. ¿Cuál es el panorama? 

Tenemos un Baloncesto Superior Nacional que permite la imposición por los apoderados de una reducción salarial a sus jugadores de manera unilateral (algunos con deudas de años a dirigentes y jugadores), la segunda cancelación en tres años del torneo masculino de Voleibol Superior (la primera en 2017 debido a la devastación causada por huracán María); la dramática reducción de becas deportivas en la Universidad de Puerto Rico, así como en la Universidad Ana G. Méndez, con la consolidación de recintos, más la inexistente presencia televisiva de la Liga Atlética Interuniversitaria, entre otros. 

Por otro lado, las penurias de los atletas nacionales para llevar a cabo una preparación de alto rendimiento se dificultan más y más en la realidad actual de Puerto Rico. Se habla de crisis económica, pero nos debemos cuestionar: ¿Crisis para quién? 

Tenemos un Baloncesto Superior Nacional que permite la imposición por los apoderados de una reducción salarial a sus jugadores de manera unilateral (algunos con deudas de años a dirigentes y jugadores), la segunda cancelación en tres años del torneo masculino de Voleibol Superior (la primera en 2017 debido a la devastación causada por huracán María); la dramática reducción de becas deportivas en la Universidad de Puerto Rico, así como en la Universidad Ana G. Méndez, con la consolidación de recintos, más la inexistente presencia televisiva de la Liga Atlética Interuniversitaria, entre otros. 

Julia Keleher (secretaria de Educación), el Dr. Jorge Haddock Avecedo (presidente de la Universidad de Puerto Rico), Héctor Pesquera (secretario del Departamento de Seguridad Pública), entre otros, detentan contratos que superan los 240,000 dólares anuales; pero hay crisis. Debemos decir, crisis para algunos; sin mencionar, los sueldazos de los miembros de la ilegal Junta de Control Fiscal impuesta por el Gobierno de los Estados Unidos que tiene a Natalie Jaresko, su presidenta, en 625,000 dólares anuales. Todo ese dinero viene del bolsillo de los puertorriqueños y puertorriqueñas que trabajan día a día. Repito, ¿crisis para quién? 

Cabe destacar que el aparato gubernamental no debe ser la principal fuente económica de la industria deportiva, como en momento dado fue, pero sí un ente facilitador y fiscalizador de la sana administración de la industria. 

Por tal razón, se debe mirar con lupa este asunto de los recesos de las franquicias, sus traslados de un pueblo a otro, las canchas y parques vacíos y, con ello, el incumplimiento craso de los pagos a dirigentes y jugadores de nuestro deporte profesional. Eso le quita credibilidad, crea desconfianza y lacera la imagen de nuestras entidades deportivas, que pudieran ser un importante motor para reactivar la economía de Puerto Rico.

Pero se deben trabajar varios aspectos fundamentales para elevar el nivel y desarrollar una industria deportiva seria para su fanaticada, sus atletas y su personal técnico y gerencial.

La creación de una estructura que trabaje durante 12 meses de manera continua. 

Considerar el deporte como una profesión, en todas sus áreas. 

Planificación a corto, mediano y largo plazo con las comunidades, entidades privadas y entes gubernamentales. 

Transparencia económica y rendición de cuentas para restaurar la confianza en la inversión que se realiza en nuestro deporte. 

Definitivamente, Puerto Rico tiene el talento y el recurso humano para superar esta crisis, pero necesita sinceridad con su realidad y en su toma de decisiones para beneficio de todos los que componen el deporte puertorriqueño como industria.

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